La inflación sigue dejando tela para cortar en el escenario nacional y es quizá uno de los temas que la gestión del presidente Mauricio Macri no pudo resolver pese a haber pedido, según palabras del Presidente, que se lo juzgara por la reducción de la misma. En ese contexto, la consultora Ecolatina elaboró un informe en el que destaca que la inflación continuará elevada en febrero (proyectan un IPC para Gran Buenos Aires de 3,7%) y advirtió que “uno de los efectos más adversos es que genera incertidumbre sobre el curso futuro de los precios relativos, minando a la inversión, ya que no se sabe qué bienes y servicios serán los más rentables en el futuro”.
Para realizar un seguimiento de la evolución de los precios en distintos canales de venta, la consultora elaboró una canasta de productos que se venden tanto en supermercados minoristas como mayoristas, que incluyó diversos alimentos, bebidas (alcohólicas y no alcohólicas), productos de higiene personal y de limpieza.
El resultado de los relevamientos indicó que “la elevada nominalidad argentina no solo causa comportamientos diversos en cuanto a la remarcación de precios: también genera una mayor dispersión”. En ese sentido, sostuvo que la volatilidad dificulta al comprador recordar y comparar precios, dejándolo sin valores de referencia.
Esta diferencia se observa al comparar los precios medios de productos en supermercados situados en la zona sur y en la zona norte del GBA. En tanto, afirmó que en promedio, los bienes relevados son 2,8% más baratos en la zona sur de GBA respecto a la zona norte también del GBA.
Sin embargo, estas diferencias no son iguales para todos los rubros. Mientras que los artículos de tocador y utensilios de limpieza son hasta 6,6% más baratos en comparación, las frutas y carnes son levemente más caras.
“Esto da cuenta de que aquellos bienes de primera necesidad (frutas, verduras, carnes, bebidas no alcohólicas, lácteos, etc.) tienen una dispersión menor que bienes menos indispensables (productos no alimenticios, pero también condimentos y dulces)”, destacó Ecolatina.
Y añadió que dadas las diferencias socioeconómicas entre ambas zonas, “se podría inferir que los bienes más básicos poseen una menor dispersión en sus precios, producto de una demanda menos sensible al precio”.
En tanto, alertó que si en los próximos meses la elevada inflación tiene detrás un significativo aumento en el precio de los alimentos (impulsados por la carne), “se reforzaría esta dinámica y se profundizaría el deterioro de la situación de los sectores de menores ingresos que gastan una mayor porción del ingreso en esos bienes”.
Asimismo, afirmó que si los “drivers” son los productos de mayor elasticidad-precio, su efecto no sólo se sentirá menos en los barrios bajos por razones de consumo, sino también por motivos geográficos.
Cabe destacar que en 2019, y aun sin mediar una nueva escalada cambiaria, la tendencia a la baja de la inflación se interrumpió: conforme al IPC Nacional que elabora el INDEC, la inflación pasó de 2,6% mensual en diciembre de 2018 a 2,9% en enero de este año, a la par que se ubicaría en torno a 3,2% en febrero según el REM que publica el BCRA (según los datos ya cerrados del IPC GBA Ecolatina, el resultado de febrero fue de 3,7% mensual).
Para la consultora, la aceleración de la inflación respondió a varios factores. En primer lugar, producto de una demanda que permanece deprimida y contratos que permanecen cerrados sin posibilidad de actualizarse de manera inmediata. Además, agregó que a lo largo del primer bimestre se cerraron ciertas actualizaciones de paritarias, por cláusulas gatillo y recomposición de las negociaciones del año pasado. “A esta dinámica se sumó el ajuste de tarifas de Servicios Públicos y el aumento cercano al 40% en el precio mayorista de la carne, con un efecto tanto en su precio minorista como en los de bienes sustitutos (pollo, cerdo, etc.)”, amplió.
Por último, señaló que aunque la inflación seguirá elevada en todo 2019, irá cediendo a medida que los efectos de la crisis cambiaria de 2018 se diluyan. “A modo de ejemplo, mientras que la suba precios acumularía alrededor de 16,5% en el primer semestre según el REM que publica el Banco Central, rondaría 14% en la segunda parte del año. De esta forma, totalizaría 32% en el año, marcando una desaceleración significativa respecto a 2018 (casi 48%)”, concluyó.
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