El día después del Superclásico, Rafa Di Zeo y jugadores de Boca visitaron a los presos en el penal de Florencio Varela

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Rafael Di Zeo podrá desde ahora colgarse una cucarda más. Lo que ningún hincha de Boca pudo ver, porque no lo hizo Guillermo Barros Schelotto el año pasado ni lo intentó con ganas Gustavo Alfaro hasta ahora, lo logró el jefe de la barra brava: observar cómo tiraban paredes en un mismo espacio Mauro Zárate, Bebelo Reynoso y Julio Buffarini. Sí, el día después del Superclásico en el Monumental, los tres futbolistas xeneizes más la cúpula de La Doce estuvieron en el penal de Florencio Varela, en la Unidad 23, donde está alojado Marcelo el Manco Aravena, líder de la facción Lomas de Zamora de la barra.

Todo se dio en el marco de una clínica de fútbol organizada por la mutual de ex jugadores de Boca que contó con la participación de Walter Pico, Roberto Pompei y José Basualdo, y en la que estuvo presente el jefe del complejo, Hugo Piedrabuena, tal el parte interno del Servicio Penitenciario al que accedió Infobae. Cabe aclarar que la mutual hace una actividad fantástica dando charlas de vida y clínicas de fútbol en distintos penales y en forma constante. Pero lo que sorprendió sobremanera fue esta vez la presencia también de futbolistas en actividad y barrabravas. Eso sí, los barras no ingresaron a la prisión como miembros de la comitiva oficial sino como visitas de Aravena.

¿Fue una simple casualidad? No parece, ya que según varios testimonios, Di Zeo y compañía se presentaron ante el plantel diez días atrás después de un entrenamiento del equipo de Alfaro, contaron sobre la actividad programada y solicitaron la presencia de tres futbolistas en el evento. «No hubo amenazas ni apretadas, sólo una invitación a sumarse. Y, apenas se hizo la propuesta, Bebelo, Mauro y Buffa levantaron sus manos para ofrecerse a ir», le dijo a Infobae uno de los participantes.

Todos repararon en que la fecha elegida era el día posterior al primer superclásico de la serie de tres que habrá en un mes. Para eso, hubo dos explicaciones. Una, la garantía de que una derrota en el Monumental no traería aparejada ninguna consecuencia: los barras se habían comprometido a evitar cargadas de hinchas de River que estuvieran alojados allí.

La otra era más específica: en caso de triunfo, se trataba de llevarles a Aravena y sus muchachos una «alegría». En el mundo carcelario no pasa inadvertido el poder que un interno tiene si logra generar semejante movida. Y Aravena, actualmente detenido por organizar presuntamente a los barras que extorsionaban a comerciantes y clientes en La Salada, no es un iniciado en estas lides: desde mediados de los 90 y hasta bien entrada la década anterior purgó una condena a 20 años de prisión por el crimen de los hinchas de River, Walter Vallejos y Angel Delgado, producida el 30 de abril de 1994, tras el partido en La Bombonera que ganó el Millonario por 2 a 0. Aquel sangriento episodio marcó el final de la barra del Abuelo, el famoso José Barritta, también condenado.

«Inicié un sumario interno para investigar qué fue lo que sucedió, porque una cosa es una actividad lúdica para 350 internos y otra que esté allí al mismo tiempo la barra de Boca. Pero si bien la investigación sigue abierta, todos los procesos parecen haberse cumplido sin problemas y no se puede evitar a veces que una clínica se realice al mismo tiempo que cuando hay visitas. Nosotros fomentamos las actividades para los internos, estuvieron el Peque Schwartzman y los All Blacks en San Martín, el Mono Navarro Montoya en Campana, Marcos Rojo y Látigo Coggi también en Florencio Varela, es una política de la Provincia. Ahora, lo de los barras llama la atención y yo no voy a apañar a nadie, por eso inicié el sumario», le dijo Gustavo Ferrari, ministro de Justicia de la Provincia, a Infobae.

Lo cierto es que no es la primera vez que jugadores y barras se encuentran en algún penal. El caso más recordado fue la visita de Martín Palermo, Rodrigo Palacio y Pablo Migliore al complejo de Ezeiza en 2007, donde estaba alojado el propio Rafael Di Zeo, purgando una condena a cuatro años y medio de prisión. El mismo Di Zeo, que 12 años más tarde y a 24 horas de un superclásico, veía cómo en el patio de Florencio Varela, Zarate, Bebelo y Buffarini tiraban paredes y contaban anécdotas.

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