Con la celebración del Domingo de Ramos, los católicos recuerdan la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y comienza formalmente la Semana Santa. Sobre el particular el obispo Ariel Torrado Mosconi resaltó que el ramo bendecido no es un amuleto y resaltó, «todos debemos tener la actitud permanente de conversión, morir al egoísmo, morir a las cosas que nos alejan de Dios».
En diálogo con LA BANDA DIARIO señaló, «esta celebración nos tiene que hacer reflexionar sobre la importancia de seguir los pasos de Jesús. La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, y así como aclamamos a Cristo como Rey agitando los ramos, tenemos que comprometernos a seguir sus pasos».
Seguidamente sentenció, «ese ramito bendecido, no es un amuleto, y nos tiene que recordar que así como Cristo se dirige a la cruz y de ese modo llega a la Resurrección, así también nosotros tenemos que disponernos a cargar con la cruz de cada día».
Más adelante agregó, «no hay Pascua sin Viernes Santo, no hay Resurrección sin la cruz que implica el dar nuestra vida, cargar con nuestras dificultades».
Refiriéndose a la celebración de Pascua el prelado santiagueño consignó, «la Pascua significa paso y todos debemos examinar nuestro interior y averiguar que quiere Dios de nosotros. El paso que debemos dar es el paso del pecado a la gracia; todos debemos tener la actitud permanente de conversión, morir al egoísmo, morir a las cosas que nos alejan de Dios, para dar ese paso».
En otro orden de cosas y al referirse a la muestra de humildad y sencillez del Papa Francisco, el pelado santiagueño consignó, «el santiagueño se caracteriza por la sencillez y la humildad, ojalá que no perdamos nunca eso, el Papa lo está mostrando como un valor importante. Y muchas veces la tentación puede estar entre nosotros la actitud de la soberbia, del orgullo nos entran por los medios masivos de la comunicación, que nos lleva al materialismo y nos dejan vacíos, resecos por dentro. Yo creo que este ejemplo que nos da el Papa tiene que ser la ocasión de renovar los valores que tiene el pueblo santiagueño el valor de la humildad, de la vida, de la simplicidad de no dejarnos tentar por la frivolidad, que es ajena a la cultura del pueblo santiagueño y bandeño».