La Casa Blanca elogió la posición institucional de Mauricio Macri sobre la organización terrorista Hezbollah

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La sintonía geopolítica entre Mauricio Macri y Donald Trump es perfecta: el presidente argentino está comprometido con la investigación del ataque terrorista a la AMIA y su colega americano está en una cruzada ideológica para terminar con la influencia de Irán sobre determinados grupos fundamentalistas que operan en los cinco continentes.

Hezbollah es una de esas bandas terroristas que condena la Casa Blanca y también fue la organización chiíta que voló la AMIA y asesinó a 85 personas. Ese crimen de lesa humanidad continúa impune después de 25 años de fracaso constante en las distintas instancias judiciales que se abrieron para encontrar y condenar a los culpables del ataque a la mutual judía.

En este contexto, Macri y Trump coinciden acerca de los peligros que implica tener a Irán activo en América Latina, y por eso ambos países juegan en tándem y planifican nuevas acciones para limitar la influencia regional de Teherán, que tiene su punto de apoyo en el régimen populista de Nicolás Maduro en Venezuela.

Trump llegó a la Casa Blanca y desmanteló el acuerdo multilateral que su antecesor Barack Obama había cerrado con Irán para controlar su carrera hacia la bomba nuclear. El presidente republicano no sólo enterró un tratado que llevó años de negociación pública y secreta, sino que además inició una cruzada política que acompañó Israel y fue cuestionada en bloque por Europa y China.

Macri entendió la profundidad geopolítica de la agenda de Trump respecto a Irán y decidió acompañar esa hoja de ruta sin ninguna duda diplomática. El presidente argentino preparó su posición con los papers secretos que redactó su secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, y la acción institucional que protagonizó el canciller Jorge Faurie.

Macri habló con Trump sobre Irán, Hezbollah, terrorismo internacional, Venezuela y la causa AMIA. Pompeo viajó a DC para coordinar agendas con los principales asesores de seguridad del presidente americano. Y Faurie cruzó llamadas, mails y conversaciones reservadas con el secretario Pompeo para alinear las necesidades geopolíticas de Estados Unidos y las decisiones que asumiría Macri en su agenda doméstica.

Macri cree que es una deuda de la democracia que no se haya condenado a los responsables del ataque a la AMIA. Y Trump comparte este pensamiento, al punto de haber liberado información clasificada que se esperaba desde hace años en el Poder Judicial, como sucedió hoy con el terrorista Salman Rouf Salman.

Salman Rouf Salman no es un nombre desconocido para los investigadores de la causa AMIA; lo que es novedoso es que la administración americana enfocó sus cañones y disparó contra uno de los presuntos autores ideológicos del ataque fundamentalista a la mutual judía.

La desclasificación de la información reservada de la CIA y la recompensa de 7 millones de dólares prometida por el Departamento del Tesoro es una muestra evidente de la sintonía geopolítica entre Washington y Buenos Aires.

Trump revela la información sobre Salman por la confianza que le tiene a Macri, y Macri recibe esa confianza porque en las últimas horas exhibió su decisión de Estado de avanzar contra Hezbollah y sus operaciones terroristas alrededor del mundo. Así se lee en DC su decreto para crear un registro de organizaciones terroristas y la instrucción de poner al tope de la lista a Hezbollah, su aparato militar y sus mandatarios financieros.

La visita de Pompeo a Buenos Aires es un reconocimiento a la agenda antiterrorista de Macri. Y el tuit de John Bolton, consejero de Seguridad Nacional de Trump, es una ratificación explícita sobre la opinión que tiene la Casa Blanca sobre la decisiones que asumió la Casa Rosada respecto a Hezbollah.

Trump considera que Argentina y Brasil son sus aliados regionales para combatir la influencia de Irán en América Latina. Y esa perspectiva del presidente norteamericano no sólo se centra en Hezbollah, sino también en la influencia que el estado chiíta ejerce sobre Maduro y su régimen populista.

A diferencia de las administraciones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, donde se privilegió la relación con Venezuela, Irán y Cuba, Macri hace una apuesta diplomática con Estados Unidos y Brasil. No es un hecho forzado, obligado por las circunstancias económicas y electorales. El presidente argentino cree en esta agenda de seguridad y en la necesidad de aislar a Irán y promover una transición democrática para terminar con el régimen de Maduro.

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