El prestigioso jurista, Dr. Rodolfo Vigo, ofreció este viernes una conferencia magistral en la que abordó “La legitimación judicial”, en la que hizo un histórico recorrido del papel que cumplieron los jueces, cuáles son las actuales exigencias para desempeñarse en ese cargo y cómo debe validar la confianza de la ciudadanía deposita en él.
El visitante fue presentado por el vicepresidente segundo del Superior Tribunal de Justicia, Dr. Sebastián Diego Argibay, quien hizo una reseña de la trayectoria del ex magistrado y actual catedrático, además de destacar que la presencia del Dr. Vigo en el Poder Judicial de la provincia marcaba el cierre de las actividades académicas organizadas con motivo del 10º aniversario de creación del Centro Único de Capacitación “Dr. José B. Gorostiaga”.
Entre quienes asistieron al SUM el Palacio de Tribunales para escuchar al doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales se encontraban el vocal del STJ, Dr. Eduardo José Llugdar; el titular del Ministerio Público, Dr. Luis De la Rúa; magistrados; abogados y empleados judiciales.
En diálogo con los periodistas, el ex presidente de la Corte de la Provincia de Santa Fe y de la JUFEJUS, brindó sus impresiones sobre el perfil que se requiere de quienes se encargan de administrar justicia.
¿Cómo logra legitimarse un juez ante la sociedad?
Por un lado, existe la legitimación de origen, que es muy importante saber elegir a quienes merecen ser jueces y en consecuencia hay una serie de idoneidades, como la cognoscitiva para que sepa el Derecho, que lo sepa decir en cada caso, de aplicarlo. La física, la psicológica, la gerencial y la ética.
También existe la legitimación de ejercicio. Compromiso racional con la Justicia, porque se supone que el juez tiene que saber para qué está, para que cada parte se quede con lo suyo, con un marco práctico y no teórico.
¿Cuáles son las otras condiciones esenciales que debe reunir un juez, según su óptica?
Debe saber argumentar. Se requiere de un liderazgo, tanto hacia afuera como hacia adentro.
No sólo que hay que elegir la mejor respuesta, sino que también hay que saber dar razones persuasivas y retóricas.
Hay una necesidad de ética, que es inspirar confianza. Si quisiéramos sintetizar, lo resumiría en ética y argumentación las clave de la legitimidad.
¿Deben implementarse cambios en selección de los jueces?
La idea es que se acrediten las seis idoneidades y procuran un ámbito lo más variado posible, porque si a mí me elije el partido de gobierno o el de la oposición, o la sociedad civil eso hace suponer que el juicio por el que me dan por acreditada esas idoneidades es más confiable si solo lo elije un partido o un sector de la sociedad.
Es muy delicado el tema porque después sacar a un juez es muy complicado y, a pesar de tratar de reparar lo que hizo mal, generalmente la reparación llega tarde.
¿Ud. es partidario de que la elección de jueces sea con el modelo anglosajón?
Hay dos visiones muy diferentes. Nosotros, en el Civil Law y a partir de la Revolución Francesa, con aquel modelo de Estado de Derecho Legal, hemos aceptado una tesis que se llama juridicismo, que separa el Derecho de la moral.
En el mundo del Common Law siempre se pensó que el Derecho tenía que ver con la moral y obviamente es así.
Acá, para ser juez, bastaba con saber la ley. Allá (en los países anglosajones) se le sumaba la consideración acerca de la moral de la persona que iba a tener ese cargo. En el Estado de Derecho Constitucional lo reconoce, hemos terminado de generar esos puentes con la moral que nunca debíamos haber roto.
La moral racional es un límite para que exista el Derecho y en el Derecho está la moral presente.
Hoy admitimos que el Derecho desobliga al destinatario cuando la moral de éste justifica esa desobligación, lo que se conoce objeción de conciencia.
A la hora de aplicar el Derecho, que lo apliquen personas confiables y esto es la ética que pretendemos del funcionario.
¿Cuál es su opinión acerca los magistrados que manifiestan su simpatía por un partido político o el gobierno de turno?
Que los jueces asuman un compromiso partidario, digamos de idea en general, no me aparece apropiado. Digamos que un juez profundamente democrático procura ser, no sólo como pretende el Derecho, sino procura ser como la sociedad quiere que sea y por eso le ha dado poder y le paga el sueldo.
Me parece que el juez tiene también que tener un oído abierto a la sociedad, no para someterse a lo que ella pida, sino en la medida que haya un control racional, que ajuste su modo de ser juez a lo que pide la sociedad.
Ccreo que la sociedad no quiere compromiso político partidario de un juez. Por ende, me parece que el compromiso político partidario, más allá del que fuera, hay que procurar desalentarlo hasta donde el Derecho pueda.
Me dirán que puede sonar muy hipócrita esta situación, pero sí como mínimo le podemos decir al juez que asuma comportamientos que, de algún modo, reflejen esta especie de no compromiso político. No podrá ser pagando la afiliación ni asistir a las reuniones políticas, etc.
Claridad expositiva
En relación a la charla brindada por el Dr. Vigo, Llugdar manifestó que se trató de una excelente conferencia, brindada por uno de los filósofos argentinos más reconocidos a nivel internacional.
El magistrado compartió la opinión del director de carreras de posgrado de la Universidad Austral cuando remarcó que en el Estado Constitucional es prácticamente inconcebible que un juez no maneje los principios lógicos, conocimiento sobre Derechos Humanos, la teoría de los principios para comprender a los mismos, la argumentación, la retórica y los estándares éticos.
Para ello, hay que tener en cuenta lo establecido en el Código Iberoamericano, aprobado por la Cumbre Iberoamericana de 2006, en la que el Dr. Vigo fue corredactor con el español Manuel Atienza.