Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado

0
790

Por Facundo Gallego, especial para LA BANDA DIARIO

Jueves IV de Cuaresma

  1. Oración inicial

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Dios Padre, que me regalas este momento para encontrarnos con tu Hijo Jesucristo, por obra del Espíritu Santo, te doy gracias por el amor infinito con que nos amas y nos proteges incesantemente. Te pido que derrames tu bendición sobre toda la Santa Iglesia, y que bendigas especialmente mi corazón y a mi familia y amigos. Perdona nuestros pecados y miserias, fortalece nuestras debilidades, y danos el perdón y la paz. Amén.

  1. Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (5,31-47)

Dijo el Señor a los fariseos: “Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.

Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.

Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios? No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?».

Palabra del Señor

  1. Meditación

Este pasaje del Evangelio es un largo discurso que Jesús pronuncia luego de haber sido acusado de blasfemo, por llamarse Hijo de Dios. Jesús se defiende de una manera excepcional, sin dejar ninguna duda de que Él viene de Dios, viene a realizar las obras de Dios. Es más: Él es Dios mismo, que viene a nuestro encuentro.

Los judíos sostenían que todos los asuntos se zanjaban por la palabra de dos o tres testigos. Por eso, Jesús no solamente tiene su propio testimonio: sino que tiene el testimonio del Padre, que obra en el Hijo; y el testimonio de Juan el Bautista. Él era la lámpara que arde y resplandece, y muchos creyeron que él era el Mesías esperado.

Pero Juan Bautista no se dejó llevar por deseos de gloria y honores humanos, sino que supo hacer un paso atrás: “Él es el Cordero de Dios…” dijo al señalar a Cristo a sus discípulos. Donde el Sol está no pueden brillar las estrellas. Y Juan era la última estrella, que debía preceder a Cristo que venía. Y supo apagarse a tiempo, pues era “necesario que Jesús creciera y él disminuyera”.

Nosotros, los bautizados también tenemos que dar testimonio de Cristo, ser lámpara para nuestros hermanos, sobre todo para quienes viven en la oscuridad del pecado y de la ignorancia de Dios. No sabemos cuánto bien puede hacer una oración rezada en común, o una palabra de consuelo, o un pasaje bíblico, o un “rezo por vos” prometido y cumplido.

Sobre todo, en estos tiempos de incertidumbre y de muchas noticias alarmantes (y muchas veces, falsas), hay que rescatar la acción misionera de una Iglesia que se ha animado a entrar de lleno a las redes sociales y a los grandes medios de comunicación social de hoy. Si alguien quería una Iglesia moderna, aquí la tiene: predicando el Evangelio y llevando la gracia de Dios a través de pantallas y sitios web. ¡¿Cuándo se hubiera imaginado Cristo que sería adorado en el Santísimo Sacramento desde la pantalla del celular?!

Así también somos lámpara para un lugar muchas veces inexplorado de la realidad: el lugar virtual.

 

  1. Comunión espiritual

Señor Jesús, te damos gracias porque te has quedado en el Santísimo Sacramento del Altar. Hoy, no puedo recibirte sacramentalmente, pero al menos te pido que vengas espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno en todo a ti. No permitas que jamás me separe de ti. Amén.

  1. Oración final

Te damos gracias, Señor, por el amor que derramas en nosotros, y porque nos alientas a dar testimonio de Cristo a nuestros hermanos. Alimenta nuestro afán de llevar el Evangelio y la gracia a través de nuevos mares.

Por intercesión de la Virgen María y de San Roque, te pedimos que bendigas y protejas a la Iglesia y al mundo entero del avance del coronavirus. Concede la salud a los infectados y el descanso eterno a los fallecidos. Tú, que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here