Graciela Alfano fue la gran protagonista de la emisión del sábado pasado de PH, Podemos Hablar. No por nada la propia actriz se definió como «una Netflix” de la vida real: tiene innumerables historias para contar. Algunas felices, otras dolorosas -como el recuerdo de su dura infancia, marcada por abusos y violencia- y otros curiosos. Precisamente, “curiosa” tal vez sea la mejor palabra para definir una anécdota que tuvo lugar en Cali, Colombia, en 1972.
La actriz retrocedió hasta aquel año para recordar cuando se consagró como Miss Belleza Panamericana. “Todas teníamos una chica colombiana que nos acompañaba y nos asistía en ese momento con cosas de belleza, y también teníamos un joven que nos acompañaba, como está Marcelo ahora, elegantísimo. Lo llamábamos edecán”, dijo, señalando a su lado a Polino, otro de los invitados del programa, quien como siempre lució un saco impecable.
Según su relato, a ella le tocó de acompañante un joven oriundo de Medellín, llamado Pablo Escobar Gaviria. Por aquel entonces tenía poco más de 20 años y, claro está, no era conocido públicamente. “Lo más gracioso era que mi madre me había acompañado, porque en estos chistes se sumaba sabés cómo, y a ella le encantaba este muchachito”, recordó en el ciclo conducido por Andy Kusnetzoff en Telefe.
En ese sentido, contó lo que recuerda de aquel encuentro: “En ese momento no se sabía absolutamente nada de sus orígenes, era una criatura. Era una persona muy callada y le gustaba mucho la belleza. Me acuerdo que yo salía y se me quedaba mirando así, como que un poco me molestaba”.
Polino, rápido de reflejos, le preguntó si había pasado algo entre ellos. Pero Grace lo negó rotundamente: “No, éramos muy chiquilines. Mi mamá quería que me casara con él…”
“Años después, cuando el padre de mis hijos se peleaba con mi mamá -porque ellos tenían peleas, mi mamá era tremenda con todo el mundo-, él le decía: ‘Mire si su hija se hubiese casado con el colombiano…”, recordó entre risas.
Dejando el humor a un lado, con un desgarrador relato Alfano recordó nuevamente su dura infancia: fue abusada de los cuatro a los siete años por un vecino. Su padre la abandonó cuando era una niña -volvía a su hogar muy de vez en cuando- y su madre se iba de la casa durante días, dejándola sola: “La persona a la que mamá le dejaba las llaves para chequear cómo estaba yo era este vecino, un pedófilo. Entonces cuando yo necesitaba que viniera alguien aparecía este hombre desnudo, que afortunadamente no tenía erecciones por eso no me penetraba, pero me metía esa lengua hasta la garganta con aliento a cebolla que todavía lo siento”.
“Cuando mi mamá volvía y le contaba de esto no quería escuchar porque no le convenía hasta que un día, cuando tenía siete años, se lo conté a mi padre, que nos estaba visitando. Le dije ‘el señor me hace esto y esto de esta manera’ y recuerdo que ahí nos agarró a mí y a mi mamá, nos puso en un hotel y a la semana o a los días nos mudamos a otro lugar”, contó.
Conmovida, recordó que ella era “víctima” de los deseos de su madre de recuperar a su marido, ya que, según su relato, le inventaba al hombre que Alfano tenía alguna enfermedad para que fuera a la casa: “Mi madre manipulaba a mi padre para que viniera, le decía que me tenían que operar. Entonces me operaron a los cuatro años de un apéndice completamente sano, no sé cómo convencía a los médicos. Me daban anestesia con una máscara y tenía miedo de morirme. También me sacaron una amígdala a los tres años”.
Y eso no fue todo. Siempre según las palabras de Alfano, casi le amputan una pierna: “A los siete años mi rodilla se inflamó y no sé cómo logró mi madre tener un turno en el Hospital Militar. Yo no podía hablar pero escuchaba que decían que me iban a cortar las piernas. Él médico hablaba con mi mamá y ella le decía ‘tenemos horario para operarla’, y él le decía: ‘Pospongamos la cirugía, démosle una oportunidad a esta chica”. Pero esto es solo una parte…”
El Tribuno