En mayo, Santiago del Estero registró una suba de 3,21% en alimentos

Una familia de dos adultos y dos niños precisó $990.722 para cubrir los bienes y servicios que componen la Canasta Básica Total (CBT), acumulando un incremento del 15,35%.

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El Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi) dio a conocer el informe, correspondiente al mes de mayo del Índice Barrial de Precios. A continuación el estudio completo:

A pesar de cierta estabilidad macroeconómica —todavía frágil y sujeta a múltiples tensiones—, no se observa un efecto positivo tangible en los hogares de menores ingresos. Lejos de generar certidumbre, el actual escenario económico profundiza la percepción de estancamiento entre estas familias, que atraviesan semanas y meses sin registrar mejoras reales en sus condiciones de vida. En este contexto, los mensajes oficiales que insisten en una supuesta recuperación no logran ser creíbles ni significativos para amplios sectores sociales, que no encuentran en su experiencia cotidiana indicios de un avance concreto hacia la superación de la pobreza.

En mayo, la variación de los precios en los negocios de cercanía en los barrios populares tuvo una suba del 3,21% respecto al mes anterior. Este resultado fue obtenido de acuerdo al relevamiento mensual de los precios de 57 productos de la Canasta Básica de Alimentos (CBA), realizado por el Indice Barrial de Precios (IBP), efectuado en 172 comercios de Santiago del Estero.

Se observó que una familia de dos adultos y dos niños precisó $990.722 para cubrir los bienes y servicios que componen la Canasta Básica Total (CBT), acumulando un incremento del 15,35%.

Mientras que el incremento interanual fue de 34,21%, respecto al mismo mes de 2024, donde presento un costo de $738.171. Es decir que la misma familia necesitó $252.551 más, para cubrir los mismos gastos de servicios como transporte, energía, combustibles, comunicaciones, salud, educación, entre otros y no caer bajo la línea de pobreza.
En mayo, la misma familia necesitó $434.527 para cubrir sus necesidades indispensables de alimentos. Requirió $13.495 más que el mes anterior (3,21%), mientras que acumuló un 15,32% de incremento y 30,68% en la comparación interanual, lo que representan más de $102.018.

En cuanto a los rubros, los precios de los productos de almacén subieron 4,51%, las carnes mantuvieron el alza de 2,48% y las frutas y verduras 1,15%.

En los últimos doce meses, desde mayo 2024, los precios de los cortes de carne aumentaron por encima del promedio, llegando al 59,62% de incremento, los de almacén 20,61% y los de verdulería 12,49%.

Pérdida de poder adquisitivo y creciente desigualdad en los sectores populares
Según datos oficiales del INDEC, en mayo de 2025 la región del Noroeste Argentino (NOA) registró una inflación del 1,2%, la más baja entre todas las regiones del país. Este dato fue presentado por el Gobierno nacional como un signo de estabilidad macroeconómica. Sin embargo, esta aparente mejora en los indicadores generales no se traduce en mejoras concretas en la calidad de vida de los sectores populares.

Desde la asunción del actual gobierno, en diciembre de 2023, el desfasaje entre ingresos y costos básicos de vida se ha profundizado. Durante este período el salario mínimo aumentó un 133,48%, mientras la Canasta Básica de Alimentos (CBA) se incrementó un 160,31% y la Canasta Básica Total (CBT) subió un 176,05%.

Estos datos reflejan una pérdida sostenida del poder adquisitivo, especialmente entre los hogares con ingresos más bajos. La comparación entre el valor mensual de las canastas básicas y el salario mínimo es especialmente relevante en los barrios populares, donde gran parte de los/as jefes/as de hogar trabaja en condiciones informales y percibe ingresos incluso por debajo de ese mínimo legal.

Por ello, esta relación no es meramente técnica, sino una herramienta fundamental para dimensionar el deterioro económico real de los sectores más vulnerables.

La caída del poder de compra impacta directamente en el acceso a bienes y servicios esenciales, generando un progresivo agravamiento de la situación social en amplios sectores urbanos. A esto se suma la situación de millones de trabajadores y trabajadoras de la economía popular, quienes, si bien no figuran como desocupados/as en los registros oficiales, dependen de empleos informales, temporales y precarios. Esta situación los obliga a aceptar condiciones laborales desfavorables, sin garantías ni estabilidad, y los expone a una permanente incertidumbre económica.

En este contexto, la supuesta estabilización macroeconómica —aún frágil y desigual— no logra generar certidumbre en las familias que viven en condiciones de vulnerabilidad. La sensación de estancamiento se profundiza: pasan los días, las semanas y los meses sin que haya mejoras reales en su calidad de vida. El discurso oficial sobre una recuperación en curso resulta lejano e inverosímil para estos sectores, que no encuentran evidencia concreta de que están “más cerca de salir de la pobreza”, como se afirma desde algunos espacios gubernamentales.

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