Seis décadas pasaron desde que ese grupo de coscoínos, que con el tiempo se convertirían en los próceres del festival, decidieran cortar la ruta 38 para levantar allí mismo el escenario que serviría para romper el estigma de un pueblo condenado al ostracismo de la tuberculosis.
Ese espíritu que representaba el cambio de un destino que parecía inexorable y marcaría a fuego los primeros años volvió a hacerse presente en la apertura de la 60° edición de este encuentro, ícono de la cultura argentina, que emana música y danza desde todos sus rincones.
Gran parte de lo que sucedió durante toda la jornada inaugural estuvo relacionado con aquella primera edición y la vasta historia del festival. Pasadas las 22, cuando la Plaza Próspero Molina ya lucía su gran marco, la emoción se apoderó del ambiente: Juan Carlos Saravia, recientemente fallecido, apareció en un video en el que relató anécdotas . Claro, el cantor salteño y emblema de Los Chalchaleros era el único sobreviviente de ese primer festival. Un símbolo que tenía que estar presente.
El tributo más significativo llegó con la apertura a cargo del Ballet Camin, acompañado de un enorme grupo de bailarines adultos mayores que pertenecieron en otras épocas al ballet oficial. Con las sillas de madre como símbolo más evocaron aquella histórica gesta de 1961 con el vestuario y look acorde a esos tiempos.
Allí estaba una representación del muro que no buscaba separar sino congregar al pueblo de Cosquín con los transeúntes que siempre lo habían querido esquivar por el miedo a la enfermedad. También el alma del cura Héctor María Monguillot, el párroco y miembro fundamental de aquella primera comisión organizadora. Y hasta se filtró la arenga en la voz de Julio Márbiz, maestro de ceremonias tan recordado como resistido y fallecido en 2013.
La apertura musical corrió por cuenta Los Manseros Santiagueños, tal vez el grupo con más historia de los que pasarán por el festival. Después de recordar al mencionado Saravia y a Vitillo Ábalos, otra leyenda que dejó este mundo en los últimos meses, Onofre Paz hasta se dio el gusto de hacer algunos chistes. “A todos nos va llegar, pero yo todavía estoy acá”, dijo entre muecas risueñas y dio paso a ese inoxidable himno en clave de chacarera como Entre a mi pago sin golpear, que despertó los primeros potentes coros y palmas de la plaza.
Los Manseros Santiagueños. (La Voz)
Más tarde llegó el último consagrado, El Indio Lucio Rojas, cuya participación comenzó con un cuadro de baile y, entre tema y tema, saludó a la “diversidad cultural” y al pueblo originario.
Se esperaba luego por Yamila Cafrune, con una sorpresa que llamada a conmover, Silvana Galli (ganadora del Pre Cosquín como solista vocal femenina), las Postales de Provincia de Tucumán, Mario Álvarez Quiroga, Emiliano Zerbini y un cierre del Chaqueño Palavecino que prometía ser bien extenso.
Por la mañana se realizó el tradicional desfile inaugural por la Avenida San Martín, con más de 4500 jinetes que fueron encabezados por la misma Yamila Cafrune, en un claro tributo a su padre Jorge Cafrune, uno de los máximos íconos del festival y la tradición gaucha de la cabalgata.
Ya por la tarde llegó el turno del otro desfile, que tuvo como objetivo emular aquellas primeras manifestaciones con la fuerte presencia de las delegaciones provinciales, rebautizadas como Postales de provincia. Decenas de academias, grupos y talleres de danza venidos desde múltiples rincones del país pasaron durante más de dos horas con colores y ritmos de cada región.
Arrancó un Cosquín 2020 que buscará estar a la altura de su mito, con una gran apuesta por las emociones y sorpresas que se irán develando en cada una de las diez lunas. En tiempos en que todo parece estar programado de antemano, la intención de asombrar es una gran noticia.
Fuente: La Voz del Interior