En el Gobierno no creen que Mauricio Macri y Cristina Kirchner logren sentarse a una mesa de consenso

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En el Gobierno no imaginan que Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner se sienten a una misma mesa de consenso, ni con «los diez puntos» que se elaboraron en Casa Rosada ni con otros. Por lo menos, es lo que dijo una fuente oficial a la que Infobae consultó acerca de si veía posible un encuentro entre ambos para por lo menos discutir los lineamientos de un eventual acuerdo : «No, si ni siquiera quiso entregarle al Presidente los atributos del mando, como ella misma reconoció» en su libro.

De hecho, Macri y Cristina se vieron pocas veces personalmente y nunca tuvieron un buen vínculo. En la Casa Rosada se vieron una sola vez, cuando el por entonces jefe de gobierno porteño se reunió con la presidenta en el 2010, en medio de una ocupación a tierras de Villa Soldati, y Cristina lo recibió junto a Aníbal Fernández. Ella habló como una hora y Macri casi no emitió palabra. Otro encuentro fue en la residencia de Olivos, en noviembre de 2015, cuando intentaron acordar el traspaso.

El acuerdo, o las condiciones de su posibilidad, se transformó en el vórtice al cual se dirigen la mayoría de las conversaciones en el Gobierno, en la oposición y en el amplio círculo rojo involucrado en evitar una nueva crisis de confianza que complique más la situación económica durante el transcurso del año electoral.

Es un torbellino que arrastra discusiones en los más diversos tonos y con las más variadas intenciones en la búsqueda de un ordenamiento que facilite un cambio de administración lo más previsible posible, sin llegar a cuestionar los fundamentalseconómicos como asegurar que Argentina cumplirá con sus compromisos y evitará salir del estancamiento económico por vías que pongan en riesgo el equilibrio fiscal al que finalmente se llegó.

«Compromiso con la normalidad», «llevar tranquilidad durante el año electoral», «parar con la dinámica demagógica de que las cosas se resuelven gastando más», «mostrar responsabilidad desde el Estado para que el país siga adelante normalmente» y dejar el rumbo para discutir durante la campaña es el objetivo del Gobierno, según coinciden las fuentes que rodean al Presidente y trabajan a destajo para convencer a la mayor cantidad de referentes de los distintos sectores de salir de la desconfianza interna, que provoca la externa.

Un experto en comunicación política cercano al Gobierno lo define como «una gran campaña de relaciones públicas entre los que toman las decisiones y los que forman opinión», a los que habitualmente nadie se tomaba el trabajo de hablar, «quizás porque se priorizaba la gestión».

Por eso en el Gobierno no se considera que se trate de una estrategia electoralista. Por el contrario, creen que tienen más para perder si no se consiguen los consensos necesarios, que lo que tienen para ganar si finalmente se logran. «No puede ser electoralista algo tan elemental como lo que pretendemos acordar», dicen cerca del Presidente.

Y ponen foco en un asunto que es difícil de rebatir. «Argentina tiene una larguísima historia de país incumplidor, es necesario dar una señal clara al respecto, enfrentar nuestra propia historia, ya que es más fácil que se crea que no vamos a hacerlo, porque así actuamos muchas veces», según se asegura.

Ante el descreimiento generalizado en torno a las nuevas medidas de contención del dólar para evitar que se siga disparando la inflación, en la Casa Rosada contestan que «esto va a funcionar, como funciona la ley de gravedad, costará más tiempo porque las circunstancias históricas que tiene la Argentina, pero no dudamos que así será».

El fantasma de Cristina, cuya posible victoria en balotaje fue pronosticada en la encuesta de una consultora de vínculos con el Gobierno -Isonomía-, sería el principal enemigo a combatir por el Gobierno. «No a Cristina, sino a su fantasma y los miedos que su eventual triunfo provocan tanto afuera como adentro del país», se asegura en Casa Rosada.

Ante la pregunta de si el Presidente leyó el libro Sinceramente que la ex presidenta lanzó hace pocos días y ya se transformó en el bestseller de la década, la respuesta fue un sencillo «no, ni creo que lo haga tampoco».

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