Guatemala narco: cómo Otto Pérez Molina intentó usar la captura de «El Chapo» Guzmán para redimir su imagen

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“El Chapo” Guzmán, arrestado en Guatemala en mayo de 1993.

Cuando el primero de los cargos obligó al ex mandatario a renunciar, Pérez echó mano a un salvavidas inesperado: el narcotraficante mexicano Joaquín «El Chapo» Guzmán. La mañana del 3 de septiembre de 2015, después de su renuncia en la madrugada de ese día, el ex presidente apareció por primera vez frente a un juez. Negó que hubiese robado un centavo, y creyó que para comprobarlo bastaba mencionar un hecho de 1993: la captura de El Chapo en Guatemala a manos de la Dirección de Inteligencia Militar, que Pérez dirigía en ese entonces. Aseguró que, en aquel momento, rechazó un soborno del narcotraficante.

«Me hubieran correspondido, según las suposiciones que hace el Ministerio Público, más o menos 800 mil dólares… Pero… el ofrecimiento que tuvimos en ese momento de la captura podría subir diez o quince veces más lo que ahorita me están señalando a mí… eh… ¡Y lo hubiera podido hacer! No lo hice porque no va con mis principios», dijo Pérez en la audiencia.

Las palabras del ex presidente revivieron el trofeo del que Pérez más presume en la prensa internacional: la primera captura de Guzmán, que permitió a México encarcelarlo por la muerte del Cardenal Jesús Posadas Ocampo, obispo de Guadalajara, acribillado durante una supuesta refriega entre narcotraficantes el 24 de mayo de 1993 (aunque Guzmán fue después absuelto del hecho pocos años antes de fugarse de la cárcel en 2001). Esa primera captura permitió ponerle un rostro a «El Chapo». Hasta entonces, México tenía sólo una ilustración caricaturesca del narcotraficante que utilizó en los afiches que distribuyó para ofrecer una recompensa a cambio de recibir ayuda para su captura.

Pero Pérez omitió un detalle: no explicó por qué su versión de la captura de Guzmán y su entrega a México no coincide con otras versiones de oficiales militares guatemaltecos retirados y de las autoridades mexicanas en 1993. Y lo más grave: no explicó por qué él mismo ofreció dos versiones distintas de cómo se capturó a El Chapo.

En 2013, el segundo año de gobierno de Pérez, el entonces mandatario le dijo a Univisión en entrevista exclusiva que él participó en la captura de Guzmán en 1993. Dijo que era la primera vez que hablaba públicamente del hecho: una captura que, según él, ocurrió después que se tenía localizado a Guzmán en un hotel de la Ciudad de Guatemala. El periodista Gerardo Reyes, que lo entrevistó, narró que las autoridades guatemaltecas temían desencadenar una balacera si intentaban capturar al narcotraficante en la ciudad. Entonces, optaron por esperar a que se desplazara hacia la carretera a El Salvador. Unos 20 kilómetros afuera de la ciudad, los militares guatemaltecos detuvieron la caravana de El Chapo, o así lo dice Pérez. El ex mandatario dice que debieron confirmar la identidad de El Chapo con México, para luego coordinar su traslado a la frontera—una vez le hubieran interrogado. En ese interrogatorio, Pérez dice que el narcotraficante dio información de un cargamento de cocaína en El Salvador que las autoridades de ese país incautaron posteriormente.

Pérez habló en primera persona, y dijo que el narcotraficante creyó que podría lograr que lo dejaran escapar, ofreciendo información a cambio, y dinero. Admitió ante la cámara de Univisión que Guzmán le ofreció entre US$1 millón y US$2 millones de dólares. Tres años después, en la audiencia judicial de 2015, Pérez dijo sentirse injuriado por estar acusado de aceptar un soborno de USD 800 mil cuando pudo aceptar «al menos hasta diez veces más». Si así fuera, El Chapo le debió ofrecer un mínimo de USD 8 millones,una cantidad seis veces mayor de la cual le habló a Univisión.

En 2014, el diario mexicano Excelsior, publicó datos de una entrevista que hizo con Pérez en 2012, su primer año de gobierno. En ese entonces, este militar retirado dijo que la Dirección de Inteligencia buscaba un cargamento de cocaína de dos toneladas y que, cuando lo encontraron, los sorprendió que El Chapo estaba entre los capturados. Es decir, en esta versión, no tenían duda de su identidad. Pero además, ni siquiera le estaban buscando.

La historia de Pérez se complica porque en 2010, la periodista mexicana Anabel Hernández publicó el libro «Los Señores del Narco» (Grijalbo, 2010) y relata recuentos del general mexicano Jorge Carillo Olea, que echa por tierra la versión del ex presidente guatemalteco. Carrillo Olea dijo que los militares guatemaltecos le tenían al tanto, minuto a minuto, del desplazamiento de El Chapo, y que lo capturaron cuando volvía de El Salvador hacia Guatemala. Además, hasta una publicación de prensa narra una noche de parranda del narcotraficante en la capital salvadoreña. Entonces,¿cómo explicar que Pérez diga que nunca llegó a El Salvador?Es un misterio. Lo que sí ocurrió es que las autoridades salvadoreñas incautaron un cargamento de cocaína en su país en los días posteriores a la visita de El Chapo.

Pero además, Carrillo Olea le dijo a Hernández, y lo reiteró a la periodista mexicana Carmen Aristegui, en 2012 en CNN en Español, que El Chapo fue llevado a la frontera en tres pickups destartalados del Ejército y que lo entregó un joven capitán de unos 26 años de edad, del Ejército de Guatemala. Un año después, Pérez le diría a Univisión que «iban con toda la seguridad» por temor a que algún grupo armado intentara rescatar al narcotraficante, y Univisión hasta reprodujo ilustraciones de policías escoltando a El Chapo, además de una recreación con auto patrullas policiales llevando al trofeo a la frontera. Pero nada de eso ocurrió. La policía no participó en la escolta del detenido. Tampoco lo hizo Pérez, que para entonces ya era coronel, y superaba los 40 años de edad.

Una vez en México, El Chapo declaró que un teniente coronel Carlos Humberto Rosales le robó el millón y medio de dólares que llevaba encima, según el libro de Hernández. También dijo que los militares guatemaltecos le habían dado una paliza. Pero no mencionó en absoluto a Pérez. Dos ex oficiales militares que pidieron el anonimato saben porqué: (1) dicen que Pérez no participó en la operación de captura de El Chapo, y (2) Guatemala atravesaba por un cambio de gobierno después de un golpe de Estado el 25 de mayo de 1993 (un día después de la muerte del Cardenal Posadas en Guadalajara), y Pérez desapareció en los días posteriores, sólo para reaparecer cuando el gobierno de transición estaba instalado y lo nombraron jefe del Estado Mayor Presidencial. Uno de esos ex oficiales asegura que él sí participó en la captura. Por eso le consta que el ex mandatario no estaba allí.

En 2013, Pérez también le dijo a Univisión que un atentado armado contra su hija en febrero de 2001 fue una represalia del narcotraficante por haberle capturado en Guatemala en 1993. Pero el ataque contra la hija de Pérez ocurrió hasta ocho años después de la captura de El Chapo en Guatemala y sólo un mes después de la fuga de El Chapo en 2001, cuando procuraba ocultarse para prologar su vida de prófugo. Un ex militar, que también habló a cambio de mantener su nombre en reserva, cree que el ataque nada tenía que ver con El Chapo sino con la formación del Partido Patriota, que Pérez fundó en marzo de 2001 y con el cual llegó a la presidencia en 2012. No obstante, Pérez reiteró su versión de la captura de El Chapo en otra entrevista que Univisión le hizo en la cárcel, en mayo de 2016, fiel a su decisión de sólo hablar con medios extranjeros porque desconfía de la prensa en su país (según uno de sus abogados). Pérez no aceptó una entrevista con una periodista guatemalteca para abordar las contradicciones en su relato acerca de la captura y entrega a México de El Chapo hace 23 años.

Mientras tanto, su Partido Patriota está en ruinas, especialmente después que varios miembros de su gabinete están presos o prófugos, también acusados en casos de corrupción vinculados a Pérez. Y el único trofeo que le quedaba al ex presidente, para redimir su imagen (la captura de El Chapo), no tiene pies en qué sostenerse. Héctor Rosada, politólogo experto en temas militares, está convencido de que Pérez «habilitó a su gente para hacer la captura»—es decir, a otros oficiales de Inteligencia Militar—pero no lo capturó, ni lo interrogó personalmente. Entonces, ¿qué lectura se puede hacer de las contradicciones en las declaraciones del ex mandatario? «[Que] todo lo que diga Otto es mentira«, concluye Rosada. «No sé si con la expresa intención de mentir, [pero] ahora en las condiciones en que está, [lo que diga] nunca se acercará a la verdad».

Nota: La autora de este artículo también escribió el libro «El Chapo Guzmán: la escala en Guatemala» (Planeta,2016), publicado en abril pasado, que narra la historia de la primera captura de este narcotraficante, las contradicciones en los relatos de las autoridades guatemaltecas y mexicanas en cuanto al hecho, y cómo la corrupción ayudó al Cartel de Sinaloa a encontrar socios importantes desde Guatemala hasta Sudamérica.

Fuente: Infobae

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