Son 14, se mueven en grupo hacia todos lados y alientan sin parar a Juan Martín del Potro: los amigos del tenista argentino son una de las notas de color de la edición 50 del US Open.
Mientras Rafael Nadal se batía ante Dominic Thiem en la pista central del Corona Park en busca de una plaza en las semifinales, su rival en el duelo del viernes no se preocupaba en absoluto: en el restaurant Tony’s di Napoli en Manhattan cenaba con sus ex compañeros de colegio que llegaron desde Argentina especialmente para alentarlo en este torneo.
Horas antes, habían sido ellos los que habían gozado y sufrido en la pista, durante el triunfo de Del Potro ante John Isner. Una derecha ganadora vuela por la pista y se estrella en el fondo para que el campeón de 2009 sume un nuevo punto. Entonces aparece espontáneo el «Y pegue, y pegue, y pegue, Delpo, pegue».
El ansiado break sobre el saque del gigante estadounidense por fin se concreta para que surja otro grito de guerra: «Deeeeelpo, Deeeeelpo», agitando los brazos por encima de la cabeza. Un poco después llega algo de calma, cuando Isner, gran amigo del tenista argentino, esboza una queja ante el árbitro. Pero no pasa a mayores y el triunfo desata otro gran festejo.
«Somos de Tandil, somos la banda del salamín (el embutido tradicional de la ciudad)», cantan enloquecidos mientras esperan que el integrante más famoso de la banda salga de la zona de jugadores y los salude a cada uno con un abrazo después de ganarle a Isner.
«Es uno más del grupo», dice a dpa Manuel, integrante del grupo. «Hacemos las mismas cosas que cualquier grupo de amigos, sólo que a él lo podemos disfrutar menos porque su actividad lo hace viajar todo el tiempo. Por eso lo disfrutamos más cuando lo podemos disfrutar y sufrimos con él cuando tocó sufrir».
Un rato antes, habían enrojecido sus gargantas alentando al número tres del mundo, responsable de conseguirles el palco desde donde siguen todos sus partidos. «Y Delpo ponga huevo, hoy hay que ganar y ser primero», ensayan otro de los hits con el que le ponen clima de estadio de fútbol a la majestuosa pista Arthur Ashe del Corona Park.
Junto a Winnie, otro de los amigos, Manuel aclara que es el primer viaje que pudieron hacer juntos, y que requirió de una logística especial: están todos alojados en Brooklyn, cada uno tuvo que organizar sus actividades en Buenos Aires o Tandil para que sus vacaciones coincidieran con el US Open y hacen vida de turistas cuando no van al torneo, ya que ninguno de los 14 había estado antes en Nueva York.
«Lo organizamos especialmente para poder venir y acompañarlo. No sabemos cuánto tiempo estará en este máximo nivel, por lo que apenas pudimos, lo hicimos», cuenta Manuel. Además, todo estuvo consensuado con Del Potro, que dio su aprobación para que sus amigos llegaran justo a su torneo favorito. «Lo consultamos para ver qué prefería y dónde quería que lo acompañáramos. Y obviamente, éste fue el torneo elegido», añadió Manuel, justo antes de que Del Potro llegara a saludar. «No hagan lío que está la prensa», dice entre risas el número tres del mundo cuando advierte la presencia de dpa entre sus amigos.
El grupo no pasó inadvertido para la prensa estadounidense, fascinada por el clima que generan. En cada entrevista tras una victoria, el campeón del US Open debe responder en la pista alguna pregunta relacionada a ellos.
Y hasta en las ruedas de prensa son tema, ya que Del Potro debió responder, mitad en serio y mitad en broma, si no le preocupaba que las condiciones de calor extremo pudiesen afectar a sus compañeros tandilenses.
«Son condiciones difíciles para los jugadores, para los fanáticos y para mis amigos que beben cervezas. Pero ellos tienen condiciones peligrosas», dijo con una sonrisa. «Se divierten, creo que son respetuosos viendo este evento y crean un ambiente divertido para los otros aficionados», añadió un poco más serio.
Está claro que el número tres del mundo está disfrutando de forma particular el acompañamiento de sus amigos. «Están haciendo este torneo muy especial para mí. Pero sobre todo es especial para ellos, que es la primera vez que tienen la oportunidad de vivir lo que vivo yo, de cómo son estos torneos y de cómo me trata la gente acá, y que es difícil de explicar», comentó el argentino, que ahora, a partir de los buenos resultados, tiene a sus amigos como una nueva cábala: «Se quedan hasta el final, sino no son más mis amigos».