Nada volverá a ser como antes en los despachos de la Casa Rosada. Por lo menos eso es lo que prometió Mauricio Macri como efecto primario inmediato del llamado de alerta que el mercado le dio al Gobierno con la corrida cambiaria. Un aviso, sólo eso, ante el sobregiro de gasto, déficit e inflación al que Cambiemos no le había prestado la debida atención. Eso es lo que cree el mundo financiero, que suele dar estas alertas la primera vez. Pero que puede dar señales más graves si no ven correcciones a tiempo.
Dentro de ese cambio, el capítulo político es clave. Macri hasta ahora mostró fotos de un regreso a las fuentes de Cambiemos. Resta saber si la nueva armonía entre Marcos Peña, el renacido Ernesto Sanz, Rogelio Frigerio y el resto de la UCR sale de la foto y se pone en modo activo. O termina limitándose a imágenes.
¿Por qué es tan importante eso para las finanzas? Por que el mundo económico está convencido de que gran parte de los problemas que se vivieron (y se continúan viviendo) con la crisis cambiaria y su impacto en precios, inflación y reservas se debe a una falla esencial de todo el sistema de toma de decisiones políticas del Gobierno de Cambiemos.
Ese mismo mercado, entonces, espera que la promesa del Presidente se cumpla. Hasta ahora, después de las reuniones en Olivos y la Casa Rosada, no han aparecido escenarios de ensayo sobre como funcionará la reorganizada mesa de coordinación política que de todas las señales de cambio que el Gobierno busca dar.
Por lo pronto, se sabe que será imposible sentar en la misma mesa a gobernadores de todos los colores. Los radicales tienen sus requisitos para comenzar a dialogar sobre el ajuste en la política y la economía que pidió Macri y apuró ayer desde Córdoba. Los gobernadores peronistas tienen otras pretensiones y no le conviene al Gobierno que estén todos juntos a la hora de negociar.
Ayer les enviaron una señal, utilizando el tema tarifas: no habrá contrapropuesta para el proyecto que se debate en el Senado. Miguel Pichetto, que les otorgó la tregua en el debate de la ley, lo sabía desde el primer momento.
No es igual Sanz que Emilio Monzó. Ahí tiene Macri dos temas por solucionar. Ambos fueron reincorporados, pero no queda claro que la salida de Monzó esté resuelta y menos su relación con Peña. Con Sanz hay otra cuestión: convencer al resto de los jefes radicales que hace tiempo no tienen relación con el mendocino y que hasta ahora pusieron la cara frente a la oposición todos los días.
Fuente: Ámbito