Fue al médico por un dolor en la espalda y murió sin diagnóstico

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Liliana Leonhardt estuvo internada durante 31 días, fue atendida por más de diez médicos y le practicaron dos cirugías complejas. Le extirparon el intestino grueso y el bazo. Pero nunca supieron decirle qué le pasaba. Sus familiares piden conocer la verdad.

El 29 de agosto de 2017 Liliana Leonhardt arribó a un sanatorio de la ciudad de Gualeguaychú, en Entre Ríos, aquejada por un dolor en la espalda. No se había golpeado ni había hecho un mal esfuerzo. Sin embargo, casi un mes después murió por causas que hasta hoy se desconocen.

En el medio de ello, la mujer de 51 años estuvo internada durante 31 días, fue atendida por más de una decena de profesionales de la salud y le practicaron dos cirugías complejas. Todo sin que los médicos pudieran identificar el problema que derivó en la muerte. Un calvario que culminó de la peor manera y por el que su familia, a seis meses, todavía reclama respuestas y exige saber la verdad, a la espera los resultados definitivos de la autopsia.

Madre de tres hijos, Liliana trabajaba como bibliotecaria en el Instituto Magnasco, de la localidad entrerriana. En aquella tarde del jueves 29 de agosto decidió ir al Centro Médico San Lucas debido una fuerte afección lumbar que la molestaba desde hace unos meses, cuenta a Infobae su hermana Lorena. Allí fue recibida en la guardia, donde primero le hicieron una infiltración en la cadera. Le aplicaron corticoide y un calmante en doble dosis para que a los 20 minutos se vaya caminando, según le dijo el médico que la vio.

Liliana se retiró hacia su casa y esperó una, dos horas, pero el dolor no solo persistía sino que a cada momento era más intenso. Decidieron entonces llamar a la ambulancia. Cuando la trasladaron «gritaba de dolor” y no podía caminar. La internaron en Terapia Intensiva, donde le hicieron una resonancia y le encontraron una hernia de disco, para la cual se programó hacer un bloqueo en los próximos tres días y se la pasó a piso.

Sin embargo, con el correr de las horas las complicaciones se fueron intensificando: «Cuando estaba en una habitación común tuvo diarrea sangrante y sangrado vaginal. El gastroenterólogo le dio un antibiótico y, en ese momento, empezó a tener un deterioro neurológico severo. Fue derivada a otro centro de salud donde confirman ese diagnóstico erróneo: colitis pseudomembranosa, algo que no tuvo”, precisó Lorena.

A la vez que los diferentes cuadros que surgían se fueron agudizando, la mujer sufrió una distensión abdominal. Le hicieron una tomografía, trasladándola a otro lugar para realizarle una colonoscopía en la que determinaron que tenía dilatado el colon a ocho centímetros, siendo que cuando tiene más de seis, ya debe ser extirpado.

Una vez que le extirparon el colon, se dedujo luego que padecía colitis isquémica. Esto «pudo haber sido provocada por medicación o por un problema de irrigación de sangre al intestino”, creen los familiares.

«El 12 de septiembre la operaron y le sacaron el intestino grueso. Esa misma noche hizo un shock séptico y nos llamaron para decirnos que Liliana estaba muy mal y que no se sabía si iba a sobrevivir”, relató la hermana. Y continuó: «No sólo no falleció, sino que descubrieron que el shock séptico fue provocado por un sangrado interno debido a la cirugía a la que había sido sometida”.

Al la jornada siguiente, Liliana pasó por una nueva intervención quirúrgica: le sacaron el bazo, que quedó dañado y era lo que estaba sangrando. El 3 de octubre ya no pudo resistir más y murió.
Desde el primer día, el caso tomó mucha difusión en la prensa entrerriana. La fiscal Martina Cedres se enteró del hecho por los medios y abrió una investigación, que está bajo el juzgado de Mario Andrés Figueroa. En la denuncia del expediente 6171/2017 figura el estudio preliminar de la autopsia, que señala que «el diagnóstico médico legal establece que la muerte de la mujer se produjo por una falla generalizada de órganos durante la internación”.

Según se indica en el certificado de defunción, Liliana tuvo un «paro cardiorrespiratorio no traumático con sepsis”, lo que no constituye una explicación de la causa de la muerte. «Nunca tuvieron un diagnóstico exacto. Siempre trabajaron sobre las consecuencias y nunca sobre las causas. No pudieron diagnosticar lo que a mi hermana le produjo todo esto», apuntó Lorena.

Desde entonces, pasaron seis meses en los que se aguardaron sin éxito los resultados finales del examen forense. Un lapso de tiempo que no es común, esgrime Lorena, ya que si bien le habían informado que podían llegar a demorar, le aseguraron que estarían en alrededor de noventa días. Además, desde el Departamento Médico Forense «hace un mes prometieron en 15 días mandar el resultado, pero todavía no llegaron”, señaló.

Infobae

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