Imagina el Gobierno una consulta sobre el aborto en 2020
El Gobierno empezó a discutir la posibilidad de convocar a una consulta popular sobre la despenalización del aborto. Es una respuesta ante la nueva amenaza de que el debate sobre la cuestión vuelva a ocupar el centro de la campaña electoral y de nuevo divida al oficialismo de Cambiemos, como cuando se discutió en el Congreso una iniciativa que volteó el voto del Senado. La idea de la consulta popular la planteó pocos días antes de fin de año Elisa Carrió ante un grupo de diputadas del oficialismo, al que reunió en su casa de Capilla del Señor. Estaban militantes de Cambiemos de los dos lados, pro-despenalización y anti-despenalización, y Carrió les expuso sus reservas sobre el fondo de la cuestión –que desarrolló durante el debate en la primera mitad de 2018–, pero ponderó los daños que esa discusión le producirá al oficialismo, que sale a la búsqueda de votos para mantenerse en el gobierno por un nuevo período.
La jefa de la Coalición dijo que el tema del aborto está por encima de la agenda de Cambiemos, y que el debate divide de manera negativa a la fuerza. Lo más importante, agregó, es que ni ella ni los legisladores elegidos en 2015 y 2017 tienen mandato de sus votantes para resolver el destino del proyecto, lo cual les quita legitimidad para responder ante la sociedad, a favor o en contra de la despenalización. Para eso, les dijo Carrió a las legisladoras, lo más acertado es que se convoque a una consulta popular, por fuera de la agenda electoral, para que en 2020 la Argentina resuelva en voto popular si despenaliza o no.
Carrió insistió en esa reunión con diputadas de Cambiemos en su posición personal, que la llevó a abstenerse en la votación de junio de 2018. Está en contra de la discriminación de las conductas, pero a favor de que siga vigente en la legislación la condena moral al aborto. “Hace 40 años que me debato, pero no es un tema que tenga resuelto”, ha dicho Carrió, quien se apartó del debate en el recinto en la madrugada de la votación del proyecto, para no romper el bloque de Cambiemos.
Esta propuesta recupera la iniciativa de consulta que presentaron el año pasado los senadores radicales Luis Naidenoff y Ángel Rozas, y a la que adhirió el jefe del interbloque de Cambiemos en Diputados, Mario Negri. Ahora vuelve a estar en la agenda de oficialismo, que teme que abortistas y anti-abortistas se enfrenten con motivo del nuevo Código Penal. Mauricio Macri tiene pensado presentar el proyecto este viernes en el discurso de apertura legislativa, según el texto aprobado por la comisión que maneja el juez Mariano Borinsky. En el capítulo del aborto, propone lineamientos cercanos al llamado fallo FAL de la Suprema Corte de Justicia –o sea la desjudicialización del aborto no punible que existe en la Argentina desde hace casi un siglo– y que permite a los jueces despenalizar a la mujer que es víctima del aborto. El punto es rechazado por los anti-abortistas por considerarlo demasiado permisivo, pero también lo impugnan los pro-abortistas, que entienden es demasiado restrictivo.
Cambiemos se esfuerza para primerear con la agenda de la mujer
En el discurso presidencial habrá una venia a otro proyecto de interés del padrón femenino, que es el que presentó Carrió para imponer el cupo en el poder judicial. Es una iniciativa que no tendrá oposición, porque está en línea de otros que promoverá el oficialismo para quitarle a la oposición la incitativa en la materia de género. Para eso los expertos estudian otros proyectos que ampliarán la agenda de la mujer desde una perspectiva inusual para el oficialismo, al que el público identifica con consignas conservadoras y chauvinistas, sin ver que el radicalismo y la Coalición tienen una mirada más liberal sobre la cuestión.
Los radicales han aportado algunas leyendas de ese partido, como Florentina Gómez Miranda. Carrió, ya en 2001, cuando mocionó por la ley de salud reproductiva, hablaba de “Palabra de mujer, una mirada de género para renovar la política”, que fue otra visión novedosa. Los machos del PRO conviven con dificultades con las Caro Stanley o las Mariu Vidal, a las que obligan a bailar con los más feos. Pero se someten a aprendizajes de urgencia, con lecturas que se ponen de moda entre los funcionarios, como el libro «Teoría King Kong», de la francesa Virginie Despentes. Es una suerte de manifiesto del pos-feminismo que asume, como asumen estos proyectos en los que trabajan los asesores de Macri, que la agenda de género superará a las demás, y que oponerse a ese camino es inútil. En Casa de Gobierno, Teoría King Kong es ya lectura de mesa chica.
Macri recibe a los bloques oficialistas en Olivos
Éste y otros puntos pueden ser objeto de debate entre los legisladores del oficialismo y el propio Macri, en la reunión que ha convocado el jueves a la tardecita. Estarán senadores y diputados nacionales de Cambiemos, pocas horas antes de la Asamblea Legislativa del viernes, en Olivos. Otro de los proyectos que navegan para entrar en el radar legislativo es el que suspende la votación directa de diputados del Parlasur, en la próxima convocatoria a elecciones. Esta iniciativa tiene la firma de Carrió y de Silvia Lospennato, y modifica el Código Electoral que impone la elección de los parlasures, que integran una cámara regional que no puede sancionar leyes, porque todavía hay países, como Brasil, que no eligen por el voto popular a sus representantes.
El proyecto retrotrae la situación a la de antes de 2015, cuando los parlasures eran elegidos entre diputados y senadores con mandato ordinario, como una extensión de funciones. La norma, para aprobarse, necesita una mayoría especial, por lo cual el peronismo deberá tomar posición. El Gobierno argumentará que un cuerpo legislativo que no puede votar leyes es inútil y caro, y que basta con que se integre con representantes elegidos como siempre, a quienes se les extiende la función comunitaria. En el fondo, el Gobierno restringió la acción de los parlasures, porque entendió que era una cueva de chavistas, correistas, lulistas y kirchneristas que iban a usar esa plataforma que es el Parlasur, para resguardarse de la pérdida del poder en sus países, con dinero público. Por eso no les autorizó salario y los mantiene con una sardina en el desierto, pagándoles el boleto y un viático cada vez que hay sesión en Montevideo.
La oposición se resistirá, pero deberá enfrentar el argumento del Gobierno de que defienden a unos vagos y mal entretenidos, y hacerlos en víctimas del marketing oficial. Los legisladores normales, por su lado, pueden apoyar esta reforma porque agregan un plus de viáticos y gastos a sus salarios convencionales, algo que no viene mal en tiempos de bolsillos flacos. En fin, puede terminar en otro debate canalla en donde se defiende una idea que en realidad disfraza un interés.
A solas con Lousteau, Macri no le ofreció nada
Al lector de esta columna le preguntarán amigos y familiares qué dice Avant Premiere de lo que hablaron Macri y Martín Lousteau en el trajinado viaje a Oriente. Pueden contar lo siguiente: el Presidente eludió todo contacto con los políticos invitados durante el viaje, pero cuando tomaban el vuelo entre Hanoi (Vietnam) y Dubai, éstos recibieron un llamado del secretario, con el mensaje: “El Presidente va a querer hablar con Ud. durante el vuelo”. Ese minué animó las ocho horas, porque los fueron llamando de a uno –Emilio Monzó, Lousteau, Oscar Castillo, Marcel Weschler, etc.–. Les refirió, a cada turno, su sorpresa por la recepción de la India, con afiches de Macri sonriente, solo, que no ve en Buenos Aires. Con alguno, como Castillo, quiso saber qué había pasado en La Pampa, en donde el candidato radical a gobernador Daniel Kroneberger masacró, en la interna de hace una semana, a la estrella del macrismo Carlos Mac Allister. Si era previsible, ¿por qué se mandaron? Macri no se apartó del argumento oficial: el Colorado nos convenció de que ganaba.
A Lousteau le reservó una hora para almorzar y hablar de lo que todos esperan que hablen, pero nada. Tampoco es cierto que hubieran hablado antes del viaje. Macri no le hizo ningún reproche sobre sus dichos acerca de una PASO, y se concentró en preguntas sobre la economía. Lousteau le explicó que el Gobierno actúa viendo la foto y no la película, en economía y en política. Toma medidas que le achican el espacio y no se interesa en ampliarlo. Juegan siempre al pleno, sin resguardo. En economía eso favorece la concentración de la oposición en criticar a la gestión. En lo político lo expone a la posibilidad de que cuando quiera ampliar, lo haga desde la debilidad y retrocediendo. También observó que la unificación de las elecciones de Buenos Aires con la nacional, lo había dejado sin plan a Sergio Massa, forzándolo a buscar unidad con enemigos del Gobierno.
Macri le respondió, palabras más, palabras menos: el país está muy polarizado y lo que decís son sutilezas que la gente no entiende. En lo personal le preguntó el clásico “cómo te ves”, pero los dos eludieron hablar de posiciones electorales. Como subieron al avión, bajaron sin que nadie advirtiera que hubiera producido algún efecto la mención de Lousteau a unas PASO, que dice defendió como método general. Esa referencia produjo mugre en Buenos Aires, adonde los aliados se quejaron de que le hubieran dado ese escenario a Lousteau, para que les mojase la oreja. Elisa Carrió le dijo a Peña que el gesto de subirlo al avión demostraba una ausencia de estrategia, y que cualquier acto de ese tipo debía obedecer a una planificación con algún objetivo. El jefe Gabinete dice que, si él no se hubiera ido de vacaciones, Lousteau no hubiera sido invitado al viaje.
La política es un negocio de demanda, no de oferta
También le van a preguntar al lector de Avant Premiere qué se dijo allí de los rituales de Lavagna, como su desayuno del viernes con Sergio Massa y su raid sanjuanino. Telegráfico, para tener qué contar:
1) El desayuno en la casa del ex ministro fue una iniciativa de dos de los “normales” del peronismo no K, que son Graciela Camaño y Marco Lavagna. El encuentro buscó amigarlos después de unas semanas de hostigamiento, que lo mostraron a Massa desairado por el alto relieve público de Lavagna. En suma, para que no vuelva a decirle a Lavagna que se ponga a la cola y se anote en la PASO.
2) En San Juan, Lavagna coronó otra foto de familia del peronismo. Fue en el almuerzo del sábado que ofreció Sergio Uñac y al que fueron los dos Lavagna, una tira de intendentes de todos los colores –por Buenos Aires: Verónica Magario, Julio Zamora, Ariel Sujarchuk, Gustavo Menéndez, Leonardo Nardini–, el veterano José Luis Gioja, Julio Piumato y el ex ministro Julián Domínguez. Este le buscó un rótulo a esa naciente liga y ensayó éste: peronistas sin prontuarios, que quieren la unidad.
Ese ensayo de geometría electoral de la división del electorado en tres tercios –macristas, cristinistas, sueltos– es un producto de la ingeniería de campaña del Gobierno, fruto de las especulaciones de analistas y encuestadores que tienen terminal en Olivos, y se basa sobre la idea de que el panorama político es una cuestión –diría Jesús Rodríguez– de oferta, cuando en realidad es un problema de demanda. Según esa mirada, Macri propone una buena oferta al tercio del voto del oficialismo, Cristina lo hace para el tercio peronista, y el drama estaría en encontrar a un candidato que implicase una buena oferta para el tercio del “swing vote”, que no tiene representante.
Quizá se trate, en efecto, de una cuestión de demanda. Macri y su gobierno expresan, en ese caso, demandas de cambios institucionales y de una agenda más ligada a la política que a la economía. La resistencia de ese tercio en apoyo de Cambiemos parece una cuestión de clase y se basa –como afirma Olivos– en que los sectores medios entienden el esfuerzo que hace el Gobierno para imponer un nuevo formato de país, pese a las penurias y el costo que tienen ese trámite. El tercio del peronismo cristinista es también una cuestión de clase, y de compromiso histórico de sectores que también ponderan lo político por sobre la economía, al punto de que jamás votarían a candidatos que no fueran del peronismo. Es presumible que tampoco los pobres –como dice la sociología barata de zapatos de goma– vota solo por la economía. Eso explica que haya distritos como Pilar, capital de la patria-country, en los que Cristina registra los más altos porcentajes de adhesión de la provincia, cercanos al 50% en barrios como Derqui. Ese partido, junto a Quilmes y Lanús, están a la cabeza de las adhesiones cristinistas, porque seguramente Cristina expresa sus demandas, que no son solo de cordón cuneta.
El enigma es si un Lavagna, para citar la alternativa peronista, o Miguel Pichetto, o Sergio Massa o Juan Manuel Urtubey, expresan la demanda del tercer sector del voto. Es todo un experimento, porque esa porción del electorado abarca un arco que va del amarillo Alfredo Olmedo –a quien le atribuyen, para mayor escarnio, la intención de llevar como vice a Cecilia Pando– al trotskismo de Romina del Plá, quien alegremente propuso esta semana, cuando habló en la bicameral de los DNU, la convocatoria a una asamblea popular constituyente que haga una refund(i/a)ción de la Argentina. El Lavagna que se ofrece a ese tercio es difícil que pueda responder a las demandas tan variadas del tercer silvestre.
Fuente: Clarín