El sindicalismo le transmitió a Dante Sica su preocupación por el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea

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El sindicalismo le expresó al gobierno su «preocupación» por el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea y pidió detalles de la letra chica de dicho entendimiento antes fijar una postura definitiva.

Dirigentes de la CGT y la CTA transmitieron su primera impresión al ministro de Producción, Dante Sica, durante una reunión en la que también participaron referentes empresarios de la industria y el agro.

«Concretamente hubo una exposición general de Sica ( en rigor estuvo a cargo de la secretaria de Comercio Exterior, Delia Marisa Bircher) sobre el pre-acuerdo entre los dos bloque regionales. Pero nosotros queremos saber qué va a pasar en las distintas actividades, y el ministro se comprometió a contactarnos a medida que tenga mayor información», aseguró, cauto, Andrés Rodríguez ante una consulta de Infobae.

El secretario general de UPCN fue quien organizó en su gremio una reunión de la «mesa chica» cegetistas para unificar criterios antes del encuentro en la cartera de Producción.

En algún momento evaluaron la posibilidad de pegar el faltazo pero finalmente primó la idea de garantizar la «institucionalidad» para bajar tensiones después del último paro general, realizado el pasado 29 de mayo.

Igualmente, el clima dista de ser el ideal. El titular de la central obrera, Héctor Daer, quien no estuvo presente en la reunión con Sica, consideró entre los suyos que el ministro «desnaturalizó» la cumbre para hacer un «show mediático de campaña» y llevarse una foto con la CGT como trofeo de guerra.

¿Por qué lo evaluó de esa manera? Porque el encuentro, programado con anterioridad al acuerdo entre el Mercosur y la UE, tenía como único objetivo establecer un mecanismo de diálogo tripartito. Y no otro propósito. «Cambiaron el eje. Hicieron una operación de prensa para decir que la reunión era por el tratado de libre comercio y no fue así, nunca
fue así», coincidieron con Daer otros popes gremiales.

En efecto, lo que se celebró fue la segunda sesión plenaria de la llamada Comisión de Diálogo Social para el Futuro del Trabajo. Se trata de un ámbito creado por el gobierno con el patrocinio de la Organización Internacional del Trabajo, del que participa el director de la oficina de la OIT en el país, Pedro Américo Furtado de Olivera, y la coordinadora general de la secretaría de Trabajo, Josefina Sanz.

De todos modos, el enojo sindical fue contenido. Puertas adentro reinó la prudencia y los gestos diplomáticos. Al menos así se mostró Gerardo Martínez, secretario general del gremio de la construcción (UOCRA) y voz cantante del contingente cegetista integrado por Rodríguez, Sergio Sasia (Unión Ferroviaria) y Roberto Fernández (UTA).

Martínez, en su carácter de secretario de relaciones internacionales de la CGT, exhibió algunos datos preocupantes, y su relato fue seguido con atención por los empresarios Jaime Campos (AEA), Miguel Avecedo (UIA) y Pedro Cascales (CAME), entre otros.

La CGT siente que ya no hay margen para mejorar la relación con Mauricio Macri, a quien le reprochan no haber imitado a sus pares europeos, que sí le dieron participación a las centrales sindicales en las negociaciones por el tratado de libre comercio.

Y si bien no emergió en la reunión con Sica, sobrevolaba cierto estupor entre los gremialistas por las recientes palabras de Gustavo Grobocopatel, quien validó la posibilidad de que el acuerdo Mercosur-UE produzca un sacudón en algunas industrias y, en consecuencia, afecte puestos de empleo. «Hay que permitir que haya sectores que desaparezcan», fue el latigazo del productor agropecuario que encendió las alarmas.

«¿Se entiende por qué estamos pidiendo desagregar el texto de ese acuerdo con la Unión Europea? Si hay algo que no compartimos es esa mirada de Grobocopatel, que también tienen muchos en el gobierno. Eso que dijo lo puede decir en términos económicos pero detrás hay seres humanos, hay trabajadores que padecen. Todo eso hay que discutirlo. No lo vamos a avalar», dijo una alta fuente de la CGT.

A los ojos de los sindicalistas, el acuerdo consolida un esquema productivo donde la Argentina se ocuparía específicamente de proveer materias primas, dejando a la deriva a muchas empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, que son las mayores generadoras de empleo.

Entienden que las asimetrías ponen en riesgo a varios rubros —calzado, textil, marroquinería, metalmecánico— que no pueden competir contra los empresarios europeos, y que la ampliación del mercado en principio solo podría beneficiar al agro.

Hugo Moyano, quien no tuvo representación en el encuentro con Sica, ni siquiera dio margen para la negociación como si hicieron sus colegas de la CGT. De acá a las elecciones el objetivo del camionero es profundizar un plan de lucha y, de hecho, este jueves su Frente Sindical, tras analizar tópicos como ganancias y salario mínimo, vital y móvil, podría anunciar una movilización.

De esa entente moyanista también participa la Central de los Trabajadores Argentinos, en sus dos vertientes, que sí tuvo enviados a la reunión con el ministro de Producción.
«Nosotros no sólo le pedimos la letra chica del acuerdo sino también la letra grande. Son tan asimétricas las economías del Mercosur y de la Unión Europea que el acuerdo te puede cambiar la estructura productiva del país, te puede llevar a flexibilizar las condiciones de trabajo, a precarizar el empleo «, advirtió ante Infobae, Ricardo Peidró, líder de la CTA –Autónoma.

Sica no aguardó al nuevo encuentro que él mismo le prometió a los sindicalistas para hacer su propia evaluación. A través de un comunicado, difundido apenas concluida la cumbre con la dirigencia empresarial y gremial, insistió sobre «la importancia» del tratado para abrir mercados y potenciar las economías regionales.

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