La detención de Lula da Silva: se entregó tras 26 horas y ya está en la cárcel VIP de Curitiba

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El hecho es histórico: Lula da Silva preso. El expresidente abandonó el sindicato de Metalúrgicos, luego de una jornada cargada de tensión, y fue trasladado a Curitiba donde deberá cumplir 12 años y un mes de condena por corrupción.

Tras más de 26 horas de tensión y luego de haberse cumplido el plazo máximo dictado por el juez Sérgio Moro para su arresto, el expresidente se retiró del gremio a pie e ingresó en un auto de la Policía Federal que lo trasladó, en una importante comitiva, hasta el aeropuerto de San Pablo. Y desde allí, directo a la ciudad de Curitiba.

La salida del expresidente fue un verdadero caos. Cientos de militantes se agruparon en una de las salidas del sindicato e intentaron evitar la entrega de Lula, quien debió ser escoltado por un grupo de custodios. Hubo empujones, discusiones y golpes por doquier.

El convoy de la Policía que lo llevó hasta el aeropuerto estaba compuesto por vehículos oscuros sin insignias de la institución, como solicitó su defensa. El primero destino fue una sede de la fuerza federal donde lo esperaba un helicóptero: desde allí partió hacia el aeropuerto. Previo a su traslado Lula fue sometido a estudios médicos por parte de las autoridades federales.

Minutos después de las 20.45, una pequeña avioneta despegó del aeropuerto de San Pablo con destino a Curitiba, la ciudad desde donde el juez Moro llevó adelante la extensa investigación sobre el caso Lava Jato, el más importante en la historia de Brasil. A Lula se lo condenó por haber recibido, de parte de la constructora OAS, un departamento de lujo de tres pisos en Guarujá. La investigación determinó que a cambio del inmueble, el exmandatario favoreció a esta firma en sus negocios con la petrolera estatal Petrobras.

Las últimas horas fueron movilizantes para Lula. Permaneció atrincherado en el sindicato acompañado por sus hijos y figuras del mundo de la política y el deporte. El sábado por la mañana llevó adelante una misa en homenaje a su esposa, Marcia Leticia, quien falleció en febrero de 2017.

«Voy a cumplir la orden de cárcel y cada uno de ustedes se transformará en Lula», les dijo a sus seguidores. «Soy Lula, soy Lula», fue el grito avasallante de los militantes.

En Curitiba le espera una celda celda de 15 metros cuadrados que había sido preparada especialmente para él. Allí tendrá baño privado y derecho a dos horas diarias de aire libre.

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