Se estima que este año Venezuela llegará a experimentar una escalofriante inflación de más de 13.000%, colocando al bolívar en una senda de depreciación en apariencia irreversible que el gobierno de Nicolás Maduro intenta enmascarar con un cambio de nombre y la eliminación de tres ceros.
Hasta marzo, y en forma interanual, la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional de Venezuela estimó que los precios ya había alcanzado una aumento del 8.800%.
El año pasado cerró con una suba de precios del 2.600%, una progresión casi exponencial desde el 254% de 2016 y el 111% de 2015, de acuerdo a datos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Tan poco vale el bolívar que algunos venezolanos han comenzado a encontrar otros usos, y valores, para el papel impreso por el Banco Central de Venezuela.
Como por ejemplo usarlo para fabricar carteras, doblando cuidadosamente a mano los billetes, como reportó el periódico colombiano La Opinión.
Estas peculiares artesanías se venden en Villa del Rosario, una de las localidades en la frontera con Venezuela donde los venezolanos acuden a diario para conseguir alimentos, medicinas y otros productos que escasean en su país.
Uno sólo de estos bolsos, fabricado con 580 billetes de 100 bolívares, puede venderse a unos 15.000 pesos colombianos (poco más de 5 dólares).
Su valor nominal de 58.000 bolívares fuertes (en junio serán reemplazados por el nuevo bolívar soberano, con tres ceros menos), apenas supera 1 dólar en la cotización oficial, y muchísimo menos en el mercado paralelo.
«Esos bolívares no valen nada. Vi cómo una persona empezó a hacer los bolsos con los billetes, y aprendí«, contó María Herrera, una de las artesanas de la moneda, a La Opinión.
«Con los bolívares que usamos en los bolsos no compramos en Venezuela ni medio kilo de papa«, aseguró al mismo medio Carlos Pérez, trabajando a su lado.
Hay días en que llegan a vender hasta cuatro carteras, lo que les permite comer algo y enviar ayuda económica a sus familias en Venezuela. En tanto los billetes usados son de la denominación que puedan conseguir, usualmente de 100, 50, 20 y 10 bolívares.
El recuerdo alemán
La imagen de los artesanos trabajando los billetes que han perdido casi todo su valor trae el recuerdo de otros procesos hiperinflacionarios, como el sufrido en Alemania en la década de 1920.
El país arrastraba entonces enormes deudas por los costos de la Primera Guerra Mundial, perdida en 1918, y las reparaciones impuestas por los aliados, y se había volcado en una espiral de impresión de marcos alemanes sin sustento en el patrón oro, para evitar el desempleo.
El resultado fue una hiperinflación descontrolada por la cual de comprar una hogaza de pan por un marco en 1918, se llegó a pagar 200.000 millones por el mismo alimento en 1923.
Rápidamente los alemanes comenzaron a usar sus billetes para encender las estufas de sus hogares, empapelar paredes, construir cometas para los niños y también confeccionar algunas prendas, fines para los cuales la moneda casi sin valor constituía una opción más barata que los materiales tradicionales.
La situación alemana se estabilizaría en 1924 con la vuelta al patrón oro y una nueva moneda, lo que a su vez daría inicio a una era de desempleo y recesión potenciada por la crisis financiera internacional de 1929, y la historia que vino después y es conocida por todos.
Fuente: Infobae