Se ríe, todo el tiempo Joaquín Levinton se ríe. Está de buen humor y no es para menos: la vuelta de Turf ya lleva casi dos años y el 12 de agosto tocarán en Niceto, un lugar ideal para «bailar, hacer pogo y todo eso que a la gente le gusta». Las gafas oscuras sobredimensionan su presencia enInfobae porque lo colocan como lo que es: una estrella de rock, como las que ya no quedan, con un swing en el andar que descoloca a cualquiera. Antes de que se prendan las cámaras la charla es charla, no entrevista, y en un momento pregunta si estamos al aire, porque todo va mejor así. «Me tiene súper contento esta este regreso, preparando un montón de cosas. A punto de ir a México de gira», comienza diciendo con una seriedad que poco a poco se va desfigurando con gracia y naturalidad.
Turf comenzó en 1995 con una efervescencia de brillos glam y britpop mechados con punk psicodélico y rock and roll porteño. Seis discos publicaron hasta que en 2007 se separaron y todo ese fulgor rockero se diversificó en cuatro bandas: Poncho, Ríspico, Trasmundial y Sponsors, en donde Joaquín Levinton demostró seguir siendo un frontman de alto calibre.
Luego de un encuentro sorpresivo en The Roxy en mayo de 2014 y de shows en el Movistar Free Music, la playa Varese de Mar del Plata y La Trastienda, llegó el retorno en el Teatro Ópera el sábado 5 de marzo de este año. Hoy ya limaron las asperezas y se consolidaron como el grupo que eran, sin nuevas caras o modificaciones sustanciales. Son Turf, los de siempre. Con «Kurt Cobain» y «La canción del supermercado», los dos cortes que ya están sonando y se sumarán al nuevo disco, quedó demostrado.
Pero, ¿cómo definir la ecléctica identidad de la banda? «Dejo deliberado al azar el estilo y voy hacia donde el ritmo me estimula», dice como si estuviera cantando pero no, es una frase oral, la explicación de cómo compone. «En la espontaneidad radica esa frescura que tiene Turf, que es una música desprejuiciada. No es ni rock ni pop, es música fantasiosa», agrega.
Al crecer con los primeros discos de Ratones Paranoicos y Los Violadores logró seguir esa línea que zigzaguea entre la banda de culto y el fervor popular. Dos caras de una moneda que de repente cae y se vuelve masiva, cantada en boliches, fogones, casamientos y estadios de fútbol. «Cuando llegás a la cancha te das cuenta que las canciones pasaron a estar en manos de la gente. Es muy fuerte cuando se comparte entre tanta gente un mismo ritmo y melodía», reflexiona.
Levinton parece un adolescente experimentado. Su estilo es impecablemente rockero: gafas modernas, pelo largo, chupines negros, botas de gamuza y campera parka. Acaba de cumplir 40 pero eso no parece ser un problema, aunque tiene sus complicaciones: «Yo aprendí hace muy poco lo de las redes sociales y hasta me sale muy mal mandar un mail. De hecho lo único que recibo en los mails son propagandas». Luego dispara: «Yo me siento más identificado con una canción que pasa en el supermercado que una canción que se pasa en Spotify».
Creo tener la suficiente historia dentro de la música como para que a mí se me valore por mis canciones
Hoy su vida es tranquila: vive en un PH del Abasto con su perra Raquel. Sin embargo, cada tanto aparece en las revistas del corazón y los portales de espectáculos por algún romance. «A mí no me molesta. Creo tener la suficiente historia dentro de la música como para que a mí se me valore por mis canciones», dice y agrega sobre los rumores de noviazgo con la conductora y actual participante del Bailando Ernestina Pais: «Me enteré porque ella es amiga». «Son casamenteros los medios», concluye y sonríe. A Levinton todo parece resbalarle, como si el mundo fuera un lugar demasiado raro como para tomarlo en serio. Quizás tenga razón.