El arzobispado de La Plata informó que el lunes 3 de julio falleció, a los 89 años de edad, el presbítero Carlos Mancuso, luego de que su salud fuera desmejorando en los últimos días.
Los restos del sacerdote están siendo velados hoy en la parroquia San José y luego se celebrará la misa de exequias. Seguidamente, se realizará la sepultura en el panteón del clero del cementerio local.
El presbítero Mancuso nació en La Plata el 8 de febrero de 1934, ingresó al seminario mayor San José en 1955 y recibió el presbiterado en la catedral de La Plata el 8 de julio de 1962, de manos del entonces arzobispo local, monseñor Antonio Plaza.
Sus primeras tareas como presbítero lo llevaron a ser vicario cooperador de la parroquia Nuestra Señora de los Dolores y de Nuestra Señora de la Merced en Chascomús. También fue vicario sustituto de la parroquia Nuestra Señora del Valle, párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, asesor del Consejo Arquidiocesano de Mujeres de la Acción Católica, asesor del Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana y asesor del Consejo Arquidiocesano de Hombres de la Acción Católica.
Además, durante muchos años fue párroco de San José, capellán del Liceo Naval Militar, asesor del Movimiento de Renovación Carismática, canónigo del Cabildo Catedralicio platense y, durante gran parte de su vida, fue el único sacerdote autorizado por los obispos para realizar ritos de exorcismo dentro del territorio de la arquidiócesis de La Plata, tarea a la que se dedicó mientras su salud se lo permitió.
Fue además confesor en el monasterio de las Hermanas Carmelitas, a la vez que confesor y director espiritual del seminario San José. En el año 2012, el Papa Benedicto XVI lo distinguió con el título de Prelado de Honor de Su Santidad.
El portal Infocielo recordó, acerca de la “peculiar actividad” de exorcisar, que el fallecido sacerdote comentó, en su libro «Mano a mano con el diablo, crónicas de un cura exorcista», varios casos relacionados con esa práctica.
Uno de ellos, que acaparó particularmente su atención, fue el de una catequista que se había vuelto violenta de repente. Mancuso la miró y se dio cuenta de que ella estaba poseída. Entonces la llevaron al templo y practicaron el ritual del exorcismo en varias sesiones. Después, decubrieron que la pareja de ella no quería casarse y contrató a un brujo para poseerla. ‘Fue así que el demonio tomó posesión de su cuerpo’, narraba. ‘Fueron dos sesiones, ella fue liberada, se recuperó y pudo volver a sus actividades’, recordó entonces el sacerdote sobre el caso.+
AICA