Juan Carlos Gramajo y La chacarerata santiagueña

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Un trajín de 50 años en nuestro folklore como bailarín, bombisto, recitador hacen de Juan Carlos Gramajo un referente indiscutible de nuestra música. Debutó niño aún con don Andrés Chazarreta, fue percusionista de Ariel Ramírez. Profundo conocedor del bombo y sus secretos, proviene de una familia fabricante de bombos legüeros. Fundador de la orquesta nativa “La chacarerata santiagueña”con la que ya ha cumplido 22 años, recorriendo los escenarios del país obteniendo el respeto y el aplauso del público. Distinguido por numerosos e importantes premios como Consagración ’87 Cosquín, ACE ’96, Trimarg’2000 otorgado por la UNESCO. Un conjunto caracterizado por ejecutar temas tradicionales junto a las nuevas producciones siempre bailables, con una dedicación especial de guardar el estilo y la cadencia de los ritmos folklóricos. Su repertorio está conformado por autores de la talla de Yupanqui, los Hermanos Simón, Raúl Trullenque, Los hermanos Ríos, Peteco Carabajal entre otros, junto a la autoría de sus integrantes.

-¿Como se formó la Chacarerata santiagueña?

– Después de permanecer ocho años como percusionista de Ariel Ramírez en Buenos Aires y el mundo, busqué como todo hombre la independencia. De esa manera formé un grupo folklórico que tocaba en diversos lugares pero carecía de nombre. Hasta que los hermanos Abalos nos bautizan con el nombre que nos hace conocidos.

-¿Quiénes fueron sus primeros integrantes del grupo?

-Como todo grupo humano sufrió varias fisuras a lo largo de estos veintidós años. Por la Chacarerata han pasado componentes como Quique Ponce, Aurelio Gramajo e invitados como Shalo Leguizamón, Coco Banegas, Claudia Romero, Motta Luna pero desde hace un tiempo seguimos fijos los cuatro componentes actuales que son: Sergio Pérez en canto y guitarra, German Gómez en violín y guitarra, Mario Palavecino en bandoneón y un servidor en percusión, recitado y voz de mando.

-¿Qué o quién impulsó su carrera musical?
-Sin dudas mis padres. En casa de los Gramajo siempre había lugar para las fiestas, peñas o trincheras donde se autoconvocaban tíos, primos, hermanos…todos hacedores y tocadores de bombos. Y yo soy producto de esto. No estudié percusión ni música.

-¿Cuántos años tenía cuando actuaba con Chazarreta?

En el año ’56 tenía unos trece años cuando ya pertenecía a la Compañía de arte nativo perteneciente a Don Andrés Chazarreta. Soy de la camada de Agustín Carabajal, Antonio Ramírez, Los cantores de Salavina. Éramos veintiuno en total. Actuamos en el teatro casino de la calle Maipú con un espectáculo que se llamaba “El alma del quebrachal”donde presentábamos leyendas y costumbres de nuestra provincia Santiago del Estero. Esa gira duró tres meses, culminando en el Parque Independencia de la capital de Tucumán.

Don Andrés Chazarreta fallece en el año 1960 y yo seguí creciendo, hasta que el destino me llevó a Bolivia, Perú, México…

-Pueblo que lo atrapó

– Imposible no querer ese pueblo tan romántico y colorido, con una ubicación geográfica excepcional para hacer giras a Estados Unidos. Bailaba muchísimo en el área de California o Nueva York. Todavía vivía mi madre, así que cada tanto regresaba al país a visitarla y a tocar en diversas peñas. En uno de esos viajes estaba tocando en la peña “El palo borracho”, me ve Ariel Ramírez y me requiere para su espectáculo “Cantemos” que hacía con Lolita Torres. Y me quedé ocho años con él.

-Después vino la Misa criolla.

– Sí, una hermosa experiencia con la que recorrimos Israel, Suiza, Alemania, España, Portugal, Costa Rica, Colombia, México llevando nuestra música. Y todas esas andanzas de Juan Carlos Gramajo culminan en Argentina con la Chacarerata santiagueña.

-Su vida artística queda marcada por…

-Primero don Andrés Chazarreta, después Ariel Ramírez y por supuesto la Chacarerata Santiagueña.

-¿Cuál de las capitales lo deslumbró más?

.Sin dudas Buenos Aires en el año 1956. El sueño de estar con don Andrés y su hijo Agustín, siendo apenas un chango que venía de una provincia querendona pero muy árida. Me encontré con esta ciudad llena de plazas con árboles y flores y aunque después la vida me dio la posibilidad de conocer muchas capitales europeas muy importante, no fue el mismo deslumbramiento.

-¿Que diferencia encuentra entre el folklore de los años ’60 y el actual?

-La diferencia fundamental es la participación de la juventud, el entusiasmo que tienen para hacer palmas, bailan estupendo, saben escuchar nuestros cantores. De la unión de los jóvenes y nosotros nacerá una esa identidad que tanta falta nos está haciendo a los argentinos.

-¿Cuál es la unión del pueblo santiagueño con la música?

-Santiago del Estero tiene en su pueblo a una gran familia musical donde siempre están a flor de labios las canciones. Es que la chacarera es una música muy rítmica y siendo una de las provincias más antiguas y bilingüe su pueblo ama su terruño, sus costumbres. Vive cantando y bailando sus ritmos, eso le da una identidad propia.

-¿Modificaría algo si comenzara de nuevo?
-No. Yo creo que puse toda la pasión que tiene el músico santiagueño por sus cosas. Cuando joven tenía la fuerzas y la frescura, ahora ya mayor conservo la experiencia.

-¿Que cambios nota fuera del plano musical en los escenarios?

– Muchísimos, las épocas cambian. Cuando nuestros abuelos o padres nos hacían tomar una foto de vez en cuando, no nos podíamos ni reír ni comer.-“Ya te estás haciendo el mono”- nos retaban. Y en la música se debía tocar bien y serio, aunque se puede tocar bien y sonreír no eran los códigos en esos tiempos. No olvidemos que la gente exige más participación, como si aplaudiera con los ojos, le gusta el movimiento. Y hoy algunos cantores de folklore parecen rockeros, porque entre las luces, el humo y un destape en el vestir en donde la televisión tiene mucho que ver. En eso los mayores podemos disentir pero es indiscutible que también hay muchos que tocan muy bien. En cambio nosotros debíamos vestir el traje azul tradicional, camisa blanca, corbata bordó para estar “ubicados”. Todos los extremos son exagerados, falta el punto de equilibrio.

-¿Suena mejor un instrumento enchufado?
-Yo no sé si suena mejor, pero suena más fuerte. (Risas). La diferencia es el toque por ejemplo el que tiene una guitarra enchufada debe tener un toque más suave, distinguido y de primera sino el instrumento distorsiona mucho.

-¿Está de acuerdo con la introducción de instrumentos no tradicionales?

-Todo y nada es nuestro. Cuando apareció Adolfo Abalos en el piano las críticas no se hicieron esperar, sin embargo todo es válido si se pueden combinar bien los sonidos. No nos olvidemos que en el año 1921, don Andrés Chazarreta cuando graba en RCA Víctor, ya lo hacía con una flauta traversa incorporada y José María de Hoyo con su Banda criolla ponía saxo tenor, flauta traversa, saxo barítono y todos los instrumentos metálicos. Ahora la moda regresó y es válida siempre que haya una buena combinación.

La música de La chacarerata santiagueña nos deja el olor a pan casero y a patio regado de la provincia donde las chacareras y las vidalas entrelazan sus sonidos junto a las alegrías y tristezas de sus pobladores.

Foto Web

Fuente: http://mimusicasudamericana.blogspot.com.ar

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