Con la certeza de que el ala dura de Juntos por el Cambio no le dará los votos para aprobar el acuerdo con el FMI a menos que modifique el proyecto de ley para que sólo se apruebe el endeudamiento (y no el programa económico de Martín Guzmán), el presidente Alberto Fernández debió ceder y accedió a introducir cambios en el proyecto. Después de una serie de reuniones frenéticas y a contrarreloj en el Congreso, encabezadas por Sergio Massa, el Gobierno se encamina a cumplir con las exigencias de la oposición, una situación no deseada a la que se vio forzado por la falta de apoyo en la propia coalición de gobierno. El sector del kirchnerismo más cercano a Máximo Kirchner y los partidos progresistas que integran el Frente de Todos directamente rechazan la iniciativa, mientras que los aliados peronistas del Interbloque Federal ponen reparos similares a los del PRO.
Esta noche, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que llevó el minuto a minuto de las negociaciones con la oposición en los últimos días, se reunió esta noche a última hora con el primer mandatario en la Casa Rosada para cerrar los detalles de los cambios que consensuó más temprano con Juntos por el Cambio. Llegó a Balcarce 50 a las 20.30, y se retiró apenas pasadas las 21, luego de que el ala moderada de la coalición cambiemita anunciara que hubo un “principio de acuerdo” con el Gobierno. Si los cambios se ejecutan, será una derrota política para el ministro de Economía, Martín Guzmán, que se encuentra en Houston y se había mantenido firme en la inmutabilidad del proyecto.
“Necesitamos que salga el acuerdo. Esto es para eso. Hay algunos pícaros, algunos vivos que nos llevaron a esto. Pero lo importante es evitar el default”, dijo esta noche un funcionario de extrema confianza del jefe de Estado a Infobae, mientras Alberto Fernández se encontraba reunido con Massa en su despacho.
Según informaron en el gobierno nacional, probablemente haya un solo artículo unificado. Pero los detalles estaban por verse. “Tenemos arreglado todo. Faltan algunas cositas, tenemos que terminar de armarlo”, dijo un importante representante del oficialismo al tanto de las negociaciones. Más allá de la redacción fina, el Gobierno ya decidió facilitarle al Pro la posibilidad de votar solo el endeudamiento y desligarse, al mismo tiempo, de la política económica para llevar a cabo el acuerdo con el FMI, que endilga exclusivamente al Ejecutivo.
Los diputados más duros de Juntos por el Cambio vienen advirtiendo que, a pesar de que “no quieren el default”, podrían perjudicar al Gobierno al igual que en diciembre, cuando voltearon, contra todo pronóstico, el Presupuesto 2022 que había enviado el Ministro de Economía al Congreso. Utilizan ese ejemplo como muestra del poder que obtuvieron después del recambio legislativo, que se ve reforzado por las divisiones del Frente de Todos.
Y es que, a medida que se acerca el debate sobre tablas (previsto para mañana), el sector del oficialismo ligado a Máximo Kirchner se mantiene inflexible a la hora de negociar y sigue evitando dar definiciones concretas. A la vez que el sector progresista del Frente de Todos, enmarcado en el Frente Patria Grande -cercano a La Cámpora- definió en conferencia de prensa, por la mañana, que se manifestará directamente en contra. Son un puñado de diputados, pero con el margen estrecho que se maneja a estas horas, cada baja complica el escenario.
Negociaciones contrarreloj
Con las perspectivas legislativas persistentemente enmarañadas, el primer mandatario recibió, desde ayer, en tiempo real, las novedades que le brindaba Massa desde el Congreso sobre el estado de las negociaciones con la oposición. Anoche iban a reunirse para poner en común las posturas que habían recogido durante la jornada, pero al final la cena en Olivos se suspendió. Para entonces todavía no habían conseguido descifrar el dilema: si cambiar el proyecto de ley, o mantenerlo inmutable como sugiere Guzmán y arriesgarse a perder los votos de la oposición. Terminaron viéndose en persona, muy brevemente, hoy por la tarde, después de un almuerzo en la Casa Rosada con el presidente de República Dominicana, Luis Corona Abinader, amigo de Massa.
El líder del Frente Renovador llegó a la sede del gobierno nacional pasadas las 13. Sonriente, saludó a la prensa que lo esperaba en el Patio de las Palmeras, y se dirigió al despacho presidencial. En un escueto encuentro entre los diálogos diplomáticos, le entregó a Alberto Fernández un documento con las propuestas que había recogido de los tres bloques de la oposición, y la propuesta de unificación que planteaba el presidente del interbloque oficialista, Germán Martínez. Hacia las 16, regresó a la Cámara baja para continuar las negociaciones por el acuerdo.
Pasadas las 17, cuando terminó su extensa actividad con el presidente dominicano, Alberto Fernández se desplazó a su despacho, donde volvió a hablar con Massa. Después, convocó a Vilma Ibarra, la encargada de la redacción de las leyes del Ejecutivo que estuvo encargada, la semana pasada, de pulir los detalles del proyecto sobre el FMI que envió el Presidente al Congreso la semana pasada y que ahora se disponen a modificar.
En paralelo, Massa recibió en su despacho al titular del bloque del Frente de Todos, Germán Martínez, y a las autoridades de los bloques opositores. A la misma hora, los radicales de Junto por el Cambio, también en diálogo con Massa, aseguraban que se estaba “encarrilando todo”. Estimaban que hacia las 20 se cerraría la reunión en comisión y que, en caso de que hubiera un acuerdo entre las dos coaliciones, los diputados de ambos bandos firmarían el mismo dictamen.
A las 20.30, el presidente de Diputados se desplazó raudo hacia la Casa Rosada para su segunda visita al despacho presidencial. Ingresó acompañado por su vocero, y se encontró con Alberto Fernández para definir los cambios en la letra jurídica del polémico proyecto. Salió a las 21.10. Mañana, temprano, el Presidente junto a Ibarra le imprimirán las modificaciones al texto que se tratará sobre tablas por la tarde.
Diferencias en el kirchnerismo
“Son todos posicionamientos políticos, no ideológicos”, dijo esta tarde a Infobae un hombre del riñón de Alberto Fernández, enojado con las resistencias internas y de los aliados al plan de su líder. Pero, a pesar de la bronca, se mostraba confiado en que reunirían las voluntades suficientes. Señalaba que, en la red de diferencias frentetodistas, una “subgrieta” podría beneficiar al Gobierno. Y es que el kirchnerismo no tiene una postura unificada en lo relativo al acuerdo con el Fondo.
El ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, aunque cercano a Máximo Kirchner, viene dando señales de que está alineado con el Presidente en la necesidad de aprobar el acuerdo. Al igual que Andrés “El Cuervo” Larroque, funcionario bonaerense de peso en la organización, que estuvo en la Casa Rosada junto al Presidente y su par nacional, Juan Zabaleta, la semana pasada, con foto y todo.
Ayer, cuando estuvo en Diputados después de participar en Expoagro, De Pedro visitó la oficina de Massa, y no la de Máximo Kirchner. Y hoy se encontró, mano a mano, con Alberto Fernández. Según informaron en la Presidencia, más allá de su vínculo con Kirchner, le ratificó el apoyo al refinanciamiento de la deuda, además de contarle sobre su viaje a España y discutir el posicionamiento nacional en la audiencia de mañana ante la Corte Suprema por la disputa con la ciudad de Buenos Aires por la coparticipación. Por la tarde, el equipo de Discurso del ministro político preparaba un mensaje que, se especulaba, podría favorecer al Presidente.
En Balcarce 50 consideraron la visita de De Pedro como una buena señal para sumar voluntades que le permitan aprobar con el mayor consenso posible el acuerdo con el FMI, más allá de los votos que le pueda proveer Juntos por el Cambio. “Desde el principio Wado mostró que quería evitar que caigamos en default, y hoy volvió a dejarlo en claro”, dijeron. Tenían esperanzas en que el apoyo del ministro, que responde a Cristina Kirchner, contribuya a fortalecer al Ejecutivo en su cruzada para dar media sanción a la ley de refinanciamiento de la deuda, a toda costa.