La causa de los cuadernos de las coimas durante los gobiernos kirchneristas genera constantes novedades a medida que los involucrados, sobre todo los empresarios que se convierten en arrepentidos, declaran cuál fue su rol en la entrega de dinero que iba a parar a las arcas del Ministerio de Planificación que conducía Julio de Vido, a la Quinta de Olivos y al domicilio particular del matrimonio Kirchner en Recoleta.
Según reveló Infobae cuando accedió a los escritos, una de las empresas más comprometidas es el Grupo Techint, ya que, según indica el cuaderno del 2008, Roberto Baratta, mano derecho de De Vido, fue nueve veces al edificio del holding en Retiro.
A raíz de esto, un directivo del grupo, Héctor Zabaleta, fue detenido, y otro, Luis Betnaza, fue citado a declarar. En el caso del primero, negoció con el fiscal Carlos Stornelli las condiciones para convertirse en imputado colaborador y luego de declarar ante el juez Claudio Bonadio, a cargo de la causa, fue liberado.
Infobae accedió a lo dicho por Zabaleta ante el magistrado. Allí, el ex ejecutivo dio detalles de cómo eran las negociaciones para el pago de coimas, dónde se realizaban y cómo fueron las amenazas que recibió de Baratta. Admitió participar de varias transacciones y no se refirió al dinero como aportes de campañas, que fue la estrategia que eligieron el resto de los empresarios arrepentidos, como Angelo Calcaterra (IECSA) y Juan Carlos de Goycoechea (Isolux).
Una detalle particular sobre el pago de sobornos que se desprende de la declaración es la «lucha» que había entre si debían hacerse en pesos o en dólares. Zabaleta explicó que Baratta le pedía dólares pero que él se los negaba porque no tenía liquidez en moneda estadounidense. La primera vez que surgió la discusión, Zabaleta lo llamó a Betnaza y éste le respondió que así era el acuerdo y que si no cumplían les iban a cortar la luz y el gas de las plantas de Siderar y Siderca. Era un pago equivalente a un millón de dólares, que Zabaleta insistía en pagar en pesos.
En otra ocasión, la puja revivió. El empresario contó que Baratta lo llamaba antes de cada entrega y siempre le exigía dólares porque los pesos no servían. Ante la negativa, bajo el argumento de que no tenían esa cantidad de efectivo, las amenazas variaban: cortar el gas, no dejar importar tubos de China o que no les iban a asignar nunca más una obra. En la narración Zabaleta aclara que Baratta siempre se resignaba y aceptaba los pesos.
En el comienzo de su relato, el ex ejecutivo del grupo comandado por Paolo Rocca menciona brevemente a Néstor Kirchner. Lo hace para aclarar que en el momento cuando ocurrió esto (2008), no tenían ninguna obra pública y que se habían retirado de la concesión de la Ruta 7 porque el ex presidente les pedía dinero.
Luego, más en el final, Zabaleta realiza un estimado de cuánto totalizaron todas las entregas de bolsos: entre quince y veinte millones de pesos. Aquí volvió a salir el tema de la moneda. En un último pago, cuenta el directivo, Baratta le recriminó que nunca, en todas las veces que se vieron, le dio dólares.
Cómo eran las entregas
Zabaleta sostuvo que aproximadamente diez días después de haber sido contactado por el hombre de confianza de De Vido se efectuó la primera entrega, que habría sido la más importante, de dos millones de pesos aproximadamente. Esa suma fue entregada en un bolso de viaje que Baratta recibió y apoyó en el piso del asiento trasero del Toyota Corolla en el que llegaba siempre. Confirmó también que el auto era conducido por un chofer, aunque aseguró no haber identificado nunca su rostro.
Las entregas siguientes, de menor cantidad de dinero, se hicieron en sobres de papel madera con pliegues en los que entrarían aproximadamente 400 mil pesos y se efectuaron todas, al igual que la primera, en el segundo subsuelo del edificio de Retiro del Grupo Techint en Della Paolera 297. Allí, según su relato, el ex directivo de la multinacional podía garantizarle a Baratta que no quedaría registrado su ingreso porque las cámaras tomaban únicamente a los peatones entrando al cuerpo del edificio y no el paso de los autos. Zabaleta dijo que ésta era una de las principales preocupaciones del ex viceministro.
Sobre lo que consta en los cuadernos de Centeno, el cuarto empresario arrepentido ratificó que siempre fue él quien entregó el dinero a Baratta, que alguna vez lo esperó afuera e ingresó con él a la cochera a bordo del auto y que en alguna oportunidad que llovía, para no esperarlo afuera, dejaba dicho al personal de seguridad que si preguntaban por «Héctor» lo dejaran pasar. De esta manera, nunca habría quedado registrado el ingreso. Además, aseguró no reconocer a un tal «Ale» que es mencionado en los cuadernos durante esos pagos.