El papa Francisco recibió en el Vaticano a la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, como parte de una audiencia para la denominada Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos y en la que se trataron detalles sobre el programa ATAJO, del Ministerio Público Fiscal, diseñado para facilitar el acceso a la Justicia a los habitantes de villas de emergencia.
El encuentro se llevó a cabo en el Palacio Apostólico y duró unos 75 minutos. Allí también estuvieron presentes los fiscales generales de Uruguay, Jorge Díaz, y el de Bolivia, Ramiro Guerrero. De hecho, uno de los principales objetivos de la cita fue el de poder acercar el programa ATAJO a los dos países vecinos sudamericanos.
En una entrevista realizada por el periodista Andrés Beltramo y publicada por La Stampa, la procuradora calificó el encuentro como «muy cálido» y aseguró que el jefe de la Iglesia Católica envió un mensaje especial para los integrantes del programa: «Sigan adelante, ese es el camino, le pueden dar alguna paliza pero no tengan miedo, no tengan miedo».
¿Cómo fue este encuentro con el Papa?
Fue muy cálido, como siempre, el Papa. Nosotros vinimos a verlo por la iniciativa de instalación de oficinas del Ministerio Público Fiscal en el medio de las villas y los barrios más pobres de Capital Federal y Conurbano. Se llaman ATAJOS, son ya doce fijos (en las villas 1-11-14, 21, 24, 20, 15, 31, 31 bis y Barrio Mitre, en Avellaneda, en Rosario, Córdoba y Mendoza) y otros móviles que atienen diversos barrios. Se llaman así porque son Agencias Territoriales de Acceso a la Justicia. Uno de nuestros aliados naturales en este proyecto ha sido la Iglesia católica, tuvo origen cuando Jorge Bergoglio era arzobispo y comenzamos a hablar con el cura «Toto» De Vedia. Él nos llevó casos y entonces decidimos instalarnos ahí.
El objetivo ha sido estar en el corazón del barrio para comprender sus dinámicas porque muchas veces se trabaja desde afuera como un gesto de consideración. Si uno no comprende las problemáticas y permite superar la distancia de la justicia con las villas, se perpetúan las desigualdades con esta gente que muchas veces son migrantes, y ni siquiera se acercan a denunciar, son víctimas de violencia institucional o violencia de género. Sin la Iglesia no pudimos hacer realidad esa expansión porque hay que entrar con una base de confianza para entrar en los lugares.
¿Qué les dijo el Papa?
Le contamos el caso de un cartonero que era hostigado por la justicia y nosotros llevamos su situación a tribunales. Le habían decomisado un carro porque decían que se había robado unos cables pero por puro hostigamiento y estigmatización, porque no tenían ninguna prueba. Como el juez tardaba mucho tiempo en darle el carro otro juez de su bolsillo le pagó uno. Él se emocionó mucho con ese relato, nos dijo que sigamos en este rumbo, que ese es el camino. Para nosotros es un gran apoyo espiritual, también para todos los trabajadores de ATAJO a quienes les mandó un mensaje para que sigan en su tarea. Se emocionó cuando le dijimos que nuestra meta era que los ATAJO fueran un modelo para toda América. Él respondió: «Eso me reconforta y me consuela».
El encuentro se extendió más de lo que estaba previsto, que era para 45 minutos. ¿Fue un gesto especial del Papa?
A nosotros nos habían dicho más o menos una hora, pero al final duró una hora y cuarto. Si, la verdad que si, sobre todo en época de Adviento que es tiempo de recogimiento y de muchas actividades para él. Esta actividad conjunta de la Iglesia y el ministerio público, que va más allá de lo confesional, tiene que ver con valores universales pero que impregnan a la justicia de una mirada que es aquella de los curas que están en los barrios con los pobres. La justicia necesita una mirada especial para ellos.
Usted tiene un proceso difícil en Argentina con la voluntad del gobierno nacional de destituirla y un pedido de juicio político. ¿Siente este encuentro como un aval personal del Papa?
No debería yo contestar esa pregunta, las interpretaciones corren por cuenta de cada uno y yo tengo la mía personal, pero no me gustaría usar al Papa o que sea interpretado de tal o cual manera. Él dijo que sigamos por este rumbo, que ese era nuestro camino, que le reconfortaba el trabajo que le contamos y eso para nosotros es un mensaje claro.
La semana pasada usted participó, con un enviado del Vaticano, de un encuentro sobre la justicia y la encíclica del Papa «Laudato Sii». ¿Qué relación tiene la ecología, la justicia y el mensaje de Francisco?
No se trata solo de la ecología, es poner en el centro a la persona. Pero así como es la ecología son también las cárceles, el acceso a la justicia. La «Laudato Sii» tiene muchos mensajes pero el más importante es poner en el centro a la persona humana. Muy fuerte y muy oportuno fue este encuentro en el cual participó Marcelo Sánchez Sorondo e incluyó una convocatoria a los secretarios judiciales, que «puertas afuera» no suelen tener tanto protagonismo como ahora y, sin embargo, sobre sus hombros carga el 70 por ciento del trabajo de la justicia. El Papa Francisco le habla a todas las personas, él no le habla sólo a los fieles sino a todos y existen muchos «fanáticos de Francisco» que no son parte de la religión, porque son agnósticos o incluso judíos.
¿En la justicia hay seguidores del Papa?
Sí, hay seguidores. De hecho yo le pedí un mensaje especial para los trabajadores de ATAJO y él dijo: «Sigan adelante, ese es el camino, les pueden dar alguna paliza pero no tengan miedo, no tengan miedo».
¿Usted tiene miedo?
Este es un cargo que tiene muchas presiones. En otras ocasiones he dicho que no es que no tenga miedo, el deber que siento es bastante superior al miedo y el deber es con la sociedad.