El Chaqueño Palavecino ídolo en Cosquín

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Con una gran demostración de fidelidad, aunque con bastante impaciencia, el público del Chaqueño Palavecino aguantó estoicamente el fuerte chaparrón que cayó desde el cielo coscoíno bien entrada la madrugada y deliró con su ídolo hasta el amanecer en la sexta luna del festival de Cosquín.

A pesar de que la lluvia amagó con aguar la fiesta, minutos antes de las cinco cuando el cantor salteño comenzó su actuación, los pilotos y paraguas ya eran sólo un mal recuerdo. En realidad el más esperado de la noche ya había aparecido un rato antes para ponerse en el rol de presentador y darle pie a la Delegación del Trichaco, con la que hasta cantó un tema y “calmó a las fieras”. En la previa, se dio el gusto y bromeó junto a Maia Sasovsky y Marcelo Iribarne sobre su contrato y su papel en las próximas ediciones.

El latido del bombo leguero marcó el comienzo del show del Chaqueño, quien entonó su emocionante versión de Vidala para mi sombra del poeta tucumano Julio Espinosa. Después pasaron, entre otras, la zamba Yo soy de allá y el Gatito de mala muerte, para desatar un sapucay general con su infaltable bloque de chamamé promediando el show.

Palavecino y sus músicos tocaron casi 30 temas, algo que no hubiera podido ocurrir de haber subido más temprano. Pero ese público fiel y entusiasta no lo entendió así y también tuvo su momento de impaciencia por la demora en la salida de su ídolo y sobre todo, debido a la molesta lluvia, aunque en palabras del Chaqueño “siempre es una bendición». Los que padecieron la ansiedad de los fanáticos fueron La legua, Javier Figueroa y la ganadora del Pre Cosquín como solista femenina de folklore. En cambio, Juan Martín Medina y Nando el Salteño fueron reprogramados.

Empezar chayando

Tras el despliegue del Ballet Camin, Sergio Galleguillo fue el encargado de abrir la sexta luna y nos trasladó por un rato a su “Rioja querida” como a el mismo le gusta decir. Largó con un tema inédito de su coterraneo Pica Juárez para luego desatar su propio carnaval junto a invitados como el vidalero Tata Duarte y la murga Los descontrolados. La plaza lucía un gran marco por ese entonces que se mantendría hasta el cierre, aunque el promedio de edad del público se había elevado comparado a la histórica noche de Abel Pintos, que seguirá siendo la más concurrida.

En la previa, no parecía una velada con tantos puntos atractivos, pero Cosquín siempre da sorpresas. Una de las mayores fue el fastuoso homenaje al boliche Balderrama, el templo del folklore salteño que está cumpliendo 60 años. El cierre con la comparsa, los coloridos trajes, la zamba del Cuchi Leguizamón y Manuel Castilla más la presencia del mismísmo Juan Balderrama, estuvo sin dudas entre lo más emotivo de la noche.

También tuvo gran atención el set de Facundo Toro, quien tuvo que padecer algunos inconvenientes técnico e hizo notar su molestia con el sonido en la conferencia posterior. Igualmente, el ya no tan joven cantante demostró todo su carisma con temas como Se va el amor y El borrachito. El asombro llegó con su particular versión de Ella vive enamorada, el clásico de La Mona Jiménez (“cada vez estoy yendo más a los bailes», dijo), y la invitación a Guillermo Novellis, cantante de La Mosca para el cierre.

No podríamos dejar de nombrar al recitador Omar Moreno Palacios, quien desafió a los organizadores, extendió su actuación y hasta hizo un chiste con el Gobernador De la Sota; el oficio de Quique Ponce; el tributo a Los Tucu Tucu; José Ceña y su evocación a Víctor Jara y el emocionante mensaje de Silvia Barrios. Todos tan parte de la sexta luna como el Chaqueño, quien pasadas las seis apagó su voz y rompió el hechizo.

La Voz

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