“Éste debería considerarse el piso de la inflación para 2022, a menos que se introduzca un serio plan de ataque a la inflación que logre torcer su rumbo. Sin embargo, este escenario aparece como el menos probable, al margen del compromiso que se adopte con el FMI”, continúa el economista.“La necesidad de introducir algunos retoques tarifarios, junto con el deslizamiento de la cotización del dólar para evitar un retraso cambiario significativo, así como los incrementos salariales pactados, son factores que presionarán sobre la inflación desde el ángulo de los costos”, observa Beker.
“La emisión monetaria lo hará desde el punto de vista de la demanda, mientras que la inercia inflacionaria, en una economía semiindexada, asegurará que no haya una merma significativa en las tasas de incrementos mensuales de precios. Por lo tanto, inflación de costos, inflación de demanda e inercia inflacionaria se combinarán para asegurar que los precios sigan su actual derrotero”, completa el director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano.
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