Mauricio Macri y Juliana Awada siguen de viaje por Europa. Pero en la quinta de Olivos los autos entran y salen sin cesar. Es que los principales funcionarios del Gobierno mudaron por estos días sus oficinas a la residencia presidencial. Por allí se puede ver a Fernando de Andreis, Mario Quintana o Carolina Stanley. Y, claro, a Marcos Peña. Entre reunión y reunión, el jefe de Gabinete se mantiene en contacto permanente con el Presidente. Por eso, cuando habla él, es casi como si hablara Macri. «El 15% es una referencia, pero se va a aplicar la paritaria libre. Nosotros esperamos que siga creciendo el salario real, aunque entendemos que cada sector tiene su propia realidad. Y si la cláusula gatillo sirve para eso, habrá cláusula gatillo. Cada sector definirá cuál es la mejor política», fueron las palabras de Peña ante un funcionario que lo consultó por la negociación salarial, uno de los temas más sensibles que tiene por delante el Gobierno.
La intención del Gobierno de ponerle un límite a la discusión salarial ya había puesto en alerta a los gremios. Y fueron varios los sindicalistas que declararon que el tope del 15% era una fantasía que no iba a aceptar nadie. Desde Davos, Nicolás Dujovne sostuvo ayer que «sin la cláusula gatillo sería más fácil el proceso de desinflación». El discurso del jefe de Gabinete, al menos en privado, no es igual al del ministro de Hacienda.
Otro funcionario que se acercó a Peña para expresarle cierta incomodidad frente a la situación del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, tras el escándalo con su empleada, chocó contra un muro como los que protegen la quinta presidencial. «Es una decisión del Presidente, por lo que es un tema cerrado. Hace cinco meses estaban incómodos con (Patricia) Bullrich por el caso Maldonado. Y antes con (Juan José) Aranguren por el aumento de tarifas… Tienen que saber que nosotros vamos a defender a los ministros que eligió el Presidente, espalda con espalda y con espíritu de equipo», fue la respuesta.
Y luego de destacar la tarea de Triaca al frente del Ministerio de Trabajo, ante ese mismo funcionario Peña agregó con cierta picardía: «Las usinas de las maldades son siempre las mismas. Pero ojo que no estoy diciendo que todo venga de Tigre eh». No hizo falta que alguno de los dos aclarara que hablaba de Sergio Massa.
Peña sostiene en privado lo que dijo públicamente. Que Triaca puede llevar adelante la discusión de los distintos proyectos laborales porque es un interlocutor válido para el mundo sindical. La reforma laboral como se concibió originalmente ya fue archivada. «No hay mucho espacio para ninguna cosa macro», es la explicación del jefe de Gabinete al planificar el año parlamentario.
El recuerdo de la traumática votación de la reforma previsional es lo único que parece alterar la calma y el optimismo que se respiran en Olivos. «Fuimos al debate con un riesgo calculado, pero mucha gente se quedó con la idea de que va a ganar menos que antes», reconoce Peña entre sus colaboradores. Según los números que maneja el Gobierno, ese «mucha gente» es igual a dos de cada tres encuestados. Mucha gente de verdad. Demasiada.
Al repasar los vínculos del Gobierno con legisladores y gobernadores peronistas tras la discusión por la reforma previsional, Peña asegura que la relación con el senador Miguel Angel Pichetto está intacta, pero reconoce que con algunos gobernadores quedaron heridas. Cuando algún funcionario le pide que dé nombres, se anima a mencionar solo a uno: el sanjuanino Sergio Uñac. «Tuvo una actitud esquiva».
A Peña, como a la gobernadora María Eugenia Vidal, le cuesta imaginar por ahora cuál podría ser la oferta opositora en 2019. El jefe de Gabinete habla de un «profundo desconcierto y un error de diagnóstico» de la oposición. «Cambiemos es un nuevo animal en el zoológico al que no terminan de descifrar», es una de las frases que utiliza lejos de los micrófonos.
Es todo un dato: pero -si no ocurre ninguna catástrofe- el Gobierno imagina para el año próximo un escenario de dispersión -o fragmentación- similar al de 2011. En esas elecciones, Cristina Kirchner enfrentó a seis candidatos opositores: Hermes Binner, Ricardo Alfonsín, Alberto Rodríguez Saá, Eduardo Duhalde, Jorge Altamira y Elisa Carrió. La historia es conocida: Cristina logró la reelección con el 54% de los votos. Con Macri en Davos, y la quinta de Olvios «tomada» por su gabinete, Cambiemos ya saca cuentas para 2019.