El ministro de Economía, Martín Guzmán, encara este viernes la jornada clave de su participación en la cumbre del G20 en Venecia. No son las sesiones plenarias en las que participan todos los países lo que más interesa a la delegación argentina sino la fuerte agenda de reuniones bilaterales. En esos encuentros, Guzmán apunta a anudar una negociación en la que se viene trabajando lenta y sigilosamente desde hace meses, con alto nivel de confidencialidad: que Rusia pueda otorgar un préstamo bilateral de DEG a la Argentina para cancelar sus vencimientos con el Fondo Monetario.
La idea, que se viene hilvanando desde que el ministro recaló sorpresivamente en Moscú a fines de abril, tras una gira por Europa por el pago al Club de París y en el marco del anuncio de la producción local de la vacuna Sputnik V, consiste en alcanzar un acuerdo por el que Rusia otorgaría a la Argentina un importante porcentaje de los USD 15.000 millones que le corresponden en la emisión excepcional de su moneda, los DEGs, que realizará el FMI el mes próximo.
El Gobierno argentino aspira a reunir, junto con Rusia y otros países con los que también tiene avanzadas conversaciones, como México y Portugal, al menos unos USD 19.000 en préstamos bilaterales para despejar los vencimientos del próximo año con el Fondo
El Gobierno argentino aspira a reunir, junto con Rusia y otros países con los que también tiene avanzadas conversaciones, como México y Portugal, al menos unos USD 19.000 en préstamos bilaterales, siempre denominados en DEG, para despejar los vencimientos del próximo año con el Fondo Monetario. Aunque todavía se desconocen los costos de esas posibles operaciones, sí se discute un plazo de al menos 18 años, mucho más extenso que los 10 años que ofrece el programa de Facilidades Extendidas que se discute con el Fondo Monetario.
“Es una solución creativa, hay que reconocerlo. Para la Argentina, la creatividad en materia internacional no es novedad pero todavía no sabemos si Rusia va avanzar en una innovación así”, admitieron a Infobae altas fuentes del Gobierno, quienes explicaron que acuerdos de este tipo permitirían a la Argentina mejorar el perfil de vencimientos con el FMI, otorgando más oxígeno a la hora de la negociación. “Lo que ocurre con el FMI es una paradoja: el organismo está para asistir en casos de crisis de balanzas de pagos pero acá lo que está generando esa crisis son precisamente los pagos que tenemos que hacerles a ellos”, explicó un funcionario de primera línea del gabinete nacional.
De llegar a un final exitoso en estas tratativas, el Gobierno podría ver allanado el camino para lograr un acuerdo con el Fondo Monetario antes de las elecciones, como dejan trascender desde lo más alto de la Casa Rosada. O todo lo contrario. Es decir, con los fondos asegurados para cubrir los vencimientos durante todo 2022, el Gobierno contaría con margen para seguir dilatando la discusión técnica con el organismo y evitar someterse a las condicionalidades que impondría un nuevo entendimiento, aun cuando el monto a renegociar sería sustancialmente menor.
En cualquier caso, las gestiones que este viernes realizará Guzmán en Italia con sus pares de cuatro países son determinantes. El destacado de la agenda es el ministro de Finanzas ruso, Anton Siluanov, con quien mantuvo la reunión inicial en abril. Pero también es clave la reunión con su colega mexicano, Arturo Herrera Gutiérrez. México apoya a la Argentina en su propuesta de redistribución de los DEGs que emitirá el FMI, no sólo entre países pobres sino también entre aquellos de renta media, como la Argentina, que han sufrido las fuertes consecuencias sociales de la pandemia.
En el orden del día, además, se destacan los ministros de Economía y Finanzas de Alemania y Japón. Actores importantes en el directorio del Fondo y también en el Club de París, el Gobierno no desconoce el impacto geopolítico que podría tener un acuerdo de esas características, particularmente con Rusia, con la que ya hay vínculos muy desarrollados. Hasta ahora, lo que estaba en la mesa de discusión era la posibilidad, planteada por el propio Guzmán, de que los fondos expresados en DEG que los países desarrollados no tuvieran vocación ni necesidad de usar se destinaran a integrar un fondo dentro del propio organismo para redistribuir entre los países con fuerte crisis económicas. Esa redistribución supondría, en todo caso, que los países beneficiados contaran con un programa vigente con el FMI.
Pero ahora, la iniciativa argentina implica una nueva vuelta de tuerca sobre la propuesta original, que no está exenta de riesgos. El principal de ellos es la eventual reacción del gobierno de Estados Unidos, principal accionista del FMI al que, aún con el dinero recolectado bilateralmente entre los países amigos del Gobierno, se le seguiría debiendo más de USD 20.000 millones.