Felipe Solá viajará a Brasilia con la misión de acercarse al gobierno de Bolsonaro y de impulsar el comercio bilateral

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El universo opaco de las relaciones entre Brasil y la Argentina, por cuenta de los roces y disputas ideológicas presidenciales, comenzó a despejarse. La visita del canciller Felipe Solá, quien llegará a Brasilia hoy, a las 22, en compañía del embajador en Brasil, Daniel Scioli, y del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, tendrá el signo del pragmatismo. Y como dejó entrever el presidente Jair Bolsonaro, es altamente probable que reciba al ministro en el Palacio del Planalto.

En esta cumbre diplomática hay asuntos económicos clave: la prioridad es impulsar el comercio bilateral, que cayó a la mitad de sus épocas de gloria, cuando llegó a totalizar 40.000 millones de dólares.

Luego hay demandas específicas de las dos partes. Brasil teme por las trabas a sus exportaciones industriales para el mercado argentino: hay 279 productos brasileños para los que rigen licencias no automáticas de importación, un mecanismo reinstalado por Alberto Fernandez.

En cuanto a la Argentina, este año prefiere evitar una revisión del Arancel Externo Común (AEC) con un fin aperturista: el proyecto brasileño apunta a reducir a la mitad la protección que rige hoy en el Mercosur frente a terceros países. Es lo que lo que expresaron a fines de año tanto el presidente Jair Bolsonaro como su ministro de Hacienda, Paulo Guedes.

En ese contexto de aproximación deberán insertarse las antiguas divergencias entre los jefes de Estado. En Brasilia hubo alguna incomodidad por la gestión de Alberto Fernández cuando estuvo en el Vaticano. Allí habló con el Papa para que reciba al ex presidente Lula da Silva, una agenda que debe concretarse en breve. Esas discrepancias entre Bolsonaro y Fernández no deben ser, sin embargo, un obstáculo: el presidente brasileño ya dijo que está “listo” para recibir a su par de la Argentina. Fue un día después de cuestionar políticas tomadas por Fernández, como las que rigen las indemnizaciones por despido.

Según las declaraciones de Solá en un balance de su gira por Europa: “Nosotros nunca estuvimos fuera del mundo. El mundo siempre nos mira y depende mucho de cuál es nuestra actitud. No vimos a nadie con condicionamientos ideológicos ni nada por el estilo”.

Se refirió luego al pragmatismo en las relaciones diplomáticas a las que Argentina adscribe. Especialmente si se trata del gigante vecino sudamericano, que para el gobierno argentino es una apuesta prioritaria.

Lo cierto es que mañana, a las 11, el canciller Ernesto Araújo recibirá en el hall central del Palacio de Itamaraty a su colega argentino. Primero tendrán una cita a solas. Media hora más tarde se realizará la reunión ampliada con los demás funcionarios y finalmente una declaración a la prensa y el almuerzo en homenaje a Solá.

Las expectativas son grandes. De lo que hablen los ministros dependerá el desarrollo de futuras aproximaciones. El plan es establecer una agenda de encuentros mensuales con eje en los temas económicos y del Mercosur. Figurará entre los temas el acuerdo de libre comercio en marcha entre Mercosur y la Unión Europea que, según fuentes del Palacio San Martín demorará no menos de un año para ser aprobado por los socios de la UE.

A eso se le debe sumar, en la cita, la discusión sobre las licencias no automáticas de importación, que en Brasil son vistas como “trabas paraarancelarias”. De los 279 bienes brasileños sobre los que comenzó a regir ese mecanismo, 201 se exportaron libremente en 2019 y representaron 34% del total vendido por Brasil en el mercado argentino.

Los positivos cambios de humor entre ambos socios llevan la impronta de la posición expresada por Estados Unidos, que manifestó su apoyo a las negociaciones argentinas con el Fondo Monetario Internacional. Según subrayó el canciller Solá, el embajador en Washington, Jorge Argüello, le informó hace un par de semanas sobre los buenos resultados del encuentro que mantuvo con Donald Trump. “Dígale a su presidente que vamos a ayudar y apoyar” contó el diplomático recientemente designado.

Esas expresiones de buena voluntad movieron también el amperímetro del Palacio del Planalto, especialmente del entorno de Bolsonaro, alineado con la Casa Blanca en su política externa. Ahora se les acaba de añadir un asunto que puede dar origen a acciones conjuntas: Trump colocó anoche a Brasil y Argentina en la lista de países que dejan de ser considerados “en desarrollo” y, por consiguiente, deben perder ciertas condiciones preferenciales de ingreso al mercado norteamericano.

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