Durante buena parte de ese tiempo, ocupó una posición destacada en la galería de criminales internacionales de Occidente, con un férreo control interno, eliminando disidentes y negándose a designar un sucesor.
Mientras su país, rico en petróleo, siente los vientos del cambio que azotan el mundo árabe, sus fuerzas de seguridad han respondido con la misma fuerza letal que los grupos de derechos humanos dicen que ha caracterizado la era de Khadafi.
Los manifestantes han sido abatidos a tiros de a centenares en Trípoli, Bengasi y otras ciudades en los últimos días. Khadafi, uno de los líderes mundiales que más tiempo lleva en el poder, no tiene una función gubernamental oficial y es conocido como el «líder fraternal y guía de la revolución».
Visionario o dictador, el estilo poco convencional de Khadafi es único. Su amor por los grandes gestos se ve especialmente en sus visitas al extranjero, cuando duerme en una tienda beduina vigilada por decenas de guardaespaldas femeninas. Durante una visita a Italia en agosto del año pasado, su invitación a cientos de mujeres para que se convirtieran al Islam empañó una visita de dos días que pretendía cimentar los lazos cada vez más estrechos entre Trípoli y Roma, antigua potencia colonial.
Los cables diplomáticos estadounidenses difundidos en el sitio WikiLeaks han ofrecido más luz sobre los gustos del líder libio. Un cable publicado por The New York Timesdescribe la insistencia de Khadafi en quedarse en el primer piso cuando visitó Nueva York para una reunión en el 2009 en las Naciones Unidas y su supuesto rechazo o incapacidad para subir más de 35 peldaños.
También se dice que confía mucho en su personal de cuatro enfermeras ucranianas, incluida una descrita como una «rubia voluptuosa». El cable especulaba con una relación amorosa. Khadafi nació en 1942, hijo de un pastor beduino, en una tienda cerca de Sirte, en la costa mediterránea. Abandonó los estudios de Geografía en la universidad para empezar una carrera militar que incluyó un breve paso por una escuela militar británica.
Llegó al poder en un golpe militar incruento en 1969, cuando derrocó al rey Idris, y en los años 70 formuló su «tercera teoría universal», a medio camino entre el capitalismo y el comunismo. Khadafi supervisó el rápido desarrollo de un país golpeado por la pobreza, anteriormente poco conocido salvo por sus pozos petrolíferos y su desiertos donde tuvieron lugar grandes batallas durante la Segunda Guerra Mundial.
Proyectos gigantescos
Una de sus principales tareas fue la construcción de las Fuerzas Armadas, pero también gastó miles de millones de dólares de ingresos petrolíferos en mejorar el nivel de vida de la población, convirtiéndole en un líder popular con los libios de salarios bajos. Khadafi ha destinado dinero a proyectos gigantescos como una planta de acero en la localidad de Misrata, y en un proyecto para llevar agua desde los pozos del desierto a las comunidades costeras.
Ha empleado duras tácticas contra los disidentes, entre los que se cuentan los islamistas, y ha usado «comités de purificación» en el Ejército y la Policía, a los que se han unido jóvenes estudiantes leales al Gobierno, para mantener el control. Pero también se ha ganado el respeto de muchos libios. Es una figura carismática con un toque popular y ha explotado el medio televisivo, a diferencia de otros líderes árabes. Khadafi abrazó el panarabismo del difunto líder egipcio Gamal Abdel Naser e intentó, sin éxito, fusionar Libia, Egipto y Siria en una federación.
Un intento similar para unir Libia y Túnez acabó en resentimiento. En 1977, cambió el nombre del país por el de Gran Yamahiriya (Estado de las masas) Árabe Libia Popular y permitió al pueblo difundir sus puntos de vista en los congresos del pueblo. Sin embargo, fue marginado por Occidente durante buena parte de su mandato, acusado de vínculos con el terrorismo y con movimientos revolucionarios. El presidente estadounidense Ronald Reagan lo llamó «perro loco» y envió aviones de guerra a bombardear Libia en 1986.
Uno de los 60 muertos fue la hija adoptada de Khadafi. Fue particularmente vilipendiado tras el atentado llevado a cabo por agentes libios contra un avión de la Pan Am en 1988, que cayó sobre la localidad de Lockerbie, en Escocia, donde murieron 270 personas. Las sanciones de la ONU, impuestas en 1992 para presionar a Trípoli a que entregara a dos los sospechosos libios, dañaron a la economía, afectaron al espíritu revolucionario de Khadafi y aliviaron su retórica anticapitalista y antioccidental. En 2003, abandonó su programa de armas prohibidas, con lo que Libia volvió a la escena internacional.
En septiembre del 2004, el presidente estadounidense George W. Bush puso fin formalmente al embargo comercial estadounidense, a raíz de que Khadafi prescindiera del programa de armas y asumiera la responsabilidad por Lockerbie. La vuelta a Libia el año pasado del condenado por Lockerbie Abdelbaset Ali al-Megrahi, liberado de una prisión escocesa por cuestiones de salud, enfadó a Washington. El mes pasado, Khadafi dijo que temía que el cambio de poder en el vecino Túnez estuviera siendo explotado por la intervención extranjera, afirmó que sentía «dolor» por los violentos acontecimientos y que el pueblo se había apresurado a derrocar al presidente Zine al-Abidine Ben Ali, la noche pasada, con el aumento de la cifra de muertos,
Khadafi hizo una de sus características y excéntricas apariciones en televisión, cobijado bajo un paraguas y denunciando los rumores de que había huido a Venezuela.
N. de E.: El presente es un perfil del dictador libio Muammar Khadafi elaborado por el periodista Giles Elgood en el inicio del conflicto que, meses después, terminó con la caída del régimen.
Fuente: Infobae