En un kiosco ubicado en la esquina de Jujuy y Lavalle, en San Miguel de Tucumán, ocurrió una escena insólita: cuando una mujer ingresó al comercio despreocupadamente para hacer algunas compras se encontró con dos hombres con cascos de moto al otro lado del mostrador.
“Buenas, entre nomás, mami, no le vamos a hacer nada a usted, estamos robando», le dijo uno de los delincuentes con normalidad, en un tono curiosamente amable.
Mientras tanto se llevaba la caja registradora entera debajo del brazo y amenazaba al empleado a punta de pistola. “No vas a gritar nada porque te vamos a matar”, fue lo último que le dijo.
El asalto quedó registrado -con audio- por las cámaras de seguridad. Pero no es la primera vez, ya van tres robos iguales en menos de seis meses.
“Da mucha bronca porque no hay un policía en esa zona. Desde que estoy ahí, hace seis o siete meses, a mí me van robando tres veces; a la panadería de la par, también tres veces; a otro drugstore de la cuadra, dos veces, robaron dos autos y todo el tiempo arrebatan celulares en la plaza”, dijo Sebastián, el dueño del comercio, a La Gaceta de Tucumán.
Además, el dueño relató con indignación lo que ocurrió cuando fue a hacer la denuncia en la Seccional 2°: “Entro a la comisaría y había cinco policías alrededor de una computadora viendo videos de Yayo, tomando jugo y comiendo galletitas”.
En junio, las cámaras de seguridad también grabaron cómo un delincuente se disparaba por error en la pierna en medio del asalto.
La secuencia fue muy similar. Un ladrón ingresó con un casco puesto y amenazó al empleado para que le entregara el dinero. Luego, exhibiendo su arma, increpó a un cliente que acababa de entrar. Al momento de la huida, cuando intentó guardar su arma en el pantalón, se disparó sin querer.
La policía lo encontró gravemente herido a dos cuadras del kiosco. Esa noche había cometido tres robos seguidos. Sin embargo, el descuido le terminó costando la vida.