Los datos aportados por la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA), sobre los resultados que arrojó el 2019 para la cadena de ganados y carnes, reflejan que más allá de un aumento significativo de las exportaciones, el consumo de carne vacuna interno cayó a los niveles más bajos de los últimos 10 años.
El año pasado, el consumo interno fue de 51,2 kilos por habitante, registrando una caída del 9,5%. La última baja más notoria de la década anterior, fue en 2011 cuando se ubicó en 54,6 kilos por habitante. Pero además, en el primer trimestre del 2019, se había registrado el consumo más bajo de los últimos 50 años, cuando llegó a 49,6 kilos per cápita, con una caída interanual del 13,5%.
En todas estas cifras hay un componente económico, pero también un cambio cultural en la alimentación. El menor poder adquisitivo de la población en 2019 derivó en que se consumió menos carne de vaca, y hubo una mayor inclinación a otros cortes, como pollo y cerdo. Por otro lado, son cada vez los ciudadanos vegetarianos y que se inclinan por el veganismo.
Recordemos que una encuesta realizada por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, mostró que sólo 4 de cada 10 argentinos se consideran “fanáticos” de la carne vacuna. ¿Qué se entiende por fanáticos? Se trata de quienes están satisfechos con el producto, se quedan con él y lo recomiendan a otras personas para su consumo.
Consumo de carnes rojas
Por otro lado, y de acuerdo a las estadísticas de Farías Consultores, el consumo interno de carnes rojas -que incluye carne vacuna, porcina y aviar- se ubicó el año pasado en torno a los 109 kilogramos por habitante, representando una caída del 5% frente a los 115 kilogramos de 2018.
Si bien estos niveles de consumo son los más bajos de los últimos 6 años, la Argentina continúa posicionada con uno de los índices de consumo per cápita de carnes rojas más elevados a nivel mundial.
El aumento más notorio fue el consumo de pollo que se encuentra en los mismos niveles de la carne vacuna, algo que nunca sucedió en la historia del país, con 43,3 kilos por habitante. También creció el consumo de carne de cerdo, con 14,6 kilos por habitante.
Este panorama consolidó un cambio importante del habitante, que hasta 2015 consumía una mayor proporción de carne de vaca frente a la suma de carne aviar y porcina. En los últimos 30 años, el argentino promedio aumentó su consumo de pollo y cerdo en 30 kilogramos y 10 kilogramos respectivamente, mientras que redujo su consumo de carne de vaca en 25 kilogramos.