¡Ay, pero qué flaquito!, diría Susana Giménez. Pero en rigor, además de su físico esbelto, Michael Bublé también se destaca ahora por sus músculos. Bueno, sí, está bien: no es el portugués Cristiano Ronaldo y sus bíceps delineados al milímetro. Pero el cantante canadiense dejó atrás los rollitos -y algo más- que engrosaban su abdomen para evidenciar, a lo largo de un trabajo que llevó varios años, un cuerpo tonificado.
Ahora bien, ¿cómo estaba antes? Así…
¿Qué pasó en el medio? El matrimonio con Luisana Lopilato… Porque a diferencia de la mayoría hombres (¡hagamos un mea culpa, muchachos!), Bublé mejoró tras haberse puesto el anillo de casados: lejos de tirarse en el sillón con una cerveza en la mano y el control remoto en la otra, cambió sus hábitos. Y su cuñada, la nutricionista Daniela Lopilato, mucho tuvo que ver en eso.
«Michael siempre fue delgado, pero engordaba por zonas: tenía grasa acumulada en distintos lugares del cuerpo -describe Daniela-. Por eso trabajamos por etapas. Primero tenía que perder esa masa grasa para después poder moldearlo, generando músculo».
Debido a su estilo de vida, con meses de gira volando por distintos países y otros tantos «en tierra», se confeccionó una dieta con distintas «fases» de intensidad, según la circunstancia. Y con una gran variedad de alimentos para evitar que el músico se aburra y eche todo a perder.
Además, se fijó una premisa: Bublé -como cualquier otro paciente- nunca debía pasar hambre. Porque comer… bueno, ¡comer le gustó siempre!, al punto que él mismo termina riéndose de fotos como esta.
Tan bien le fue ¡que hasta Luisana se enganchó con la dieta planificada por su hermana! «Yo también lo hago porque es un plan genial. Trabajamos con productos a base de proteína, con comidas naturales y vegetales -puntualiza la actriz-. Es una dieta muy fácil de hacer, no te da hambre, y te saca las ganas de comer algo dulce. La hice para bajar de peso y perder mis kilos de embarazo. Es una dieta efectiva y rápida».
Su marido, en tanto, bajó siete kilos. Y hace un año comenzó con lo más tedioso para su gusto: la actividad física. En el caso de Bublé, se optó por la gimnasia funcional. «Se trata de una modalidad en la cual intervienen todos los grupos musculares, con una técnica que la hace divertida y accesible para cualquier persona -destaca la mayor de las Lopilato-. Y nos reímos porque cada vez que termina, Michael nos dice: ‘¡Estoy muerto!’, aunque no pareció que hubiera hecho demasiad».
El ejercicio, combinado con la ingesta de proteínas de alto valor biológico, permitieron que Michael haya conseguido, a los 40 años, un cuerpo atlético. Y al fin, tanto esfuerzo valió la pena. Porque a vos… ¡a vos no te va tan mal, (ex)gordito!