«El don de llamar a Dios ‘Padre'»

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POR FACUNDO GALLEGO, ESPECIAL PARA LA BANDA DIARIO

Jueves XI del Tiempo Ordinario

8° día de la Novena al Sagrado Corazón de Jesús 

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (6,7-15)

Jesús dijo a sus discípulos:

Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera:

“Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.”

Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

Palabra del Señor 

Comentario

El Padrenuestro es la oración más hermosa que tenemos los cristianos: para el Padre no hay mayor gozo que escuchar estas hermosas palabras que nos enseñó su mismísimo Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.

Con mayor alegría la escucha cuando cada uno de nosotros, reunidos con los demás hermanos en la Iglesia, elevamos nuestras voces de hijos al mismo tiempo, y las unimos a la potente y amorosa voz del Hijo que está allí presente en medio de nosotros.

Y escucha con tanto amor esa vocecita solitaria que, antes de enmudecer por la noche, reza esta hermosa oración. Con tanta prontitud socorre al afligido y al triste que no sabe qué otra cosa decir que “Padre nuestro…”. Con paciencia y bondad recibe las palabras que a veces pronunciamos maquinalmente, como pasando las hojas de una revista sin mayor atención.

No hay, por tanto, oración más apreciada por los cristianos: ella nos une como hermanos de Cristo, hijos de un mismo Padre, animados por un mismo Espíritu Santo. Es una verdadera oración de confianza, en la que no pedimos nada más que lo necesario para vivir nuestra vida cristiana. Es una plegaria que nos invita a orar con un corazón de hijos, con palabras sencillas y cercanas, sin pretender convencer a Dios con discursos trabajados.

San Agustín nos dice: Cuando decimos ‘Padre’ se inflama la caridad. Cuando los hombres llaman a Dios: ‘Padre nuestro’, se aviva el afecto y cierta presunción de obtener lo que vamos a pedir, porque antes de pedir hemos recibido un don muy grande: poder decir a Dios ‘Padre’. ¿Qué no va a conceder a los hijos que piden, habiéndoles otorgado ya antes el ser hijos?”.

Muchísimo más podemos decir de este hermoso tesoro de la Iglesia, que es el Padrenuestro. La invitación de hoy es tratar de masticar un poco más las palabras que decimos al orar con él, para que sepamos valorar más y mejor nuestra condición de hijos de un Padre misericordioso, amoroso, fiel, incondicional, cercano… un Padre que es todo amor para con nosotros.

Padre nuestro, que estás en el Cielo: santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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