Cuando faltan apenas cuatro años para su centenario, la empresa Lácteos Verónica se sumó al grupo de empresas que pidió la apertura de un procedimiento preventivo de crisis (PPC) ante la Secretaría de Trabajo de la Nación. Se trata de otra firma representativa de su sector que solicita una intervención del Gobierno.
Esta búsqueda de auxilio financiero excede las dificultades de rentabilidad que atraviesan la lechería en particular y las economías regionales en general, y se extiende a numerosos rubros de la actividad, con ejemplos emblemáticos como el de la embotelladora Coca-Cola Femsa y la fabricante de neumáticos Fate.
El sector lechero viene sorteando complicaciones de mediano plazo. Antes de Lácteos Verónica, la cooperativa SanCor, La Suipachense e Ilolay afrontaron un escenario similar, en el que tuvieron que cerrar plantas o bien reestructurar su plantilla e incorporar nuevos socios.
Verónica tiene una planta ubicada en la localidad santafesina de Suardi y emplea a unas 600 personas. Santa Fe es una de las principales cuencas lecheras y es la tercera provincia con mayor presencia en el sector después de Buenos Aires y Córdoba.
La firma que fue fundada en 1923 produce más de 360 millones de litros de leche anuales. Por día son unos 200 mil litros que se distribuyen además entre los establecimientos que tiene la compañía en Lehmann y Totoras.
Según informaron directivos de la empresa, la capacidad instalada funciona a un 30 a un 40 por ciento. El promedio en la actividad es del 50%, una cifra indeseable que no se ajusta al potencial productivo del rubro.
El Ministerio de Trabajo y Producción de la Nación, a cargo de Dante Sica, viene llevando adelante las negociaciones junto a representantes de la empresa, el sindicato Atilra y las autoridades de la cartera laboral del gobierno socialista de Santa Fe.
El 7 de marzo fue la primera audiencia. Allí, la compañía propuso llevar adelante suspensiones o un eventual recorte del 30% del personal, que es uno de los mecanismos que habilita el PPC para garantizar la continuidad de las empresas. Del conjunto de trabajadores, alrededor de 430 están bajo convenio de Atilra.
«Los problemas en la empresa comenzaron en 2015, con la exportación de la leche en polvo que concentraba el 40% de la producción. Ello se agravó con la situación de la cuenca lechera y los problemas climáticos y de mercado interno», señaló a Infobae el ministro de Trabajo de Santa Fe, Julio Genesini.
Algunas empresas no lograron frenar el cierre de plantas del complejo lechero. La empresa Williner, que controla la reconocida marca Ilolay, cerró en septiembre del año pasado su fábrica en Suardi, la misma localidad donde está emplazada Lácteos Verónica. Y en los tambos hubo más de 600 cierres de establecimientos durante 2018.
«Hubo mucho esfuerzo entre el Ministerio, los sindicatos y los empleadores. En 2018 tramitamos unos 284 PPC’s en toda la provincia y logramos contener a unos 22 mil trabajadores», dijo Genesini. «Ahora estamos en un panorama complejo y difícil, pero se abrió la instancia del PPC. Nosotros vamos a avanzar, estamos trabajando para evitar que haya despidos. La discusión está encaminada», agregó.
Retroceso en la producción
El año pasado, se produjeron en toda la actividad unos 10.527 millones de litros de leche, un 4,2% más que en 2017. Ese avance se detuvo hasta que llegó el primer bimestre de 2019 con números preocupantes: hubo una baja de entre el 8 y 10 por ciento interanual, según informó el Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA).
«Hubo una caída muy fuerte de la producción de leche desde fines de diciembre a los primeros días de marzo. La situación de las empresas del sector industrial que ya venían con una capacidad ociosa se agravó aún más todavía, a raíz de la incidencia de los salarios y de las tarifas», afirmó a este medio Daniel Kindebaluc, que integra la mesa lechera por parte de Coninagro.
Entre los actores del rubro coinciden que las altas temperaturas de febrero, que superaron los 40 grados, tuvieron como efecto un impacto regresivo en la oferta y elaboración de lácteos, sobre todo en la zona de Santa Fe, donde está radicada Verónica.
«Lo que necesitamos es un aumento de la producción. Con los malos precios que estamos teniendo era de prever que iba a ocurrir», indicó Kindebaluc.
Desde noviembre del año pasado, la producción en el sector lácteo está en franca caída.
Al igual que lo sucedido en otras actividades, la fuerte devaluación del peso en 2018 y la caída del consumo tuvieron sus consecuencias en materia de costos y rentabilidad.
Aunque algunas compañías con perfil exportador se vieron beneficiadas por la depreciación del tipo de cambio, la cadena en su conjunto perdió unos $1.629 millones mensuales en enero pasado, según el reporte ejecutivo de OCLA. Y durante todo el 2018 hubo resultados negativos, con un retroceso de la participación del rubro industrial y una mejora del primario.
En las góndolas, las expectativas no son mejores. La mesa lechera observó que las primeras marcas de productos lácteos son las más afectadas por la caída del poder adquisitivo de los consumidores, con una retracción superior al 10 por ciento.