En medio de tanta incertidumbre, hipótesis contradictorias y falta de resultados en el caso de Santiago Maldonado sólo una coincidencia concreta se extiende por todo el espinel del gobierno: desde el presidente Mauricio Macri para abajo ningún funcionario cree que el caso de la desaparición del joven artesano en Chubut vaya a impactar negativamente en la campaña de Cambiemos.
Por el contrario, en la Casa Rosada están convencidos de que la utilización política que le dio el kirchnerismo al caso Maldonado ratificará la polarización entre Cristina Kirchner y Cambiemos que podría terminar favoreciendo al oficialismo. Si bien no lo dirán abiertamente porque el tema podría resultar sensible o inoportuno en términos políticos, en el oficialismo hay una plena certeza de que la desaparición de Maldonado no penetra en el electorado medio de la sociedad sino que radicaliza aún más a los sectores de izquierda y al kirchnerismo puro.
La ministra de Seguridad Patricia Bullrich comentó hace unos días a dos ministros en la Casa Rosada que el «discurso perverso de manipulación política» con que sometió Cristina Kirchner a la sociedad con el caso Maldonado sólo buscó cristalizar lo que llama el «juego de la cinchada»: el planteo lúdico en que dos bandos tironean de una soga para llevar, mediante la fuerza, a la mayoría hacia su lado. «Cuando se compara al gobierno con la dictadura lo único que busca el kirchnerismo y los sectores de ultraizquierda es arrastrar al país a la historia más oscura de la Argentina. Pero la gente ya no quiere volver a ese triste pasado y mucho menos se compra ese discurso», dijo Bullrich a sus colegas el jueves pasado cuando caía la tarde en la Casa Rosada.
El presidente Macri está muy afligido y muestra malhumor cuando evalúa con su equipo el caso Maldonado. Pero sigue muy de cerca la investigación y junto con el jefe de Gabinete Marcos Peña tiene la plena convicción de que este tema no afectará a Cambiemos en las elecciones de octubre. Hay una explicación oficial que justifica ese estratagema: están convencidos de que la gente común desconfía de todas las hipótesis que hay y no avalan la manipulación de un tema tan sensible.
Hay una encuesta que avala la tesis del gobierno de la no injerencia del caso Maldonado en las elecciones. Hace unos días se dio a conocer una encuesta del Centro de Análisis de Investigación de la Universidad Abierta Interamericana donde revela que el 76,6% de los votantes no modificará su voto, sea cuál fuese la evolución del caso. Según el estudio, en la provincia de Buenos Aires el 88,3% de los que votan en octubre a Cambiemos está de acuerdo con el accionar de Gobierno en el caso mientras que el 95,5% que votará a CFK cree que es incorrecto. Esta radiografía marca en tal caso un dato inequívoco: la grieta se profundizó con el caso Maldonado.
En el gobierno sostienen que en los primeros 15 días desde la desaparición de Maldonado la dirigencia política y la prensa no le prestó suficiente atención al tema. «Tuvimos varias conferencias de prensa hasta el 16 de agosto y nadie me preguntó por Maldonado. Después empezó la manipulación política del caso con todos los disparates que se dijeron y sin ningún resultado certero hasta ahora», repiquetea a sus allegados el jefe de Gabinete.
Esta idea de que la manipulación política del caso Maldonado no afectará a Cambiemos en octubre lo percibe el gobierno con pequeños hechos. Hace unos días en un teatro porteño tocaba una banda de jazz y en medio de la función uno de los músicos interrumpió la escena para pedir por la aparición de Santiago Maldonado. Inmediatamente se empezó a retirar del lugar gran parte del público. El gobierno cree que este hartazgo social de la utilización política o la banalización de la dictadura llegó a su punto máximo y terminará por jugarle en contra a la cabeza de lista de los candidatos de Unidad Ciudadana.
Es probable que la ex presidenta tenga razón cuando en la entrevista exclusiva que concedió a Infobae dijo: «Néstor le habló al país sobre Jorge Julio López; han pasado 43 de días y no escuchamos una sola mención del Presidente sobre Maldonado». Macri reaccionó tardíamente y habló a cuentagotas del tema. Sólo se expidió cuando algunos periodistas le preguntaron fuera del protocolo. Pero en la Casa Rosada se justifican: no hay nada firme y concreto para decir.
Según confiaron a Infobae fuentes calificadas del gobierno, en el oficialismo creen que ninguna de las manifestaciones por Maldonado fue espontánea. Ni siquiera la marcha de Plaza de Mayo que fue pacífica y terminó en violencia por un minúsculo grupo de inadaptados. El Presiente sospecha que detrás de ello se mueven las sombras de Cristina Kirchner, los grupos de derechos humanos alineados con Hebe de Bonafini y la ultraizquierda. Hay excepciones: en una charla que mantuvo el ministro de Justicia Germán Garavano con los referentes locales de Amnistía Internacional se entrevió claramente que esta respetada organización mundial no se someterá al uso político del caso Maldonado.
El propio Garavano, que está alejado de la política electoral, ordena a sus funcionarios a despolitizar por completo el caso. Así, deslizó en los últimos días que el caso del artesano desaparecido reforzará la polarización con Cristina Kirchner en favor de Cambiemos. Es decir que en este esquema de análisis compartido por el gobierno entra en juego la idea de que cada vez son más reducidos los sectores que ven «un plan sistemático» de desaparción forzada de personas detrás de este caso.
Sin embargo, hay otra arista del caso que desató un debate interno en los últimos días puertas adentro de la Casa Rosada: la idea de si es necesario o no separar al gendarme Robledo y a otros uniformados que presuntamente agredieron a los mapuches en la ruta 40. La ministra de Seguridad se mantuvo en sus trece y razonó que separar de la fuerza a estos uniformados sin demasiadas pruebas a la vista sería dar lugar a una hipótesis que no está demostrada y estigmatizar a la Gendarmería. Ante el Presidente arriesgó más aún: «El día después de separar a Robledo y algunos más van a decir que ocultamos más información», le dijo Bullrich en la Casa Rosada. El planteo fue avalado por Macri, quien en estas horas confía plenamente en Bullrich. No habrá desmantelamiento de la Gendarmería por el momento pese a que un sector de la Casa Rosada crea que esto descomprimiría la presión política.
En esta línea de análisis fuentes cercanas a Macri y a Bullrich se preguntan: «¿Cómo vamos a pedir a los gendarmes que vayan a reventar los carteles del narcotráfico si por el caso Maldonado los echamos sin pruebas y con testimonios endebles de algunos mapuches que se contradicen?».
La Argentina en pleno desea y necesita que aparezca con vida y de una vez por todas Santiago Maldonado. La campaña estará teñida por esta triste desaparición. Los ganadores o perdedores de octubre sólo serán apenas una mueca cínica en el engranaje de la política argentina hasta que no se sepa realmente qué ocurrió con la vida del joven artesano en Esquel.