La Beriso y Babasónicos cerraron Rock en Baradero, en una jornada para todos los gustos

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Las mujeres y los niños, primero. El último día de Rock en Baradero estaba planteado de antemano como una celebración apta para todo público, por eso la grilla sondeó lo más variado de la música nacional e invitó a que muchas familias se acercaran al predio. Y aunque las bandas con mujeres siguen siendo minoría, hubo una que se ocupó -especialmente- de hacer valer el espacio femenino en festivales.

Porque la ley de cupo se milita y así lo entendió Eruca Sativa, que con Lula Bertoldi en la voz y guitarra, Brenda Martin en bajo y Gabriel Pedernera en batería, se encargó de copar la parada con talentosas mujeres. «Por más músicas en los escenarios», dijo la primera invitada Gimena Álvarez Cela (teclado y voz) antes de irse, mientras entre la gente flameaban los pañuelos verdes y se escuchaba un solo reclamo: «¡Aborto legal, en el hospital!».

Después llegó Naná Arguen, a la que Lula presentó como «una de las mejores» para rematar: «Y cuando toque van a ver que es la mejor». La cantante de Eruca no mintió, Naná la rompió cuando sumó sus cuerdas a «El balcón». «Muchas gracias por estar hoy acá regalándose música en vivo. Felicitaciones», comentó Brenda Martin en un alto de la potente «Armas gemelas». Llegaba el final del show y la misión estaba casi cumplida.
Faltaba «Tarará», con la letra reformada («Separen a la iglesia del Estado y asunto terminado») y Kris Alaniz como última invitada. «Ninguna piba nace para ser esclava, ningún pibe nace para ser chorro», exclamó la rapera y sumó su magia a «Latinoamérica», tema que cerró el set más emocionante de la jornada.

«Hola a todos, trajimos el sol», exclamó Coti feliz, y se llevó -con razón- los laureles de una tarde perfecta. Por segunda vez en el festival de Baradero, el rosarino presentó una big band a la altura de sus canciones, lo acompañaron: Nico Ottavianeli (teclados), Javier Robledo(batería), Matías Damato (bajo), Luna Sujatovich (teclados), Dizzy Espeche (guitarra) y Brian Figueroa (guitarra).

El final fue con todos abrazados, Tom Petty de fondo y una arenga: «¡Aguante Estelares!». Desde el otro tablado, Manuel Moretti recogió el guante: «Coti querido, gracias por dejarnos caliente el escenario». El ángel del festival volvió a pasar y en la fecha más familiar de las tres la buena onda también fue protagonista. Estelares arribó con Moretti de saco y camiseta en un elegante sport que pinta perfecto el presente de esta banda que ya es un clásico. «Rimbaud», «Aire» y «El corazón sobre todo» fueron algunos de los temas que el público coreó a viva voz, mientras el grupo ejecutaba de espaldas al atardecer bonaerense.

En medio del line up rocker, hubo dos músicos unidos por un pasado de reality show. Por un lado, Germán «Tripa» Tripel, ex Mambrú, ahora en Coverheads y, por el otro, Ivonne Guzmán, ex Bandana, actualmente en la Orquesta Delio Valdez. Uno abocado al hard rock y la otra a la cumbia, cada uno rompiéndola en su estilo con excelentes voces y mucha gracia.

La llegada de Babasónicos, esperada por los empapados del domingo actuó también como factor sorpresa. ¿Podrían convivir todas las tribus en una sola noche? La banda de Adrián Dárgelos tuvo que suspender el show del domingo por la tormenta eléctrica que afectó a la zona y reprogramarlo para el lunes. Como de ellos dependía el cierre del día anterior y muchos asistentes habían comprado la entrada especialmente para verlos, la productora a cargo decidió permitirles ingresar al día siguiente. La combinación fue de lo más exitosa.

Una chica con remera de Don Osvaldo moviéndose al ritmo de «Impuesto de fe», mientras su pareja con buzo de La Beriso cantaba a su lado fue una de las respuestas. Esto es el siglo XXI y, por suerte, el separatismo musical quedó como una mala costumbre del milenio pasado. No hubo quien se quedara al margen del espectáculo que dieron Adrián Dárgelos y los suyos.

Desde el look ecléctico del líder (pantalón de corredor de motocross y zapatillas estilo Balenciaga) hasta las luces elegidas, cada detalle formó parte de una puesta impecable. Hasta hubo pogo en «Yegua». «Una más y no jodemos más», cantó el público y se ganó el broche de oro con «El colmo» de yapa.

El Kuelgue, con un set ajustadísimo, sumó elegancia y sarcasmo al escenario Spotify. Entre ritmos de bossa y artilugios del vocoder, Julián Kartún bromeó en el papel de viejo animador que tan bien le sale, propuso hacer chistes sobre minorías y sobre veganos. La ironía tuvo, quizá, a Rolo Sartorio como secreto destinatario, en referencia a los polémicos dichos del cantante de La Beriso en un festival de Embalse, Córdoba, hace pocos meses.

«Hay que separar a la iglesia del Estado, hay que separar al jurado del Bailando» mechó en «Cristo es Marquitos Di Palma». La cultura pop al palo.

«Muchas gracias, mi gente, los quiero gratis», abrió el Mono Fabio, poco antes de las 10 de la noche, en el escenario principal. Kapanga siguió echando leña para el carbón y en la jornada más bailable hizo lo suyo. Rock, cuarteto, funk y su lista maestra: «Desearía», «La Cruda», «En el camino»… Como es costumbre, el Mono interrumpió el cancionero, esta vez, por un confuso episodio de inseguridad en el público y aprovechó para dar comienzo a la rueda de chistes con Maikel: «Si aumentan el faso, ¿es un tari-faso?. ¡Autocultivo ya!». La causa se sumó a otras que se exponían a sus espaldas, en un altar improvisado donde sobresalía un pañuelo verde por la legalización del aborto y otro más oscuro pidiendo «No a la trata».

Los Pericos no fueron menos y sacudieron con su reggae para las masas y sus canciones inolvidables. «Complicado y aturdido», «Nada que perder» y «Eu vi chegar» fueron parte de la lista de temas. También hicieron «Home Sweet Home», con el Mono Fabio como invitado. Tamaño momento festivalero se vio empañado por problemas de sonido que hicieron que la voz del cantante de Kapanga no se escuchara durante la mitad del tema. Lo bueno fue que cuando se escuchó, se alinearon los planetas y dos de los frontman más carismáticos del rock nacional hicieron bailar a todo Baradero.

Se apagaron las luces y volvieron a encenderse para el acto final. Cuando Rolo Sartorio salió al escenario, las familias bajaron de las gradas más altas y coparon el campo. Muchos lugareños, padres e hijos, gente de 20 y 50, de 10 y 35, todos habían estado esperando por este momento y La Beriso cumplió.

Al segundo tema, el cantante se sacó los lentes negros y explicó en una canción lo que es «El Éxito»: «Pararte y dar pelea». En el estribillo que da nombre a su libro autobiográfico (editado por Planeta) tiró unos pasos mientras el rock se fusionaba con folclore. En una lista nutrida, hubo lugar para la cálida versión de «Sobreviviendo» junto a un joven fan que lo acompañó en el escenario. «¿La están pasando bien? Todo el día la pasaron bien, la verdad que una banda mejor que la otra. Un hermoso festival», dijo y anunció: «Quiero contarles que el 14 de junio volvemos al Luna Park, así que nos estamos viendo ahí».

Las nubes que amenazaban con otra tormenta eléctrica ya se habían ido y la última noche de Rock en Baradero terminó estrellada. El domingo habían pasado Attaque 77, Marilina Bertoldi, Louta, Bándalos Chinos, Airbag y Usted Señálemelo, entre otros. Como cantaba anoche Adrián Dárgelos en «Fan de Scorpions»: «La música no tiene mensaje para dar y sin embargo te lo da». Si este fin de semana largo de música dejó un mensaje, ese involucraría tolerancia y diversidad, los grandes protagonistas de este encuentro arriba y debajo de los escenarios.

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