«Fuerza y descanso de nuestras almas»

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Ilustración: Seminarista Cristian González - Dioc. Santísima Concepción

POR FACUNDO GALLEGO, ESPECIAL PARA LA BANDA DIARIO

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (11,25-30)

En esa oportunidad, Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana».

Palabra del Señor 

Comentario

Hermanos y hermanas: ¡Feliz día del Sagrado Corazón de Jesús! ¡Bendito Corazón abierto por la lanza, del que brotó el agua del bautismo, la sangre de la Nueva Alianza, el amor misericordioso que llena nuestras almas de ternura y gozo! ¡Hermoso Corazón en el que se une el amor divino con el amor humano! ¡Corazón silencioso que late a cada instante en cada palabra de la Sagrada Escritura y en el Santísimo Sacramento del Altar! ¡Fuente de alegría, paz, descanso, consuelo, serenidad, esperanza, fe y amor! ¡Bendito sea el Sagrado Corazón de Jesús! ¡Amén! ¡Aleluya!

Devoción

Si bien la Iglesia ha admirado siempre al Corazón de Jesús desde los primeros tiempos del cristianismo; la devoción pública como la conocemos hoy es relativamente nueva. Al primero que se la debemos es a San Juan Eudes, sacerdote enamorado de los Corazones de Jesús y de María. En 1670, el Padre Eudes había hecho celebrar solemnemente la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús en un seminario francés.

Pero la gran propagación se la debemos a Santa Margarita María de Alacoque, quien en 1675 recibió la visita del mismo Jesús, quien le permitió como a San Juan recostar su cabeza sobre su pecho. Muchos años más tarde, en 1899, el papa León XIII hizo consagrar la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús, y él mismo dijo que semejante obra había sido “el gran acontecimiento” de su pontificado. 

Escuela

En la época de Jesús, los fariseos y los escribas imponían cargas muy pesadas a los judíos: ser un hombre justo implicaba cumplir con más de seiscientas leyes. Jesús viene a proponer algo totalmente nuevo, que consistía en dejar de lado el simple cumplimiento externo de la ley que proponían estos líderes religiosos, y abrazar el yugo suave y la carga ligera: la caridad, raíz y savia que debe alimentar todas las obras.

En el Sagrado Corazón hallaremos una escuela maravillosa de caridad, donde la humildad y la paciencia ocupan un lugar eminente. Ante nuestra dureza y nuestros pecados, Jesús de todas maneras sale a nuestro encuentro, nos abraza y consuela, y nos perdona nuestros muchos pecados. Y nos invita a hacer lo mismo con los demás. Ser humildes, sencillos, pacientes, amorosos, misericordiosos: procurar el bien para todos. Así lo expresa San Hilario “¿Y cuál es este yugo más suave y cuál esta carga más ligera? Buscar ser más considerado, abstenerse de maldades, querer el bien, odiar el mal, amar a todos, no odiar a nadie, perseguir lo eterno, no aferrarse a las cosas presentes, no querer hacer a otro lo que no se quiere para sí.” 

Fuerza

Así, liberados de un mero cumplimiento, pesado, lleno de amargura y quejas; abrazaremos el amor de Cristo, y todo lo realizaremos movidos por él. La caridad suaviza todo, perfuma todo, consagra todo para el Cielo: nos hace descansar en Dios, en sus promesas de fidelidad, en la redención que Jesús ha obrado en la cruz y con su resurrección. Por eso, el Corazón de Jesús es el lugar donde nosotros encontramos nuestro descanso, pero también nuestra fuerza.

Hay un salmo hermoso que dice: “Dichosos los que moran en tu casa, y pueden alabarte siempre; dichoso el que saca de ti sus fuerzas al preparar su peregrinación” (Sal 84).

En este pasaje podemos descubrir dos grandes bondades del Sagrado Corazón de Jesús. Él, con su amor eterno, nos atrae hacia sí para que estemos en su presencia; para que donde está el Señor allí estemos también nosotros. Nosotros, los que todavía podemos leer estas palabras, somos los que del Sagrado Corazón sacamos fuerzas para la peregrinación en esta vida de desencuentros, de dificultades, de problemas y falsas promesas. Él es la fuente segura, donde podemos alimentar nuestro espíritu, donde realmente se cumple aquello de: “Danos hoy nuestro pan de cada día” (Mt 6,11).

Descanso

Pero el Salmo citado también dice algo muy hermoso: “Dichosos los que moran en tu casa, y pueden alabarte siempre”.

Esto nos invita a descubrir cuán hermoso es el descanso que nos promete el Sagrado Corazón. En nuestra vida cotidiana, tener un momento de oración es meternos de lleno en esa hermosa casa que late de amor por nosotros: allí encontramos la suavidad y la paz, el freno que necesitamos para unirnos más íntimamente con el Señor en la alabanza.

Y, en el momento final de nuestra vida, no hay mejor refugio que ese Paraíso abierto de par en par por la herida del amor. Sólo en este Sagrado Corazón hallamos la misericordia, el perdón, la alabanza y el amor eterno, el premio a la confianza en sus promesas. Porque así como en la Biblia, descansar en Dios era gozarse en sus promesas; descansar en este Corazón es gozarse en el cumplimiento de todas ellas.

Invitación

La invitación para este día es regalarnos un momento de oración, donde realmente busquemos refugiarnos en el Corazón de Jesús, encontrar allí el consuelo y la esperanza. A Él podemos confiarle todos nuestros problemas, nuestros sueños, nuestras alegrías y nuestras dificultades.

No desesperemos de Él, aunque no queramos dar la cara por los pecados que hayamos cometido. El Corazón de Jesús no sólo no cerrará sus puertas, sino que hasta nos moverá a reconocer nuestras debilidades y pedir perdón por los errores. No nos privemos de vivir la experiencia de habitar más en esta casa tan hermosa que tenemos los cristianos.

¡Feliz día para todos!

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