Evo Morales, el leal aliado de Venezuela y Cuba que busca su polémica tercera reelección

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Evo Morales es el presidente latinoamericano en funciones con más tiempo en el poder, y quiere seguir allí. Hace 13 años demuestra astucia política, empatía con los pobres y buen manejo de la bonanza derivada de la exportación de materias primas a China. En sus mítines, Morales sigue acompañándose de chamanes que realizan ceremonias andinas mientras él empieza la arenga en la tarima. Sin embargo, de cara a las elecciones generales del próximo domingo, su suerte parece agotarse.

Morales, de 59 años, asumió en enero de 2006 como el primer mandatario indígena de Bolivia, en medio de una ola de victorias de signo izquierdista que atravesó la región con el cambio de milenio. Sus compañeros de ideología fueron quedando por el camino en Brasil, Argentina, Ecuador. Y Venezuela, con quien Evo mantiene un estrecho vínculo, está sumida en la peor crisis política y económica de su historia reciente.

Pero “Bolivia es diferente, vamos bien”, dice Morales y repiten convencidos sus seguidores en las calles. “Pedimos cinco años más para aprovechar nuestra experiencia (…) No me abandonen”, ha sido su mantra en los últimos días de la campaña hacia su elección más difícil.

El gobernante de origen aymara y leal aliado político de Cuba y Venezuela busca el domingo su cuarto mandato, un verdadero récord en Bolivia, desde la independencia del país en 1825. Al frente tiene al exmandatario, periodista y exvocero del reclamo marítimo contra Chile, Carlos Mesa.

Un zorro en su palacio

Los opositores le endilgan a Morales un carácter tozudo, que le impide reconocer errores, y de encarnar un gobierno antidemocrático que está empujando al país hacia una “segunda Venezuela” en la región. Sus seguidores le atribuyen casi el don de la infalibilidad.

Es un zorro político que ha logrado aprovechar, principalmente, la prosperidad económica, tras decretar la nacionalización de los hidrocarburos, pocos meses después de instalarse en el poder.

El vicepresidente Álvaro García, quien acompaña a Morales desde 2006, aseguró dos veces a fines de 2013 que «el presidente Evo es la unidad del cuerpo de Túpac Katari (líder aymara descuartizado en 1781) y que «el presidente Evo es la resurrección del pueblo indígena».

Katari lanzó, antes de ser ejecutado, su famosa arenga: «A mí solo me matarán, pero mañana volveré y seré millones».

En 2018, Morales estrenó la Casa Grande del Pueblo, un rascacielos de 29 pisos con helipuerto que se impone en el casco histórico de La Paz y que sustituyó al Palacio Quemado, que albergó el poder político desde el siglo XIX, como la nueva sede presidencial. El edificio es conocido en Bolivia como «el Palacio de Evo».

Premoniciones

Conoció la pobreza desde que nació, el 26 de octubre de 1959 en el poblado de Isallavi, en la región andina de Oruro. Criador de llamas de niño y luego vendedor de helados, fabricante de ladrillos y trompetista de un grupo de música local, Morales llegó al Chapare, corazón cocalero de Bolivia, para dedicarse a su cultivo.

Se enroló en las lides sindicales, donde comenzó su carrera política en 1995, como diputado nacional. En 2002 se lanzó por primera vez como candidato presidencial, llegando al segundo lugar.

Cuatro años después, en 2006, arrolló en las urnas al derechista Jorge Quiroga con 54% de los votos y llegó a la presidencia.

En 2008, durante un encuentro con la prensa extranjera, Morales contó que cuando era niño, a los 11 o 12 años, soñó que volaba por sus tierras natales. Al contarle de su sueño a su padre, este le dijo: «Evito, te va a ir bien, respeta a mayores y menores, te va a ir bien en tu futuro».

Morales no alcanzó la educación universitaria y tiene enormes problemas para leer un discurso en público. Prefiere improvisar en sus apariciones y repetir frases sobre la bonanza económica de su gobierno, la estabilidad política y los enemigos internos (derecha) o externos (Estados Unidos) que le acechan.

Hoy se ciernen sobre él nubarrones, luego de casi 14 años en el poder, con denuncias de corrupción en su gobierno. El mandatario aymara no ha revelado si sigue teniendo sueños premonitorios sobre su futuro.

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