Entre la madrugada del sábado y la tarde del domingo cayeron unos generosos 47 milímetros sobre Jesús María que hicieron ingresar en terreno dubitativo a la organización de una nueva noche del Festival de Doma y Folklore, que tenía un artista convocante como Luciano Pereyra en carácter de número central. “¿Suspendemos jineteada y destrezas para preservar el campo? ¿Adelantamos programación de escenario?”, fueron las preguntas que se hacían unos a otros en la comisión organizadora con toda lógica.
Aunque la lluvia hizo un parate alrededor de las 17, el pronóstico de más agua para la madrugada del lunes hizo que la comisión decidiera cambiar de planes y proponer un mix de jineteada (poco) más el adelantamiento del programa del escenario Martín Fierro, con la idea de ofrecer a Pereyra mucho antes de la medianoche.
En las inmediaciones del anfiteatro, sin embargo, el movimiento de turistas era muy interesante. La presunción fue que muchos esperarían hasta último momento para pagar su entrada e ingresar al estadio. Y pese a la inclemencia de toda la jornada, la temperatura nunca bajó tanto como para espantar al público.
Una multitud copó el campo de la doma para estar cerca de Luciano
A las 19.30 la temperatura orillaba los 20 grados, pero el leve viento del sudoeste hacía presumir que la noche pediría poncho.
No sería domingo de récord, pero a las 21 había una cantidad aceptable de público.
A esa hora, la deanfunense Bruna Monte dejaba calentito el escenario con un lindo repertorio en el que destacaron La repiqueteada y Chacarera del norte cordobés de Ica Novo.
Para los jinetes, la tercera fue una noche rara. El estado del campo volvió asustadizos a los reservados. Y ninguno ofreció trabajo como para lucirse. Sacarse un seis o un siete de puntaje fue todo un logro.
Posteriormente, el escenario acusó el maltrato climático: desde que arrancó la jornada y hasta las 23, el sonido del estadio se cortó en cinco ocasiones y se vio a los técnicos desesperados enchufando y desenchufando cables, corriendo, y mirándose con desconcierto.
En esos incómodos intérvalos, el público hizo la ola, silbó y abucheó en partes iguales.
Según la comisión organizadora, en el horario cercano a la presentación de Luciano Peyera ya se habían cortado nueve mil entradas, una cifra que en el ente se consideró un milagro teniendo en cuenta el mal clima de la jornada.
Desde que ingresó al escenario, a las 23.40, Pereyra se adueñó de los suspiros y de los gritos emocionados, y retribuyó el cariño con una puesta comprometida con una gran fiesta popular.
Las fanáticas del de Luján coparon las plateasApenas comenzó su show con la interpretación de Me gusta amarte, sus fans corearon estrofa, cada estribillo y ondularon sus banderas de amor para prolongar la comunión hasta la madrugada. Esa madrugada que siempre amenazó con ser un aguacero.
Luciano Pereyra, dueño de todos los suspirosEn conferencia de prensa, Pereyra se refirió a la circunstancia de haber llegado a los 20 años de presentaciones en festivales y a lo motivador que resultó descubrir en ese derrotero que contaba con diez discos y canciones como para hacer un show de cuatro horas. De todos modos, el set que eligió para Jesús María tuvo todos sus clásicos, sin que falte uno y pudo darse algunos lujos como mostrarse en un fragmento de video cantando junto a Horacio Guarany, justo en la fecha en la que se cumplían dos años de su fallecimiento.
Y respecto a la circunstancia de haber estado en la cima, al medio, y bajo en las preferencias del público y, hoy, nuevamente en la cima, el lujanense explicó: “Éxito es volver a casa a comerme un asado con mis padres, tener mis perros, jugar con mis sobrinos. Lo otro es un momento que se disfruta, pero no mucho más que eso”.
Su salida del anfiteatro fue precedida por un fuerte operativo de seguridad porque una multitud de fanáticas lo acechaba en la salida de artistas.