La presión política de Córdoba, Mendoza. la Ciudad de Buenos Aires, ciertos intendentes de la costa bonaerense y la dirigencia de Juntos por el Cambio trastocó la estrategia inicial de Alberto Fernández que consistía en cerrar la circulación nocturna para frenar una ola de COVID-19 que aún amenaza con multiplicar los contagios y las muertes en todo el país.
El Presidente ya tenía un borrador de Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que imponía penas de prisión de seis meses a dos años, establecía importantes multas y ordenaba el secuestro de los vehículos que quebraran la prohibición de circular de noche. Pero encontró resistencia política y optó por transferir a los gobernadores la facultad de decidir las medidas para enfrentar el rebrote del COVID-19.
Alberto Fernández cedió en la coyuntura y definió dos parámetros sanitarios para tener cierto control de los mandatarios provinciales que rechazaron sus medidas de excepción. Los dos indicadores fueron ordenados en un decreto reglamentario que se publicó la semana pasada en el Boletín Oficial.
Esos parámetros sanitarios disponen que si los contagios se incrementan más del 20 por ciento en una comparación de 14 días versus los 14 días anteriores, y los contagiados sobrepasan los 150 casos en una población de cien mil habitantes, la gobernadora, el gobernador o el jefe de la Ciudad debe tomar inmediatas medidas.
En este contexto, el Presidente instruyó a Ginés González García que prepare un informe diario -provincia por provincia- para determinar si hay quiebre de los parámetros técnicos y si el gobernador respectivo adoptó las medidas necesarias para cerrar la brecha y evitar un rebrote geométrico del COVID-19.
“Yo les transferí la responsabilidad porque algunos gobernadores no aceptaron los términos prohibitivos de mi plan, pero ahora tienen que cumplir con el decreto reglamentario. No hay una recomendación de la Nación a los gobernadores, hay una norma que deben cumplir sí o sí”. comentó Alberto Fernández.
Y remató: “Todos los días les voy a publicar qué hicieron y que no hicieron. Que se hagan cargo. El rebrote es muy fuerte, y las medidas hasta ahora son muy livianas”.
-¿Por qué son livianas?, le preguntaron al Presidente Olivos.
-Si vos cerrás a la una de la madrugada los bares y restaurantes, y no prohibís la circulación, los pibes se van a las fiestas privadas y los contagios continúan. Por eso son muy livianas.
Alberto Fernández, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta en OlivosAlberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta volvieron a chatear. El Presidente escribió al jefe de Gobierno para fin de año, y desde allí el diálogo se volvió más fluido. No están al ritmo previo a la decisión oficial de podar la Coparticipación Federal de la Ciudad de Buenos Aires, pero los chats vía WhatsApp son más frecuentes.
En ese ida y vuelta, la semana pasada, Alberto Fernández transmitió a Rodríguez Larreta su preocupación por la curva de casos de contagios en la Capital Federal. El jefe de Gobierno aún no cree que se trate de un tendencia consolidada y descarta -por ahora- prohibir la circulación nocturna. Optó por recortar los horarios de los restaurantes y apelará a la conciencia social de los porteños.
El Presidente considera que Rodríguez Larreta está cometiendo un grave error estratégico y aguarda los informes del Ministerio de Salud para publicar en sus redes sociales y en los medios públicos y afines la situación sanitaria de la Ciudad de Buenos Aires.
Con todo, para que no haya duda de su preocupación por el rebrote de casos de COVID-19, Alberto Fernández también publicará todos los informes de Ginés González García, aunque implique poner en una situación incómoda al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.
La actual etapa de “Distanciamiento Social, Preventivo y obligatorio” (DISPO) concluye el próximo 31 de enero. Y el jefe de Estado aprovechará esa ocasión para determinar la situación sanitaria de la Argentina. No descarta ninguna variable técnica: inclusive volver al ASPO por fases y hasta insistir con la prohibición de la circulación nocturna.