Histórico: Boudou es el primer ex vicepresidente detenido por corrupción en Argentina

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Cuando fue detenido y llevado a la isla Martín García en octubre de 1945, Juan Domingo Perón ejercía la presidencia, pero en el contexto de un gobierno de facto y su desplazamiento y detención obedeció a internas políticas.

Todos los mandatarios argentinos que padecieron cárcel -caso de Arturo Frondizi o de Isabel Martínez de Perón- fueron víctimas de persecución política, en contextos dictatoriales.

Amado Boudou, el vicepresidente elegido por Cristina Fernández de Kirchner,tuvo el dudoso honor de ser, durante varios años, el único caso de un vicepresidente en ejercicio procesado.

Ahora ostenta un nuevo récord histórico: el de ser el primer vicepresidente argentino detenido en el marco de causas de corrupción.

Denunciado e investigado casi desde el comienzo de su gestión al lado de Cristina Kirchner (2011-2015), Boudou fue, finalmente, procesado por cohecho y negociaciones incompatibles con la función pública en junio de 2014, por el juez Ariel Lijo, en el marco de la causa Ciccone. Por primera vez, un vicepresidente de la Nación en ejercicio era procesado por un delito de corrupción.

Desde entonces, se convirtió en el único funcionario que ejerció la vicepresidencia estando procesado. Cristina Kirchner nunca le pidió la renuncia: la elección de Amado Boudou como compañero de fórmula en 2011 había sido una decisión personalísima de la Presidente, inconsulta. Desplazar a su vice hubiera implicado admitir un error, por lo que la primera mandataria prefirió el silencio. Boudou fue progresivamente marginado de los actos públicos; en especial, dejó de aparecer junto a CFK en los escenarios. Sólo Luis D’Elía le dio amparo en su partido Miles.

Ahora, la condición de ex vicepresidente entre rejas será también bastante exclusiva para Boudou. Solo los rebotes del caso Odebrecht opacan un poco su récord. En Ecuador, el vicepresidente, Jorge Glas Espinel, compañero de fórmula de Lenín Moreno, sucesor de Rafael Correa, acaba de ser arrestado por corrupción.

Jorge Glas Espinel, un ingeniero de 48 años, fue elegido vicepresidente por primera vez en 2013, en una fórmula con Rafael Correa, y fue reelegido para el mismo cargo en las elecciones presidenciales de mayo de 2017, esta vez, secundando a Lenín Moreno.

Jorge Glas Espinel, vicepresidente de Ecuador, detenido en el marco del caso Odebrecht
Desde comienzos de octubre pasado, está preso por el caso Odebrecht, siendo el funcionario en ejercicio de más alto rango en ir a la cárcel en el marco del escándalo por los millonarios sobornos pagados por la firma brasileña en varios países de América Latina.

La fiscalía ecuatoriana consideró que había suficientes «elementos de convicción en investigación por asociación ilícita» para procesarlo. Jose Conceicao Santos Filho, un delator de Odebrecht, acusó a Glas de haber recibido sobornos por 16 millones de dólares de parte de la constructora brasileña.

Sin sorpresas, Glas se declaró víctima de una persecución, dijo ser el político «más auditado de la historia del Ecuador», y advirtió que apelará «a instancias nacionales e internacionales» para defenderse.

Pero, tras ser acusado por la Procuraduría General del Estado por asociación ilícita, el 2 de octubre le dictaron la prisión preventiva y el embargo de sus bienes y cuenta bancaria. Y fue encarcelado.

Pese a la prisión preventiva, no pierde su cargo de vicepresidente, su ausencia es temporal hasta que se emita una sentencia firme.

Para Ecuador, también es un récord histórico: por primera vez un vicepresidente en funciones cumple prisión preventiva.

En Perú, los coletazos del caso Odebrecht implicaron la prisión preventiva para el ex presidente Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, y para el también ex presidente Alejandro Toledo. Humala y su esposa están acusados de blanqueo de dinero por los fondos que su partido supuestamente recibió del Gobierno de Venezuela y de la constructora brasileña Odebrecht para las campañas de 2006 y 2011.

Pero volviendo a la categoría de vicepresidentes, el caso Boudou contrasta con lo que acaba de suceder en Uruguay, donde el vice, Raúl Sendic, acorralado por denuncias de malversación, renunció el pasado 9 de septiembre.

A diferencia de Cristina Kirchner, el presidente uruguayo Tabaré Vázquez y su fuerza política, el Frente Amplio, empujaron a Sendic a dar un paso al costado.

Sendic anunció su renuncia luego de que el Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio determinara que había incurrido en un «proceder inaceptable en la utilización de dineros públicos». También él se declaró «víctima» de la situación y negó haberse enriquecido durante su gestión.

También en Uruguay este fue un acontecimiento inusual; hasta ahora, una renuncia o salida de un vicepresidente siempre se había dado por golpes de Estado.

Finalmente, para encontrarle otras compañías al ex vicepresidente argentino hay que desplazarse hasta el África, donde por lo menos dos vicepresidentes están en problemas con la Justicia, por venalidad.

Uno es el angoleño Manuel Domingos Vicente (vicepresidente de Angola entre septiembre 2012 y septiembre 2017), procesado en junio de este año en Portugal por adquisición de bienes sin respetar las leyes vigentes en el país. Y por haber sobornado al juez a cargo de la causa, para eludir las consecuencias judiciales de esos actos.

Al parecer, la tendencia para comprar departamentos suntuosos en Europa es contagiosa, ya que por el mismo motivo el vicepresidente de Guinea Ecuatorial, Teodorin Obiang, fue condenado en Francia a tres años de prisión en suspenso y costas por 30 millones de euros, por hallarlo culpable de lavado de dinero, de malversación de fondos públicos y de corrupción.

Teodorin Obiang, de 48 años, hijo del presidente Teodoro Obiang Nguema, había adquirido en Francia, entre 2000 y 2011, directamente o a través de empresas fantasma, varios inmuebles de lujo en París, además de obras de arte y joyas, con fondos originados por la corrupción.

De momento, es poco probable que estos dos altos funcionarios africanos sean arrestados, en especial porque se trata de juicios en terceros países.

En resumidas cuentas, una compañía bastante magra para Amado Boudou, cuya situación, de momento, solo puede ser equiparada a la del suspendido vicepresidente ecuatoriano.

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