Lali Espósito y Adrián Suar volvieron a compartir pista, cámaras y complicidad. Esta vez no fue en una novela, ni en una producción televisiva. Fue en medio de una fiesta, con luces de colores, coreografías espontáneas y el eco de una época dorada. En la celebración del cumpleaños de Benjamín Rojas, ambos se robaron todas las miradas al lanzarse a bailar juntos “Disciplina”, uno de los hits más electrizantes de la artista pop.

Pero el centro de la pista se encendió cuando Lali y Suar improvisaron juntos. Él, productor histórico de muchos de sus grandes éxitos televisivos. Ella, hoy convertida en ícono pop y jurado confirmada para la nueva temporada de La Voz Argentina (Telefe). Las redes explotaron con el clip. “Me muero”, “Amo este crossover”, “Se tiraron unos prohibidos”, “Adrián fan de Lali, lo amo”, comentaron los fans en X e Instagram.
Sin embargo, no todo fue siempre armonía. A fines de 2015 circularon rumores de un cortocircuito entre ellos por diferencias creativas en torno a su participación en el cierre del Bailando. En aquel entonces, en diálogo con Desayuno Americano (América), Espósito rompió el silencio y aclaró la situación: “No creo que Adrián lo haya dicho de ese modo, sabe lo que laburé para Esperanza Mía. Yo sé la prioridad que fue para mí la novela, básicamente por la cantidad de horas que uno trabaja para hacer una novela diaria. Descartemos que la novela no haya sido prioridad”.
Y fue más allá: “Yo saqué mi disco antes de empezar con Esperanza y traté de mantenerlo vivo, tocar y seguir haciendo cosas con mi música porque es mi proyecto personal. La tira fue increíble, me dio un empujón enorme, feliz de haberla hecho, inolvidable”.
Sobre el conflicto puntual por el show de fin de año, explicó: “Sí es cierto que llegamos a un acuerdo entre la producción de Showmatch, Esperanza y yo para hacer algo que visualmente esté bueno. Yo quería hacer mi música como lo había hecho en la apertura, pero también estaba bueno hacer cosas de Esperanza por el éxito que tuvo”.
Lejos de los rumores del pasado y las agendas cargadas del presente, ambos se regalaron un momento inesperado, genuino y festivo. Sin luces de estudio ni guion de por medio, solo música, historia compartida y complicidad.