Khadafi aseguró que su huida de Trípoli fue un "movimiento táctico"

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Un asediado Muammar Khadafi prometió el miércoles luchar hasta la muerte o la victoria, después de que los rebeldes lo obligaran a abandonar su bastión de Trípoli en lo que pareció ser un golpe decisivo contra el régimen libio.

Los rebeldes saquearon el cuartel general Bab al-Aziziya, llevándose armas y destruyendo símbolos de su dictadura de 42 años, cuya caída transformará al país y enviará una advertencia a otros gobiernos árabes autoritarios que afrontan alzamientos populares.

Khadafi dijo que su salida de las instalaciones situadas en el centro de la capital era una medida táctica después de que el recinto fuera golpeado por 64 ataques aéreos de la OTAN y prometió «martirio» o victoria en su lucha contra la alianza.

Instando a los libios a limpiar las calles de traidores, el
dictador árabe dijo que recorrió Trípoli de incógnito. «Salí un momento en Trípoli de manera discreta, sin ser visto por la gente, y (…) no vi que Trípoli estuviera en peligro«, agregó.

El coronel libio habló para medios favorables y su paradero tras salir de su cuartel general continúa siendo un misterio, aunque parecía que continuaba en Trípoli, al menos hasta hace poco.

Al caer la noche el martes después de un día en que los rebeldes capturaron Trípoli, encontrando escasa resistencia y pocas bajas, se registraron fuertes enfrentamientos en Sabha, una ciudad al sur en el desierto que los rebeldes anticiparon podría ser el último reducto de las fuerzas leales a Khadafi.

Las tropas del régimen atacaban con artillería los pueblos de Zuara y Ajelat al oeste de Trípoli, informó la cadena de televisión Al-Arabiya.

En Trípoli, corresponsales de Reuters dijeron que aún parecía haber algunos combates en torno al centro de la ciudad, mientras caía la noche y comenzaron los saqueos.

Omar al-Ghirani, un portavoz de los rebeldes, dijo que fuerzas leales al régimen habían disparado siete misiles Grad contra zonas residenciales de la capital, llevando a las personas a huir de sus casas presas del pánico.

Ghirani dijo a Reuters que las fuerzas de Khadafi también dispararon rondas de morteros en la zona del aeropuerto de Trípoli. El fuego continuo sugiere que la insurgencia popular de seis meses contra Khadafi, un nacionalista árabe que desafió a Occidente y gobernó con mano de hierro el país exportador de petróleo durante cuatro décadas, aún no triunfó por completo.

Un portavoz del régimen dijo que el coronel libio estaba listo para para resistir a los rebeldes durante meses, o incluso años. «Nosotros convertiremos a Libia en un volcán de lava y fuego bajo los pies de los invasores y sus agentes traidores«, dijo Moussa Ibrahim, hablando por teléfono a canales satelitales.

Los líderes rebeldes no podrán disfrutar de la paz si ejecutan sus planes de trasladar su cuartel general hasta Trípoli desde la oriental ciudad de Bengasi, afirmó.

Pero Khadafi ya era historia ante los ojos de los rebeldes y sus líderes políticos planificaban negociaciones de alto nivel en Qatar el miércoles con enviados de los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Turquía y los Emiratos Arabes Unidos sobre la forma de seguir adelante.

Hay otra reunión programada para el jueves en Estambul.

«¡Se terminó! ¡Khadafi está acabado!», gritó un combatiente mientras disparaba al aire en el recinto de Bab al-Aziziya, el gran centro de poder de Khadafi en la capital libia.

Las opiniones estaban divididas sobre el paradero de
Khadafi. El coronel Ahmed Bani dijo al canal de televisión Al-Arabiya que los rebeldes creen que está probablemente refugiado en uno de sus muchos escondites en Trípoli. «Tomará mucho tiempo hallarlo«, afirmó.

El jefe del Consejo Nacional Rebelde Mustafa Abdel-Jalil, quien hasta febrero era un ministro leal a Khadafi, advirtió: «Es demasiado pronto para decir que la batalla de Trípoli ha terminado. Eso no ocurrirá hasta que Khadafi y sus hijos sean capturados«.

Mahmoud Jibril, jefe del gobierno rebelde, prometió una transición a la democracia para todos los libios. «Todo el mundo está mirando a Libia», declaró, advirtiendo que no deben realizarse actos de justicia sumaria. «No debemos manchar la página final de la revolución«, declaró. Jibril dijo que habían formado un nuevo organismo que incluía a comandantes de campo de múltiples grupos revolucionarios para coordinar la seguridad.

Existe una larga historia de fricciones entre aldeas y tribus, árabes y bereberes, y entre el este y el oeste de un Estado formado como una colonia italiana en 1934.

Las potencias occidentales que apoyaron la revuelta con poder aéreo evitaron pronunciar la victoria, aunque están ansiosos de un rápido retorno del orden, dados los temores de que las divisiones étnicas y tribales entre los insurgentes podría degenerar en el tipo de anarquía que desbarataría las esperanzas de que Libia reanude sus exportaciones de crudo.

Pero la caída de Khadafi, con las llamativas imágenes de televisión satelital de los rebeldes ingresando a su bastión y destruyendo los símbolos de su largo dominio, podría ser una inyección de ánimo para otras revoluciones en el mundo árabe.

Podría subrayar que los líderes autoritarios afianzados ya no son invencibles, especialmente en Siria, donde los alzamientos populares se han extendido a pesar de una cada vez más dura represión militar por parte de Bashar al-Assad.

 

Fuente: Infobae

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