Como cada domingo, en el mediodía de Roma, el Papa pronunció un breve mensaje y rezó junto a los fieles congregados en la Plaza frente al Palacio Apostólico. Esta vez, después del Ave María, hizo un llamado a defender la dignidad de la vida humana.
“Espero -dijo Francisco- que esta Jornada sea una oportunidad para renovar el compromiso de custodiar y proteger la vida humana desde el principio hasta su fin natural”.
Y agregó: «También es necesario contrastar toda forma de violación de la dignidad, incluso cuando están en juego la tecnología o la economía, abriendo las puertas a nuevas formas de fraternidad solidaria”.
La frase resuena con especial significación a sólo dos días de la audiencia que el Sumo Pontífice mantuvo con el presidente argentino, Alberto Fernández, el pasado viernes 31 de enero, tras la cual hubo idas y vueltas en torno a si se había evocado o no el tema del aborto.
En la habitual conferencia de prensa posterior a la audiencia, el mandatario argentino negó que el tema hubiese estado en agenda.
El diálogo fue así:
—¿Presidente, finalmente el tema del aborto surgió en las conversaciones con Francisco?
—No. Hablamos mucho de la pobreza y le conté cómo era el plan de la pobreza…
—¿Y con Parolin tampoco…?, insistió un periodista, respecto a si el Presidente había hablado de la despenalización del aborto con el secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin.
—Tampoco.
—Disculpe la insistencia con el tema de la despenalización del aborto, pero hay mucha gente en la Argentina… —le dijo otra periodista.
—Eso ya lo hablé —contestó Alberto Fernández, sin esperar el final de la frase.
Poco después, un comunicado de la Santa Sede informaba que el tema sí había sido evocado, y lo hacía en los siguientes términos: “Durante las cordiales conversaciones, se expresó la satisfacción por las buenas relaciones existentes entre la Santa Sede y la República Argentina. Posteriormente, se examinó la situación del país, con especial referencia a algunos problemas como la crisis económica-financiera, la lucha contra la pobreza, la corrupción y el narcotráfico, la promoción social y la protección de la vida desde su concepción”.
Esta comunicación generó tal desconcierto en una delegación argentina todavía poco entrenada en las sutilezas de una diplomacia milenaria -no tuvieron en cuenta que los temas más ríspidos los Papas se los dejan a sus Secretarios de Estado para no mellar su autoridad-, que se llegó a hablar de un inexistente correo electrónico de Alberto Fernández pidiéndole rectificación al Papa…
Generoso, el Vaticano hizo una nueva aclaración, esta vez por intermedio del director de la Sala Stampa vaticana, Matteo Bruni: “No todos los temas citados en el comunicado de prensa sobre la audiencia con el presidente de la República Argentina han sido afrontados en todas las conversaciones: algunos han sido examinados en el curso del encuentro con la Secretaría de Estado, otros en el marco del encuentro con el Santo Padre”.
En la conferencia de prensa, también se le había preguntado a Alberto Fernández si pensaba relanzar el proyecto de legalización del aborto en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso el próximo 1° de marzo.
“Yo ya lo hablé -respondió el Presidente-. Y voy a cumplir con mi palabra. Pero mi palabra no es volver a abrir una brecha entre pañuelos verdes y celestes. Mi palabra es darle la posibilidad a la mujer de que, si quiere abortar, lo pueda hacer legalmente. Y ayudar a los que quieran tener a sus hijos, a que los puedan tener. Es todo. Y ese va a ser mi trabajo.”
Es difícil imaginar que se pueda relanzar el tema sin dividir a los argentinos; es como resolver la cuadratura del círculo.
Poco después de que Cristina Kirchner le ofreciera el primer lugar en la fórmula presidencial, consultado sobre la eventual legalización del aborto, Alberto Fernández había reaccionado con prudencia: “Es un tema que parte a la Argentina en dos y todos los temas que dividen no son buenos». Y agregó: «Me parece que no debe ser un delito y que con eso podríamos empezar a trabajar sin necesidad de avanzar tan rápidamente en la legalización, porque la legalización es un tema que divide a los argentinos”. En concreto, aludía a una solución intermedia que tal vez ahora haya dejado de lado.
Volver a someter a la sociedad argentina a un debate que ya insumió cuatro largos meses es una decisión que cualquier estadista debe sopesar con cuidado, sobre todo si, como Alberto Fernández, no desea “volver a abrir una brecha” entre sus gobernados.