Juan Carr: «Hay más personas en los lugares donde damos de comer, la comida está cara»

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Creó hace 21 años Red Solidaria con el fin de conectar a quienes sufrieran alguna necesidad con aquellos con capacidad de brindar soluciones. La organización participó en la coordinación de ayuda en treinta catástrofes argentinas, infinidad de campañas y crece internacionalmente: «Somos un modelo argentino sin papeles ni personería pero que crece.

En Beijing, arrancamos ahora; en Vietnam, estamos intentando; en Madrid y en Barcelona, se consolidó hace un tiempo; en Nueva York, hace un par de años, generalmente por argentinos que interactúan, parecido a lo que hacemos acá. Está muy bien en Ecuador, en Chile y en Uruguay», explica su fundador.

Su último gran logro es el sistema Alerta Solidaria mediante Whatsapp, con más de siete mil voluntarios digitales listos para colaborar con la búsqueda de personas perdidas, distribuidos en 510 ciudades. Llevan realizadas 110 búsquedas de las que 85 terminaron con éxito: «Cuando el argentino cree, pasan estas cosas fabulosas», agrega.

-¿Seguís sintiendo que se puede cambiar el mundo?

—Sí, cada día más. Además soy testigo de una parte de la sociedad argentina muy generosa. Seguimos batiendo récords de donantes de órganos, siguen aumentando los dadores de sangre cuando hace falta, seguimos bajando las muertes por frío y por hipotermia de las personas en situación de calle. Eso responde a la pregunta «¿podemos cambiar el mundo?». Sí, claro. Vamos camino a cambiarlo y para mejor.

—¿Cuánto es responsabilidad de todos nosotros y cuánto de los gobiernos?

—Los ciudadanos complementamos al Estado. Solés escuchar: «Ustedes hacen lo que no hace el Gobierno». No, hemos pasado por todos los gobiernos democráticos y a todos les fuimos útiles. No creemos nunca que estamos haciendo lo que tienen que hacer otros. Lo que hace cualquier Estado, un municipio, una gobernación o un Estado nacional es mucho más grande en dimensión que lo que hace un grupo de voluntarios. A pesar de todo lo que se pueda criticar, el Estado argentino, y en todos los procesos políticos que hubo, hace muchas cosas por la gente, y nosotros complementamos.
Cuando el argentino ve un dolor, un chico que llora en la calle, no hay más grietas

—Hablabas de los argentinos en nuestro accionar solidario. ¿Nos olvidamos de la grieta a la hora de ayudar?

—Tengo un vicio operativo personal que es lograr que la Argentina se encuentre, que nos encontremos todo el tiempo. Hay una catástrofe, hay un terremoto, hay una inundación, nosotros necesitamos que la comunidad se encuentre. Esa fragmentación yo la respeto, no la viví, posiblemente sí fue un hecho comunicacional complejo; la pobreza, el hambre, son temáticas ligadas directamente a ese término, la aparente fragmentación. Pero la Argentina ve un dolor, cuando el argentino ve un dolor, un chico que llora en la calle, no hay más grietas, no hay más fragmentaciones. Decís: «alguien tiene frío», no hay más fragmentaciones. Cada inundación se bate un récord de la inundación anterior de generosidad. En el dolor, me parece a mí, seguimos encontrándonos.

—¿Soñás con globalizar esta solidaridad que ves en la Argentina, con hacerla mundial?

—La Red Solidaria está formada por gente común como yo que tenemos nuestra vida normal y nuestra vida básica y elemental. En el mundo hay como una red virtual que solamente hay que atarla y hay muchas temáticas nuevas. La solidaridad es un tema de debate en el mundo, la depresión, quitarse la vida, epidemia nueva occidental, la celiaquía es nueva y se puede trabajar mucho en eso, el autismo que surgió, se avanza y se abraza cada vez mejor; esas temáticas globalizadas… Este modelo de red argentina que es muy de barrio y muy entre chabacano, alegre y serio. Sí, estamos ante un modelo que lo podemos compartir con el mundo y estamos en eso.

—¿Realmente los suicidios se pueden convertir en una epidemia occidental?

—Hay personas que quizás ahora nos estén leyendo y se sienten solas y tal vez hay personas que tienen cerca suyo gente que llora mucho, que está muy angustiada todo el tiempo, ahí hay una señal de alarma, recomiendo que el que está sufriendo o el que lo está viendo avise. En nuestro país tenemos once vidas que se pierden en tránsito, y se pierden hasta ocho vidas de gente que se quita la vida diariamente. Ocho a once, es una epidemia en nuestro país. Cinco de esas ocho muertes son menores de 25 años.

—Este año decidieron continuar el trabajo que hacen en invierno con el frío en las calles y los encuentros nocturnos.

—Hace 35 años que veo la situación de calle, hace 9 años hubo un invierno muy duro en la Argentina en el que las temperaturas batieron todos los records y hubo 57 personas muertas. La muerte de una persona en situación de calle, además de ser terrible porque es una muerte, es una persona que muere con tres millones de personas alrededor, es una muerte socialmente muy violenta, muy impactante. Ahí arrancamos e inventamos Frío Cero. Yo acompañé a todos los gobiernos como ciudadano, los vota mi pueblo y los acompaño, siempre lo hicimos así. Ahora lo que pasa es que estamos en un momento especial; es un debate si hay más personas en situación de calle, lo que sí es cierto es que hay más personas en los lugares donde damos de comer, la comida está cara. Entonces viendo que siempre cortamos hasta el próximo otoño, sobre todo Plaza de Mayo, que es nuestro lugar central. Vamos a seguir y vamos a continuar con una forma que es encuentros en la plaza, mucho arte, mucha pintura, mucho Milo Lockett, mucho gourmet que nos acompaña. Mantener el encuentro, sobre todo porque nos hicimos amigos de muchos que están en la calle, porque vemos cómo evoluciona la situación social. Estamos en un momento de transición y nosotros queremos estar con los más humildes más tiempo por las dudas, viendo cómo evoluciona esta situación.

El campo produce comida para 440 millones cada año, lo que falta es distribuir

—Si te entiendo lo que me decís, es: «Podemos discutir si hay más pobres o no, pero en la realidad que viven ustedes hay más demanda».

—Hay más demanda. Del año 1999, que fue el momento en el que se registraron más muertes por desnutrición infantil, para acá, hemos evolucionado muchísimo. Del «hambre cero» seguimos muy cerca, falta muy poco, el hambre en la Argentina ha bajado por un montón de razones, y lo que está bueno es que por muchos gobiernos, y por el campo, que produjo comida, por muchas organizaciones, por la Iglesia. Debe haber tres millones de personas a las que les falta la comida, que es lo que habría que garantizar, y para eso haría falta lo que pasó con la asignación universal, que se juntaron todos, la izquierda, el radicalismo, la Iglesia y el Gobierno en ese momento. Habría que reeditar un encuentro igual para terminar con el hambre. La pobreza es más compleja, va a llevar más tiempo, pero del «hambre cero» estamos ahí. Ahora mi angustia es que me cuesta generar el gran encuentro, estaría la política toda, la oposición, los que gobiernan, las universidades, los credos, por supuesto, el Papa, que en la Argentina es clave, los gremios, las cooperativas posiblemente. Falta un encuentro de unos cincuenta jugadores importantes para liquidar al hambre en cuatro, cinco o diez años. El campo produce comida para 440 millones cada año, lo que falta es distribuir.

—Veo  encuestas donde estás entre los elegidos como más honestos, sin embargo, ahí casi nunca aparecen los candidatos presidenciales y me explican las consultoras que los argentinos no votamos gente honesta, no es un valor que ponderemos a la hora de poner nuestro voto.

—A mí me vendieron un montón de revoluciones en toda mi vida, la productiva, la más menos productiva, la no, la de izquierda, la esta, la otra, un montón de revoluciones y yo respeto. Ser honesto hoy en día es ser un revolucionario, yo sí creo que el argentino lo vindica, no sé si lo vota. Contrariamente a lo que se supone, tengo una mirada muy especial, la mayoría de la gente en la Argentina honestamente labura y estudia a millones. Lo que tienen los deshonestos es que tienen una capacidad operativa de ir a la tapa de los diarios. Después creo y los vindico, hay mucho político y no los voy a mencionar para que nadie se enoje, pero los hay, de todos los partidos y soy testigo de eso. En este momento ser honesto es ser un revolucionario, porque sirve para transformar la realidad.

—Acompañando las causas que acompañás, ¿cuando ves cosas obscenas de corrupción, qué te pasa?

—Me cuido un montón, si estoy haciendo zapping después de estar viendo un rato corrupción y de escándalo, me quedo un rato y cambio. Es muy impactante la especie humana, es capaz de eso cuando vos precisás cosas y después porque lo resignifica. Como dicen ahí, que siempre lo dicen las Madres del Dolor, las Madres de Plaza de Mayo, lo dice Ni Una Menos, que la corrupción mata. En nuestro caso, como muchas veces la corrupción va ligada a lo económico, la Red Solidaria nunca recauda, junta y no manejamos administrativamente nada, eso un poco nos hizo sobrevivir. Nosotros no queremos tu dinero, queremos tu compromiso. Esa búsqueda del compromiso y no del dinero nos rescató y nos ha permitido salvarnos.

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