-¿Te sentís parte de este gobierno?
-Del gobierno, no. No hay un gobierno de coalición. En todo caso hay una coalición electoral. Punto.
Pero me siento absolutamente seguro de lo que hicimos en Gualeguaychú (en marzo de 2015). Antes de la convención hubo una reunión de 200 dirigentes radicales en la que se analizaron tres posibilidades. Mantener el Frente Amplio UNEN; una alianza amplísima que comprendía todo, Macri e incluido Massa, y el acuerdo con Macri. Yo defendí continuar con UNEN, ganó la postura mía. Pero después me di cuenta de que a los socialistas de (Hermes) Binner sólo les interesaba conservar poder en Santa Fe. Lilita ya se había ido con el famoso episodio de la cartera y no me iba a quedar discutiendo con Pino (Solanas), que tenía por deporte putear al radicalismo. Entonces esta estrategia, que estaba en mi formación y mi conciencia, no iba. Y tampoco iba la continuidad del kirchnerismo, que tenían en su ADN el populismo y la degradación institucional. Y tampoco creía en el cuento de crear una burguesía nacional para sustituir a otra, si esa burguesía es el juego, la cartelización de la obra pública…. Y cuando me invitaban a dar charlas en la provincia de Buenos Aires e insinuaba la posibilidad de un acuerdo con Macri, se prendían como araña.
Había una situación de hartazgo social con el kirchnerismo, la cosa agresiva, soberbia. Y había que preservar las dos reglas de oro del sistema democrático. El equilibrio y el control del poder, que estaba totalmente desequilibrado en la Argentina, y la alternancia en el ejercicio del poder. Sin alternancia, hay hegemonía y autoritarismo.
Había que hacer una cosa distinta para garantizar las reglas del juego republicano. Ese fue mi argumento en Gualeguaychú. Ahora, en la convención más o menos acomodamos la distribución de candidatura, que nos dio a los radicales más crecimiento y visibilidad, pero llegamos contrarreloj y no hubo una discusión de algo más profundo.
-Ahora la coalición electoral ganó y está gobernando.
-La coalición electoral nos permitió crecer, etc. etc. Pero el radicalismo no tiene un ámbito de discusión de las políticas públicas. A nosotros nos dicen «ustedes son socios de Cambiemos». No somos socios. Somos fundadores. Nuestro planteo desde el principio siempre fue que esto era una construcción política. Y no hay tal construcción política. Yo voy a seguir insistiendo con institucionalizar Cambiemos, que no significa que me den un ministerio más o un ministerio menos, para que parezcamos unos «mangueros» del poder. Significa que si viene el decreto 882 de la privatización de la energía, tengamos un ámbito de debate. Si van a discutir algunas políticas vinculadas a la educación, también lo tengamos.
¿No hay ámbito de debate en Cambiemos?
-No hay. El PRO tiene un sistema hipercentralizado. Es Macri, es Marcos Peña y los dos o tres CEO. No juegan la partida grande todas las veces ni María Eugenia Vidal ni Rodríguez Larreta. A veces sí, a veces no. Cuando se da la interna radical en Capital Federal, Angelici juega con Coti (Nosiglia) y Larreta juega a muerte con Jesús Rodríguez y con Facundito (Suárez Lastra). Yo no podría creer que Angelici juega con Coti sin un guiño de Macri. Si Angelici es Macri. Y eso es para debilitarlo a Larreta… A su vez, Larreta es un poco el creador de María Eugenia Vidal, por su origen en el «Grupo Sophia». Y a su vez, Macri distingue más a Marcos Peña, que tiene una espectacular antipolítica. No antiradical. No quiere ni a los radicales, ni a los peronistas ni a los socialistas. Está vacunado contra la política, intelectualmente vacunado contra la política. Y yo creo en un sistema de partidos. Por lo cual hoy estamos en una situación difícil.
-¿Qué discute el radicalismo, internamente, frente al gobierno?
-Discute la relación con el poder central. Porque también hay una tara radical de solamente ver las cosas en el crecimiento, que pasamos de tener 16 intendentes en la provincia de Buenos Aires a 41. Yo les digo: «muchachos, nos van a convertir en el partido agrario radical francés, que es un partido agrario….». Porque nos dejan competir en los pueblos de 20 o 30 mil habitantes pero no en los otros. Porque ellos tienen una concepción de poder hipercentralizada.
-Cuando ves que el radicalismo se encuentra en una mesa con Macri en Olivos, se sacan una foto, e incluso Macri se reúne a solas, previamente, con Ernesto Sanz, y no trasciende de qué se habló… ¿qué ves en esas reuniones?
-Yo veo a Sanz como un lobbista individual, nada más. Y los otros, que atienden su juego desde sus necesidades de gobierno. (Gerardo) Morales que sí es mucho más caudillo y tiene más huevos, depende el 90% de los recursos de la Nación. Está muy condicionado. Además, nosotros en Gualeguaychú le hicimos la excepción a Morales para que pudiera hacer el «acuerdo grande» y metió al massismo adentro, y ganó por eso. Ahora hizo el parque de energía renovable más grande de América del Sur, pero necesitaba el «gancho» de la Nación… Y no puede mucho. Yo con (José) Cano no me integraba, porque además de tener cierto ruido del «Plan Belgrano» y otras cosas, lo manejaba a control remoto Marcos Peña. Pero si me integré como vicepresidente de la UCR con (el gobernador de Mendoza Alfredo) Cornejo en la expectativa de que podamos ir hacia adelante. Y esta política está por verse. (Mario) Negri dice alguna cosa, tiene oficio parlamentario. Dijo: «si nos quieren llevar a que esto de los inmigrantes despierte un sentimiento xenófobo, no cuenten con nosotros», y paró el proyecto. En el Parlamento nosotros tenemos alguna incidencia, porque tenemos cuarenta y pico de diputados, tenemos senadores, podremos crecer… A lo mejor sumar a alguna provincia grande, Córdoba, Santa Fe o Entre Ríos. Todo dependerá, es una puja. Yo creo que en 2019 habrá una polarización, Cambiemos y lo que quede del peronismo, pero más adelante no sé. Yo no estoy en un planteo rupturista, pero sí en marcar estas diferencias.
¿Cuál es tu análisis de las políticas del gobierno?
-Yo le hice una pregunta muy directa a (Adolfo) Prat Gay, en el hotel Savoy, en la reunión de radicales. Mi pregunta fue: «Antes el déficit fiscal se financiaba con emisión monetaria y esto llevaba a una inflación galopante, como sucedió en el kirchnerismo. Ahora, en gran medida, se financia con créditos externos. Pregunto: esto es sostenible?» Y Prat Gay respondió: «con estos niveles de crecimiento no».
Entonces a mí me hacen ruido muchas cosas, pero los radicales tenemos una incidencia muy relativa. El Gobierno tiene una agenda de cosas que no van al fondo de la cuestión porque piensan que recién después de mitad de año van a poder dar buenas noticias, según cuentan los legisladores radicales que estuvieron con Macri. Fue muy optimista a la situación económica posterior, supongo que están aferrados a eso. A mí, intelectualemente, esta manera de gobernar, no me cierra.
-¿Para los radicales es una manera nueva de gobernar?
-Supongamos que nosotros fuéramos unos boludos que atrasamos, que seamos arcaicos, retrógrados y todo lo demás. Pero no me cierra desde el punto de vista intelectual que no haya un intento de acuerdo económico y social que incluya determinada cantidad de actores… Porque el gobierno cree que con la polarización permanente, coyuntural, va a ir marchando… En definitiva esto es así. Ayer polarizaban con éste, y ahora polarizan con Moyano, y mañana polarizan con Sultano y lo que sigue es una situación compleja. Hay que ir creando una base de sustentación sólida para un proyecto político razonable. No estoy hablando de hacer una revolución.
-También hay una estrategia del radicalismo de retener poder territorial.
-Por eso. En el radicalismo también hay contradicción. Hay quienes piensan parecido a mí y ven esta situación difícil, a pesar de que en Gualeguaychú le pusimos una bisagra a la historia y no nos arrepentimos de eso, y hay quienes tienen otra mirada. El que tiene expectativa de ser concejal, o de ser diputado, o de ser intendente, miran desde ahí. Algunos de nosotros ya no tenemos expectativas ni nos calienta un cargo público. En mi caso personal, fui cinco veces diputado nacional y presidente de un bloque no de cuarenta, de cien… La verdad, creo que la UCR es un partido histórico que tiene que conformar, cuando se puede, un bloque más socialdemócrata. Y del otro lado, otra cosa, que equilibre, se controle y se alterne en el poder. Ese sería el ideal para la Argentina.
-¿Cómo observás el rol de Elisa Carrió en esta etapa?
-A Carrió la veo más sesgada a la cuestión institucional y republicana. No avanza sobre cuestiones económicas y sociales, sino más que nada a cuestiones que hacen al funcionamiento de la Justicia, las instituciones. Desde este punto de vista tiene un rol positivo. Pero no tiene una mirada integral de gobierno.