Fabiola Yáñez repartió juguetes en la Casa Garrahan y anticipó que se dedicará al trabajo social: “Todo lo charlamos con Alberto”

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Fabiola Yáñez es una pieza cada vez más importante, con su estilo, en el esquema presidencial. En la Casa Rosada no buscan ni quieren comparaciones con la fuerte impronta de su antecesora, Juliana Awada. Su rol lo define ella misma en una breve entrevista con Infobae, único medio que fue testigo de su recorrido de ayer en la Casa Garrahan, donde pasó de la seriedad a la emoción según lo que le iban contando. En un momento se detuvo maravillada a ver varias calesitas en miniatura junto a un gigantesco árbol de Navidad y después se entusiasmó con los trajes de los Reyes Magos que la acompañaron en su recorrida, que hasta tenían zapatos negros bordados en dorado como sus capas. Ella misma buscó en las bolsas los paquetes de regalo para repartir mientras preguntaba a cada chico su edad y ayudó a romper el papel que escondía, por ejemplo, un gran auto de carreras rojo.

La primera dama, que está comprometida pero no casada con Alberto Fernández, llegó apenas pasadas las 15 desde la residencia de Olivos. A las 15.10 se metió en el ascensor de la Casa Garrahan junto al equipo directivo de la Fundación y varios médicos. Alguien advirtió que eran más de los permitidos. Ella se adelantó un paso, levantó la mano y se rió: “Si quieren, me bajo yo”. Así arrancó su visita en el Día de Reyes a la casa de Pichincha 1731, a metros de la avenida Brasil.

Llegó casi puntual con su equipo de colaboradores en una combi blanca, con un auto detrás y otro adelante. Como corresponde institucionalmente, ahora se mueve con custodia aunque habla como si no hubieran cambiado mucho las rutinas de su vida cotidiana.

La esperaba también una mujer de jean y rulos rubios que se puso una peluca con más rulos. “Soy payasa de hospital”, contó Marina López, una ama de casa de Vicente López que varias veces le escribió mensajes por Instagram a la mujer del Presidente. El 2 de enero Fabiola Yáñez le respondió y le propuso sumarla a alguna actividad. Esa actividad fue la de ayer a la tarde en la Casa Garrahan, donde se alojan chicos con sus familias, generalmente mamás, que se atienden en ese hospital, en el Elizalde y o en el Gutiérrez.

Yáñez misma recordó cuando vivía en Santa Fe y viajaba a Buenos Aires para acompañar a su hermana a recibir atención médica especializada. “Acá está lleno de primeras damas”, observó una médica sobre las voluntarias y madres que sostienen a los niños en tratamiento.

El primero en darle la bienvenida había sido Jorge Meneheim, presidente de la Fundación junto al presidente del Hospital, Carlos Kambourian, y la directora ejecutiva de la Fundación, Silvia Kassah. La llevaron al primer piso y le mostraron un dormitorio vacío, el 101. En cada puerta le señalaron los nombres de los padrinos: Antonio Banderas, Abel Pintos y varias empresas. Yañez preguntó cuántos niños se encuentran alojados actualmente. Le respondieron que 16 familias porque, aunque hay 46 habitaciones, a la mayoría les dieron de alta para que viajaran a sus provincias a pasar las Fiestas.

La primera dama asintió varias veces, se mostró informada en sus comentarios y contó que había visitado la Casa Sahni en San Juan, que es similar. “La próxima vez que viaje a Misiones voy a visitar la Casa Posadas”, agregó sobre sus idas a la provincia donde vive parte de su familia.

“El 40% de los chicos con cáncer del país se atienden acá”, dijo Kambourian mientras Ana Bruk, directora de Atención al Paciente, le explicaba cómo es el mecanismo de selección de quienes se atienden allí y alguien, sin pedirle ayuda puntual, remarcó que la Casa se sostiene con donaciones y que el Estado ahorra porque los niños que se alojan allí liberan las camas de los hospitales dejando el lugar para otros chicos con enfermedades complejas.

Después la llevaron a un comedor, donde saludó uno por uno a cada nene y nena y a sus respectivas mamás. Todos le pidieron fotos. Mientras sonreía abrazada a una niña se le acercó Thiago y le dijo que él quiere ser presidente. “Vas a ser presidente, ¿por qué no?”, le respondió mientras Cristina, su mamá, contaba las discusiones que escucha en su casa en Bahía Blanca entre el papá de Thiago, que estudia para soldador, y un amigo marinero.

Cada cual le propone su propia vocación al niño que está en tratamiento oncológico e insiste con su propio sueño.

“Ay, Antonella, qué hermosa sos”, elogió la pareja del Presidente a otra niña antes de bajar a la biblioteca y compartir una charla con el equipo del Garrahan, que duró hasta la aparición de la payasa y los Reyes. Sentada a la mesa, aceptó un café con edulcorante, pero no probó ni las masitas ni los triples de miga con que la esperaban. Se le llenaron los ojos de lágrimas cuando la doctora Analía Stasi, sanitaria, le señaló: “Es un orgullo contar con tu presencia”. “Hay que valorar lo que está bien hecho”, le respondió Yáñez, con un poco de temblor en los labios.

En el patio ya estaban los actores vestidos de Reyes Magos, por lo que alguien apuró la charla al entregarle a la primera dama dos bolsas. “Ay, a mí también me llegaron los Reyes”, exclamó mientras le mostraban una tetera, una taza y, como sabían que toma mucho mate, uno de cerámica con el logo de la Casa y una bandeja hecha con tapas de gaseosa recicladas. También anotadores y otros artículos de librería reciclados y hechos por voluntarios y personal del lugar.

Entonces le avisaron a Yáñez que estaban bajando los niños de sus cuartos y los que había visto en el comedor. Otra vez saludó a uno por uno y se tomó fotos con cada uno. A Luciano, un jujeño de 17 años que espera un transplante de hígado, le elogió el pelo recién teñido de rosa; a Xavier, que le dijo en voz baja que es de Santiago del Estero, le acarició un mechón teñido de rubio y también llenó de elogios a Luz Mía, que con 11 años viaja cada mes con su mamá porque es trasplantada renal. “No esperábamos esta sorpresa tan linda” le repetía a Infobae una mamá mientras, después de repartir regalos, la pareja de Alberto Fernández se agachaba para hablar en susurros con Benja, de Concordia, que con 6 años le balbuceó que no le había gustado el dinosaurio. “Buscalo y mostrámelo”, lo consoló.

Hubo más fotos con adultos y otro saludo uno por uno para despedirse de los chicos y sus familiares. Pero antes la primera dama accedió a hablar sobre su rol con Infobae y, mientras se acomodaba el jopo, reveló que se había peinado y maquillado sola.

-¿Hasta ahora se la ve siempre en comedores y en actividades sociales y con niños, se va a concentrar en esas actividades o responde según las visitas que le proponen?

-Todo lo que hacemos está vinculado con la primera infancia y la niñez. Lo más importante es que veo que hay muchas cosas que se hacen en diferentes lugares del país y que son buenas como ejemplo. En Misiones, por ejemplo, la escuela de robótica que funciona como escuela y no como un lugar de visita. Los chicos de esa escuela, que es pública y gratuita e incluso tiene un cupo para niños que son de las comunidades guaraníes, ganaron un premio mundial en Dubai. Nos interesa que a ese tipo de cosas se les pueda dar visibilidad para que se puedan replicar. Me parece que la educación necesita incentivos. También he visto una educación disyuntiva a la que se puede dar visibilidad. Algunas se podrán hacer a nivel nacional y otras quizás las haga cada provincia. Pero es bueno que se conozcan. Lo mismo que el Programa de los 1000 días y por eso viajé a San Juan. En San Juan y en Mercedes está bien logrado.

-No la escuché hablar de política, pero lo que dice sobre primera infancia y niñez se parece al mensaje del Presidente. Supongo que está charlado entre ustedes. ¿Es algo planeado, es una forma de acompañar el proyecto político de Alberto Fernández?

-Por supuesto que acompaño y todo lo que hacemos son cuestiones que compartimos. Hay una cuestión mía de preocupación por todo lo que tiene que ver con los niños y propongo cosas en esa línea. Siempre lo charlamos y él está de acuerdo.

-¿Le transmite al Presidente lo que ve, lo que le dicen, lo que le piden?

-Si. Hay algunas cosas que entiendo que se pueden hacer se las digo y hay otras que entiendo que, como están las cosas, hay que esperar. Todo lo charlamos.

-¿Cambió mucho su vida?

-Si, me cambió. Pero cambió bien.

-Si la hubiera cruzado hace tres meses y hoy, ¿es la misma persona?

-Sería igual que ahora (responde y se ríe).

-Pero dejó el trabajo en radio y teatro.

-Si, hoy me parece que uno a veces tiene la oportunidad de hacer. Todo tiene que ver con cómo ha sido la vida de uno. A mí me parece que hoy no era el momento para que esté delante de una cámara o sobre un escenario. Tenemos la oportunidad de hacer otras cosas. Pocas personas tienen la oportunidad de hacer cosas y ayudar.

-¿El trabajo social es lo que más le gusta de ser primera dama?

-Si pero… Primera dama, no sé. Yo soy Fabiola. No me molesta que me digan de una u otra manera, pero prefiero que me llamen Fabiola.

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