Jaime Durán Barba: «Sólo el 14% de la gente quiere a Cristina Kirchner presa»

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Contra todo pronóstico, Jaime Durán Barba llevó a Mauricio Macri a la victoria. Una y otra vez las estrategias del consultor ecuatoriano fueron criticadas por propios y extraños, pero el histórico triunfo logrado en las pasadas elecciones terminó por darle la razón. Aunque ahora piensa en tomar un poco de distancia de la política nacional, sus análisis son todavía palabra sagrada en el PRO.

Todos los manuales políticos dicen que no es lo mismo llegar al gobierno que mantenerse en él. ¿Qué debe hacer entonces Macri ahora que es Presidente? En su opinión, debe «ser leal consigo mismo, es lo más importante». «Tú no puedes vender una imagen en la campaña, llegar a la Casa Rosada y hacer lo contrario. Hay quienes piensan que con la popularidad de los primeros meses se deben tomar las medidas brutales de la economía y que después se remonta. No, no remontas nunca. Eso pensaba mi buen amigo Gonzalo Sánchez de Lozada (ex presidente de Bolivia asilado en los EEUU), tomó las medidas y hasta ahora está prófugo en los Estados Unidos», recordó el politólogo.

En su discurso ante la Asamblea Legislativa, el nuevo mandatario anunció que será «implacable contra la corrupción». Apenas doce días después, la diputada Margarita Stolbizer pidió que la ex presidente Cristina Kirchner sea convocada a declarar por la causa Hotesur. La gran pregunta es si existe alguna posibilidad de que la ex jefa de Estado pueda llegar a ir presa. Durán Barba no habla sobre las cuestiones estrictamente judiciales, pero advierte que, según sus encuestas, la mayoría del país no quiere verla tras las rejas: «Sólo el 14% de la gente quiere eso. Pero el 86% no».

El budismo, el bigote y la familia

Macri y Durán Barba se conocieron hace once años. El consultor recuerda que el entonces presidente de Boca le llamó la atención desde el primer encuentro: «Fue en diciembre del 2004. Me pareció un personaje raro, no se parecía a los políticos de México. Macri era un tipo muy inteligente que no estaba interesado en las discusiones de la política, no le interesaban. Roberto Zapata, nuestro psicólogo, lo definió como ‘un tipo muy curioso'».

Hasta ese entonces, el politólogo ecuatoriano no había conocido a nadie así. «Me acuerdo de que mi socio dijo: ‘Estos han caído de nuestro libro’, porque son todo lo que decíamos en un libro que escribimos por entonces, Mujer, sexualidad, Internet y política. Gente muy fresca, sin tradición política, sin traumas, sin prejuicios, dispuestos a oír». Pero no era sólo el hijo de Franco Macri. Todo el grupo de compañeros con el que quería ingresar al mundo de la política eran «personas a las que ningún rito de la política les parecía muy importante».

Desde aquel diciembre de 2004, Macri tuvo que cambiar mucho para ser más amigable a los votantes y morigerar los rastros de su educación de clase alta. En estos once años, Durán Barba le aconsejó sacarse el bigote, lo mandó a un fonoaudiólogo a corregir la famosa «papa en la boca» que tenía al hablar, aprendió a no fruncir el ceño cuando los periodistas le hacían una pregunta, empezó a sonreír más y se entrenó para no sobresaltarse cuando un vecino lo tocaba por la espalda, una consecuencia que le había quedado de su secuestro.

Los cambios también estuvieron acompañados por una nueva estética: su consultor le sugirió bailar en los festejos de las elecciones, lo rodeó de globos multicolores y hasta le recomendó mostrarse con la nueva y bella familia que conformó con Juliana Awada y dio como fruto a su hija Antonia.

«Yo creo que Awada le ayudó mucho. Es una mujer muy sensible, muy agradable, tengo una excelente relación con ella. Creo que la hija fue otra revolución para él. La hija le hizo rever el mundo de una manera impresionante. Le dio una nueva vida, de una felicidad impresionante. Mauricio cambió brutalmente en eso también. Yo creo que Antonia le proporcionó una nueva etapa», contó Durán Barba.

Reconoce, sin embargo, que los toques de budismo que el Presidente adoptó en el último tiempo no son idea suya: «Se lo recomendó otra persona, pero mejoró mucho con eso. Cuando lo hizo me encantó. Obviamente yo estoy muy influido por ese tipo de visión del mundo, por el taoísmo y el budismo. Lo que dice es que en la vida lo que hay que buscar para ser feliz es el punto medio. No te vayas al fanatismo, no te aloques ni con una cosa ni con otra, busca un punto medio para tener una mirada sana. Esa es una de las cuatro nobles verdades por las que se rige el budismo».

El camino al triunfo y lo que viene

Cuando todo el mundo le recomendaba una alianza con Sergio Massa, Durán Barba dijo que Macri debía evitarlo. Luego, cuando todos recomendaban presionar para que el hombre de Tigre bajase su candidatura, el ecuatoriano deseaba que siguiera en carrera. «No debía bajarse, actuaba como un tapón», recuerda hoy.

Que Massa fuese candidato ayudaba a mostrar al candidato de Cambiemos como lo verdaderamente nuevo de la política: «¿Cómo se podía ganar? Presentando claramente lo que era Macri, ese personaje distinto, desestructurado, no político, eso era lo que la gente quería, a alguien distinto. Pactar con Massa era no sólo pactar con el ex jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, además Massa tenía a su alrededor a Alberto Fernández, a (Roberto) Lavagna, a (Felipe) Solá, toda la banca suplente del gobierno K. ¿Cómo se puede ser lo nuevo y pactar con diez ex ministros de Cristina?»

Con tantos cambios y asesores por medio, cabe preguntarse qué queda de aquel Macri que hace más de diez años quiso lanzarse a la política. Durán Barba asegura que «el Maruicio que ven hoy es auténtico», aunque reconoce que «ha habido muchas cosas» en las que ha tenido que frenarlo o corregirlo en la última década. «Por ejemplo ahora, esto de bailar en el balcón de la Casa Rosada. A mucha gente amiga mía del extranjero eso le causó estupor. ¿Cómo un presidente baila en el balcón con esos gestitos? Eso es Macri, a mí me pareció muy bien», dijo en el reportaje que concedió a la revista Noticias.

Este año, Durán Barba llevó al PRO a ganar la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Nación. Ahora, reconoce, quiere «un poco más de distancia con el Gobierno». «Cumplí 68 años hace unos días en Washington y quiero dedicar más a escribir… Voy a ser un hombre de consulta, eso sí», anticipó.

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