La conducta homicida de un adolescente tiene matices que tienen que se manifiestan con la edad e inmadurez del acusado de ese delito; su condición socio cultural y de la contención de su entorno familiar, según expuso el licenciado Fernando Castro, quien coordina el Gabinete de Psicología Forense del Poder Judicial.
En el caso particular del homicidio de Morena Díaz, la beba que murió a raíz de la golpiza que recibió en distintas partes del cuerpo, el profesional opinó que son varios los factores que influyen en el desenlace de este tipo de hechos; el primero de ellos es el contexto socioeconómico y sociocultural.
El menor imputado no tendría trabajo y de tenerlo sería algo informal, debido a su corta edad (16 años). Además, tendría un nivel de instrucción incompleto, lo cual lo hace prácticamente carente de un marco de referencia en cuanto a lo social.
Asimismo, se observa la escasez de frenos inhibitorios para evitar este tipo de situación, y de mecanismos defensivos para pensar antes de actuar, lo cual explicaría su conducta violenta.
También incide la edad, ya que él y la madre de la víctima son aún adolescentes. Por lo tanto, sus psiquis aún no han madurado, sobre todo en cuanto a las emociones. Se sabe que la adolescencia es una etapa en la que se pone de manifiesto la rebeldía, ya sea con la familia, las instituciones y se replantean muchas cuestiones que hacen a la vida.
Se vive el aquí y el ahora y no se planea el futuro, siendo difícil alcanzar un grado aceptable de madurez, que conlleve a una paternidad responsable.
De esta forma, la contención familiar prácticamente es nula, lo cual es típico de los tiempos en los que vivimos.
Como observación final, el lic. Castro afirmó que “hay una pérdida de valores, se cree que todo es mas light y éstos están trastocados. No hay una visión de familia, de unidad y de respeto que oriente las conductas personales y todo esto está siendo desafiado por lo económico y social. Cada persona piensa en uno mismo y hace que tengamos respuestas menos socializadas”.
